Imagen del 'mercado de la miseria' en la plaza de les Glòries de Barcelona y al lado dels Encants / CG

Imagen del 'mercado de la miseria' en la plaza de les Glòries de Barcelona y al lado dels Encants / CG

Vida

Los Encants se rebelan contra el 'mercado de la miseria'

Tanto los vendedores del mercado dels Encants, la Guardia Urbana y la oposición consideran que la política permisiva del Ayuntamiento recrudece el problema y produce un efecto llamada

25 junio, 2018 00:00

El Mercat dels Encants es uno de los lugares más emblemáticos de Barcelona. Tiene el mérito de ser el mercado más antiguo de la ciudad y también uno de los más longevos de Europa, con más de siete siglos de historia. A sus espaldas, arrastra múltiples cambios de ubicación, estableciéndose finalmente en la plaza de les Glòries.

El último cambio supuso una obra faraónica para un equipamiento de estas características, con una inversión de más de 56 millones de euros para asentarlo entre la Avenida Meridiana, la calle Casp y la calle Castillejos, en el antiguo Bosquet Dels Encants.

Consecuencias de la crisis

Sin embargo, las obras y la nueva ubicación dels Encants no han evitado que prolifere un fenómeno que desde hace años crece a la sombra de este mercado: el conocido como mercado de la miseria, que se monta de forma improvisada a primera hora de la mañana en los aledaños de la Fira de Bellcaire, nombre oficial dels Encants.

“No es un fenómeno nuevo, pero la crisis económica ha agravado la situación”, reconoce Eugenio Zambrano, portavoz del sindicato CSI-F en la Guardia Urbana de Barcelona.

Cada vez más concurrido

En el mercado de la miseria pueden encontrarse todo tipo de objetos rescatados de la basura, de segunda mano o incluso robados, que se venden sobre todo en las calles aledañas del mercado itinerante. La mayoría de estos objetos no exceden de los cinco euros, lo que atrae a muchos compradores y curiosos que buscan algo decente a un precio casi regalado.

Sin embargo, la presencia de este mercado ambulante, ahora más grande y concurrido, incordia cada vez más a los vendedores del Mercat dels Encants, que denuncian la inacción y permisividad del Ayuntamiento con este problema. “Antes de la reforma [dels Encants] ya existía el mercado de la miseria, pero no de esta manera tan descarada”, explica Alex Henche, miembro de la Junta de La Asociación de Vendedores dels Encants. En declaraciones a este medio, Henche remarca que la presencia de estos vendedores ambulantes daña a nivel de imagen a els Encants, que tiene años de historia”.

Indignación entre los vendedores

Pero el colmo de la indignación de los paradistas del mercado más antiguo de Barcelona llegó a finales de mayo, cuando observaron atónitos cómo los vendedores ambulantes se habían instalado justo al lado de la Fira de Bellcaire –cerrada los domingos– en una zona delimitada y permitida por la Guardia Urbana.

Este hecho les impulsó a emitir un comunicado, donde La Asociación de Vendedores dels Encants denunciaba públicamente su "total disconformidad ante la autorización y tolerancia que el Ayuntamiento de Barcelona mantiene" ante la proliferación de la venta ambulante en el entorno del mercado.

Críticas al Ayuntamiento

Además, la asociación anunciaba que pondría en marcha “todos los mecanismos legales de los que dispone para poner fin a esta actividad autorizada por el Ayuntamiento de Barcelona los domingos”, así como “la instalación no autorizada los días laborables cuando el mercado permanece abierto”.

No obstante, en el mismo comunicado remarcaban que en ningún caso hacen “responsables de esta situación a los agentes de Guardia Urbana. Constatamos los enormes esfuerzos que hacen para erradicar este tipo de actividades y agradecemos enormemente su esfuerzo”.

Aumento de la agresividad

La Guardia Urbana también lamenta y critica la actitud que mantiene el Ayuntamiento respecto a este problema. “La falta de constancia, la permisividad y el buenismo malentendido provoca un efecto llamada a la ciudad de Barcelona, lo que agrava todavía más el problema existente”, reconoce Eugenio Zambrano, portavoz del sindicato CSI-F en la Guardia Urbana de Barcelona. Además, Zambrano denuncia la “falta de recursos materiales y humanos” a los que se enfrenta la Guardia Urbana, lo que facilita que se produzcan escenas parecidas a la que se vivió el pasado 10 de junio, cuando los vendedores ambulantes se enfrentaron a la policía y los hicieron retroceder.

Además, el portavoz del sindicato CSI-F en la Guardia Urbana relata a Crónica Global que la alcaldesa Ada Colau se ha reunido con los vendedores ambulantes y les ha explicado que la presión policial procede de “decisiones autónomas de la Jefatura de la Guardia Urbana”, un hecho que desde el cuerpo policial niegan categóricamente. Según Zambrano, estas falsas acusaciones provocan “un aumento de la agresividad” de los vendedores ambulantes, que hasta ahora habían mantenido una actitud pacífica y no suponían un problema de orden público.

"Tolerancia mal entendida"

Por su parte, la oposición también denuncia la permisividad del Ayuntamiento frente a este tipo de problemáticas, que para muchos se han convertido en un mal endémico de la ciudad y en un tema ampliamente discutido en los plenos del consistorio.

Jaume Collboni, que se reunió a principios de junio con la Junta de vendedores del Mercat dels Encants de Barcelona y con las Asociaciones de vecinos y comerciantes del entorno de la plaza de les Glòries, denunciaba que “el gobierno de Ada Colau practica una tolerancia mal entendida en relación a las actividades no reguladas de ocupación al espacio público”.

Collboni añadía que en la zona de Glòries “se está traspasando una línea roja que nunca se tendría que haber cruzado. Tenemos un problema de ciudad y metropolitano, como se puede comprobar si pasamos por la zona cualquier domingo por el efecto llamada que se está produciendo”.

Queda a la espera, pues, ver cómo resuelve el actual gobierno municipal esta problemática en el entorno de las Glòries, que se suma a una larga lista de escollos relacionados con la seguridad, una de las constantes contiendas con las que la izquierda históricamente siempre ha tenido que lidiar.