Avispa asiática o vespa velutina, de tórax negro y alas ahumadas

Avispa asiática o vespa velutina, de tórax negro y alas ahumadas

Vida

La avispa asiática coloniza España

La voraz depredadora de colmenas en nueve comunidades, campa ya a las puertas de Madrid sin un freno científico que la pare

1 octubre, 2018 00:00

Las primeras entraron desde Francia por Navarra. Ocho años después, tras provocar al menos cinco muertes y masacrar a las abejas, la avispa asiática (vespa velutina), de tórax negro y alas ahumadas, campa por nueve comunidades autónomas y más de media España. Hoy, mientras se intenta sin éxito combatirlas, constituye una plaga en toda la regla, “de momento solo para la apicultura”, admite el Ministerio de Agricultura

El Mapa de las Avispas, elaborado desde 2013 por asociaciones de apicultores y medioambientales, muestra varios casos dudosos en Toledo, Extremadura y a las puertas de Guadalajara y Cuenca. Dos provincias que en sus más de 10.000 emblemáticos colmenares producen 180.000 kilos de exquisita miel en la comarca de la Alcarria.

Colmena de avispas asiáticas

Colmena de avispas asiáticas

Colmena de avispas asiáticas

Temor en Madrid

También amenaza Madrid. De momento solo ha habido falsas alarmas y casos por confirma, como en algunos puntos de Andalucía y Murcia. “Estamos en constante prevención, con agentes forestales y del Seprona y los servicios de sanidad analizando las muestras de cualquier ciudadano que crea que se trata de este insecto”, asegura Pepe Lara, jefe de Área de Flora y Fauna de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad.

Los expertos calculan que esta invasora, tildada de ‘asesina’ por las muertes que causa sus picaduras, colonizará toda la península antes de cinco años. Se ha comido colmenas enteras de pequeños productores de Galicia, País Vasco, Cantabria, la Rioja, Navarra, Asturias, Baleares, la Comunidad Valenciana y Cataluña. Depreda a la abeja de la miel de dos maneras, alimentando a sus crías con ella o situándose a la entrada de las colmenas impidiendo ir su salida, lo que acaba matándolas por inanición.

Picotazos mortales y voracidad

Sus picotazos ha matado a cuatro personas en los últimos tres años, daño equiparable al de avispas y abejas autóctonas, según la Sociedad Española de Alergología. El gran peligro es su voracidad. Para alimentarse necesita hidratos de carbono que busca en árboles frutales y viñedos, según la Agrupación de Apicultores de Aragón (Arna).

Entre zumbido y zumbido puede destruir cosechas enteras en la fruticultura. Además, al diezmar las abejas, impide la necesaria polinización de árboles y plantas. De ella, según Greenpeace, depende el 70% de los cultivos para consumo humano.

Imagen de una avispa asiática o vespa velutina

Imagen de una avispa asiática o vespa velutina

Imagen de una avispa asiática o vespa velutina

Daños sin evaluar

El Congreso de los Diputados aprobó en 2013 un plan nacional para combatirla. Pero no se ha elaborado un balance global de daños ambientales y socioeconómicos. Solo en Galicia y País Vasco hay algunos parciales. “Afecta a un sector muy olvidado”, se queja Alfonso González, pequeño apicultor de Cantabria. La avispa asiática, sumada a la proliferación de pesticidas de hace una década, “lleva camino de borrar a la abeja del mapa”, según la Confederación en Defensa de la Abeja en la Cornisa Cantábrica.

Las asociaciones ecologistas alertan de que esta avispa, originaria de China, supone un peligro para la abeja silvestre, además de para la normal, y ocasiona un destrozo medioambiental al frenar la polinización. Pero tampoco han levantado mucho la voz.

Reto científico

Los afectados las atacan con medios rudimentarios y caseros. Se centran en capturar durante la primavera las reinas que fundan los avisperos con un trampeo masivo. Usan cebos variopintos como cerveza, miel y alcohol en una botella con dos agujeros y atacan los nidos mediante disparos de sustancias a distancia y usando incluso drones.

Con cada nido eliminado perecen unos 15.000 ‘pollos’ o futuras avispas. Pero es insuficiente. La población crece de manera imparable. No deja de ser una manera de “matar moscas a cañonazos”. Las trampas también afectan a otros insectos.

El reto, en el que trabajan desde hace años cuatro universidades gallegas, es encontrar una forma de lucha biológica que no perjudique a otros insectos, una feromona o sustancia que las atraiga solo a ellas, la consuman y mueran.

También buscan un parásito, autóctono o importado, que les impida adaptarse. En esa línea esperanzadora, tras haber descubierto que la velutina tiene una gran debilidad genética, trabaja el investigador Xulio Maside de la Universidad de Santiago.

Otoño y clima idóneo

Mientras, la expansión continúa imparable en áreas en las que el clima es relativamente suave y lluvioso, según la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla). Como el otoño que parece que se avecina.

Los individuos de esta especie son capaces de volar kilómetros en un solo día. Solo les frena un clima mediterráneo más seco, lo que explica que, por ejemplo, en Cataluña, únicamente Tarragona se libre de su molesta presencia. Pero tiempo al tiempo.