La oleada de criminalidad que sufre Barcelona ha encendido todas las alarmas. La “crisis de seguridad” --en palabras del teniente de alcalde responsable de esta materia, Albert Batlle-- no tiene precedentes.
Según los últimos datos ofrecidos por los Mossos d’Esquadra, hasta agosto se han registrado una docena de homicidios en la capital catalana, la cifra más alta de los últimos años, mientras que los robos con violencia han crecido un 30% (ya suman más de 5.300 casos, cuando se registraron 7.256 durante todo 2018). Las autoridades locales y autonómicas trabajan para revertir esta situación. Pero, ¿cuáles son las causas que han disparado la criminalidad en Barcelona?
Turismo, política social, educación y seguridad
Los expertos coinciden en señalar que el incremento de los delitos no responde a un solo factor, sino que son consecuencia de la confluencia de varios de ellos. Así lo apunta Daniel Limones, decano del Colegio de Criminólogos de Cataluña y profesor de la UOC.
Consultado por Crónica Global, Limones destaca que “el turismo es un elemento específico de Barcelona que atrae a la delincuencia, pero, además, durante muchos años se ha dejado de invertir en políticas sociales, educativas y de seguridad. Es un problema multifactorial”.
Datos relativos
En todo caso, el criminólogo también relativiza los datos sobre criminalidad y señala que, pese al incremento reciente, “un análisis de la evolución nos indica que estamos aproximadamente en los niveles de criminalidad que había en 2012”.
“Ha habido unos años con unos datos positivos en cuanto robos con violencia e intimidación. En 2013 estábamos un poco por encima de como estamos ahora. Pero de 2014 a 2016 fueron bajando. Y luego, progresivamente, han ido subiendo un poco. Este año es el que más ha despuntado, pero seguimos estando por debajo de la etapa 2012-2013. El aumento del turismo en Barcelona también ha hecho subir estos indicadores”, explica.
Percepción de inseguridad
Limones subraya que lo que sí que ha aumentado considerablemente es la percepción de inseguridad: “Al hablar de seguridad, se debe distinguir entre seguridad objetiva --estadística policial-- y subjetiva --la percepción que tiene la ciudadanía, el miedo al delito--".
"A los ciudadanos les genera más inseguridad el hurto de un móvil o de una cartera que un robo a gran escala. Como aquellos son los que más se están dando ahora, se ha producido un aumento de la percepción de inseguridad”, indica.
Confundir actitudes incívicas con inseguridad
En este sentido, destaca que “en el último barómetro del Ayuntamiento de Barcelona, la inseguridad estaba en el primer nivel de las preocupaciones de los ciudadanos”. Sin embargo, “de las doce muertes violentas que ha habido este año, muy pocas tienen relación con un robo. Varias son peleas. Esto coincide con algunas características que se repiten en otras zonas de ocio. Otras tienen un trasfondo de ajuste de cuentas”.
Además, añade, “hay una tendencia a confundir actitudes incívicas con inseguridad”. “Hay actividades que se entienden como un problema de seguridad ciudadana que no lo son. En el caso del top manta hay un delito --la venta de material falsificado-- y puede causar un desorden a la vista, pero no es un problema de seguridad ciudadana porque no ejercen una actividad violenta. Los narcopisos generan un problema de inseguridad al vecindario pero fuera de esas zonas se tiende a la normalidad”, señala.
Nuevo modelo policial
El criminólogo explica que “para que se cometa un delito, según la teoría de las actividades rutinarias o cotidianas, deben coincidir en el espacio y el tiempo tres factores: que haya un delincuente motivado, que haya una persona susceptible de ser una víctima y que haya falta de vigilancia o control”. Y es en este triple marco en el que recomienda centrar las actuaciones.
“A causa de los recortes, en los últimos años, la policía se ha dedicado más a un enfoque reactivo y se ha reducido mucho el esfuerzo en prevención. Los modelos policiales actuales están un poco caducos y se necesitan modelos proactivos, más basados en la evidencia científica y que hacen participar más a la comunidad en la seguridad”, indica.
Fomentar la prevención
Limones alerta de que, aunque “estos días se habla de aumentar la policía en las calles, los estudios concluyen que más policía no supone reducir la delincuencia, sino que la clave es el trabajo que hace la policía en la calle”.
“La labor reactiva de la policía en la calle es un tanto por ciento muy pequeño de su tiempo, por lo que la parte que hay que fomentar es la del trabajo preventivo, el de análisis y estudio de las problemáticas y la participación de la ciudadanía”, añade.
Mejorar la reinserción
El profesor de la UOC es optimista en cuanto a la evolución futura del problema. Está convencido de que las medidas de las autoridades, aunque requieran un tiempo, reducirán la criminalidad. Sin embargo, lamenta que los políticos no escuchen más a los especialistas en la materia.
“Los técnicos en el estudio de los delitos --los criminólogos-- reivindicamos participar con las administraciones en los análisis de los delitos, en la elaboración de las políticas de seguridad y prevención y en las fórmulas para ayudar a los delincuentes a reincorporarse a la sociedad tras las condenas y durante su estancia en las cárceles”, sentencia.