La queja de una clienta de un bar de Lleida tras ser atendida en castellano ha generado la indignación y el ataque de varios usarios de Twitter contra La Bodegueta, el local de tapas donde una camarera admitió no entender el catalán. A pesar de su disculpa, muchos internaturas han considerado intolerable que la empleada se expresase solo en una de las dos lenguas oficiales del territorio. Pero, el detalle que obvian los ofendidos, y que explica el dueño del establecimiento, José Gómez, es que "era nueva y de Brasil".
Gómez, que se muestra sorprendido por la polémica, detalla a este medio que la camarera estaba en periodo de prueba --que, por cierto, no superó, porque no tenía experiencia-- y que el resto de trabajadores se expresa "perfectamente, tanto en catalán como en castellano". La polémica surge a raíz del comentario de una profesora a través de redes sociales. Un apunte en el que critica que tras pedir "un vino de la tierra" le ofreciesen un Rioja y en el que reprocha que, a pesar de su insistencia en pedir "oli", la empleada no consiguiese entenderla.
Local bilingüe
"Con ningún cliente he tenido ningún problema", apunta Gómez, quien sostiene que "a la cara" nadie le ha reprochado ningún incidente relacionado con la lengua. Es más, subraya que la carta del local no solo está en castellano y catalán, sino en inglés y alemán. "Creo que no es algo normal", opina sobre el revuelo generado.
"Nosotros podemos usar el castellano igualmente, pero esta persona es brasileña, por eso no entiende el catalán". El máximo responsable de La Bodegueta subraya que no tuvo constancia en ningún momento de las quejas de la clienta en cuestión --tampoco de ningún otro-- y defiende que en su local, cualquiera puede expresarse en el idioma que quiera.
Polémica por una bufanda amarilla
"Será para buscar algún lío". El origen de la polémica, especula Gómez, puede ser un altercado que tuvo lugar el pasado verano. "Un cliente se enfrentó con otros, que acuden de manera regular a mi bar. Yo ni si quiera estaba, pero me contaron que comenzó a quejarse porque llegaron con una bufanda amarilla", explica.
Sus trabajadores le explicaron que unos clientes habituales de Perpiñán --que acuden al Teatre de Titelles de Lleida-- accedieron al establecimiento con la prenda amarilla, en alusión a los líderes del procés condenados por el 1-O, y que un hombre que estaba en el interior del local, reprochó el atuendo. "Hablaba en alto sobre el color, pero no tiene nada que ver con nosotros", apunta Gómez, quien defiende que los aludidos son conocidos suyos. "Son ganas de crear polémica. Acuden cada año, y siempre piden jamón", detalla.