Una de las playas de la Costa Brava / PIXABAY

Una de las playas de la Costa Brava / PIXABAY

Vida

Una ruta por Cataluña siguiendo el Mediterráneo

De Ulldecona a Portbou, un recorrido que pasa por lugares tan icónicos como Tarraco, Cadaqués, PortAventura o el Parque Natural de las Marismas de l'Empordà

14 septiembre, 2018 15:19

“Esta ruta por Cataluña tienes que hacerla desligado de cualquier horario, sólo mirando el mapa para buscar la siguiente parada en el camino que recorrerá todo el litoral catalán”. Es el aviso que dan desde la Agencia Catalana de Turismo a todos los interesados en descubrir la región a través de este itinerario que transcurre al lado del mar Mediterráneo.

El recorrido comienza en Ulldecona, un municipio de las Terres de l'Ebre que invita a mirar hacia el pasado. Y no es algo casual: aquí están las pinturas rupestres de los Abrics de l'Ermita, un conjunto de trece cuevas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Desde aquí se emprende camino hacia el Parque Natural del Delta de l'Ebre, el hábitat acuático más extenso de Cataluña con más de 330 especies de aves diferentes. O dicho de otro modo: seis de cada diez especies de aves que hay por Europa viven en la región.

Diversión en PortAventura World e historia en Tarraco

Un ave muy diferente es el icono del próximo destino, el pájaro Woody Woodpecker, hogar de uno de los parques de atracciones más importantes de Europa: PortAventura World. A su oferta de ocio ha incorporado recientemente el parque temático Ferrari Land, con once nuevas atracciones para toda la familia. Entre ellas destaca el Red Force, que acelera de 0 a 180 kilómetros por hora en apenas cinco segundos.

Montaña rusa en Ferrari Land / EFE

Montaña rusa en Ferrari Land / EFE

Red Force, la atracción estrella de Ferrari Land / EFE

Para reponerse de las emociones fuertes no hace falta ir muy lejos, ya que a trece minutos está la antigua capital del imperio romano en Hispania: Tarraco. Revivir su imponente pasado es fácil paseando por los restos de las antiguas murallas, el anfiteatro, el circo y otros vestigios declarados Patrimonio de la Humanidad. En Tarragona no hay que dejar de ir hasta el balcón del Mediterráneo, un mirador para contemplar la línea del horizonte que traza el mare nostrum con el anfiteatro romano a sus pies.

280 kilómetros de playas en Cataluña

Y al hablar del mare nostrum es obligado mencionar sus playas. Cataluña tiene 280 kilómetros de playa, muchas de ellas extensas como la de Tamarit, coronada por el castillo, o las del Garraf y Sitges antiguamente llamada la Blanca Subur, un municipio emblemático cuna del Modernismo y con una importante efervescencia cultural. Las grandes playas continúan, atravesando el Delta del Llobregat, a lo largo del Maresme, salpicadas de localidades con un marcado carácter marinero.

La travesía del Tordera marcará la entrada a la Costa Brava, donde montaña y mar se abrazan y las pequeñas calas se intentan abrir paso entre los acantilados. Pueblos como Palamós, Begur, Cadaqués o Sant Martí d'Empúries, con el conjunto arqueológico de los primeros asentamientos griegos de la península, la han convertido en uno de los rincones más admirados del territorio. También han contribuido poblaciones de interior como Pals o Peratallada, donde sobrevive el espíritu medieval.

Una visita obligada a las Marismas del Ampurdán

Tras este desvío hacia el interior de Cataluña, la ruta vuelve a tomar el mar Mediterráneo con el horizonte como referencia para ir hacia el pueblo marinero de Llançà. Antes de llegar es obligatorio cruzar el Parque Natural de las Marismas de l'Empordà, una sucesión de ecosistemas con ríos, mar, lagos, humedales, playas y arenales, lagunas, pastizales y cultivos.

Un gamo caminando por las Marismas del Ampurdán / GENERALITAT DE CATALUNYA

Un gamo caminando por las Marismas del Ampurdán / GENERALITAT DE CATALUNYA

Un gamo caminando por las Marismas de l'Empordà / GENERALITAT DE CATALUNYA

De Llançà, siguiendo rumbo al norte, se llega al último municipio de la Costa Brava antes de cruzar a Francia: Portbou. La estación de ferrocarriles lo hizo popular años atrás cuando muchos pasajeros tenían que esperar allí para cambiar de tren, ya que al otro lado de la frontera la anchura de la vía era diferente. Así es como muchos descubrían este pequeño tesoro, junto al Paraje Natural de Interés Nacional de la Serra de l'Albera, con sus calas y playas.