Tres ferias medievales que se pueden disfrutar Cataluña

Los mercados y ferias medievales son un tipo de celebración muy común en diferentes localidades de Cataluña. Unas fiestas en las que diversos municipios se engalanan con trajes de época y es posible viajar a otros tiempos en los que juglares, caballeros y comerciantes artesanos como los herreros ocupaban las calles de los pueblos.

Entre los múltiples eventos medievales que se pueden encontrar a lo largo del año en distintos puntos de Cataluña, hay varios que destacan por su historia y tradición.

Mercado Medieval de Vic

El municipio barcelonés de Vic se convierte cada año a principios de diciembre en todo un pueblo medieval. Las calles del centro histórico se llenan de elementos decorativos y puestos comerciales que venden desde joyería, hierbas medicinales o embutidos al puro estilo tradicional mientras que las tabernas ofrecen comida típica.

En el pueblo se representa L'Assalt de l'Altarriba en un recorrido teatral a lo largo de diferentes lugares emblemáticos de la ciudad, hay espectáculos en la calle para todos los públicos y se recrean los oficios medievales.

Semana medieval de Montblanc

Una de las ferias medievales con más tradición de Cataluña es la del municipio de Montblanc en Tarragona, el cual, gracias a que está amurallado, rezuma atmósfera medieval. Cada 23 de abril desde 1987, en el día de Sant Jordi, comienza una particular semana en la que todo se llena de productos artesanos y una decoración de época en la que los vecinos se visten como personajes de la Edad Media.

Su principal actividad es la representación de la leyenda de Sant Jordi, la cual dice que fue frente a las murallas de esta localidad donde Sant Jordi venció al dragón y de la que nació la tradición de regalar rosas en este día.

Mercado Medieval de Castell-Platja d'Aro

En el municipio de Castell d'Aro y en el pueblo de Platja d'Aro que forma parte del anterior, cada año en agosto tiene lugar una feria de dos días que recrea un mercado medieval en el casco antiguo de la ciudad. En él no faltan actividades relacionadas con esta época y hay desde luchas de caballeros hasta demostraciones de oficios, gastronomía o artesanías.

Dos días en los que ver por ejemplo cómo era ser soplador de vidrio o artesano de aroma. Todo ello en un núcleo histórico en el que el castillo medieval de Benedormiens, declarado Bien de Interés Cultural Nacional desde 1996, ayuda a ambientar esta particular celebración.