Crimen de la Guardia Urbana: otra reclusa habla de complot contra Rosa Peral
Mari Carmen Molina, que acaba de cumplir condena en Wad-Ras, también oyó cómo unas internas maldecían a la agente imputada
10 abril, 2018 00:00No sólo la malograda Claudia Rodríguez escuchó que un grupo de reclusas (Jennifer, Ányuli, Jessica y Rebeca) se conjuró para denunciar con falsedades a la agente Rosa Peral y así dinamitar su reputación.
Según ha podido confirmar Crónica Global, Mari Carmen Molina, una mujer condenada por hurto, que ingresó en Wad-Ras el 5 de septiembre del 2017, también fue testigo de las maniobras de ese grupo de internas para perjudicar la imagen de la agente de la Guardia Urbana Rosa Peral, encarcelada junto al también guardia Albert López por la muerte de Pedro Rodríguez.
Vieron el montaje
En declaraciones a este medio, Molina ha explicado: “Yo viví mucho tiempo junto a Claudia Rodríguez y las dos vimos el montaje que estaban preparando contra la Rosa. Las dos sabíamos que esas tías eran mala gente y que actuaban a sus anchas en la cárcel. Un día, Ányuli nos dijo que Rosa le había dicho que iba a secuestrar a la Silvia (la directora) con un cuchillo para forzar que la sacaran de allí y se la llevaran a Brians. ¡Menuda idiotez! ¿Quién puede creerse esta tontería? A ellas les daba igual. Lo único que querían era crear mal ambiente alrededor de Rosa”.
Jennifer y Ányuli acabaron denunciando ante el juez un supuesto intento de Rosa Peral para contratar desde la cárcel a un sicario que tenía que matar a su exmarido, el agente de los Mossos d'Esquadra Rubén Carbó.
Mari Carmen Molina está segura de que la muerte de Claudia (oficialmente fallecida por una sobredosis tras ahogarse con una bolsa en la cabeza) es "una mentira que nadie se cree": "A esa niña la mataron. La mataron las mafiosas de la droga que a su vez querían machacar a la Rosa. A la Claudia la mataron porque querían cerrarle la boca”.
Cartas delatadoras
Como ya adelantó este medio, Claudia Rodríguez envió dos cartas a Rosa Peral (con quien había coincidió durante unas semanas en la cárcel) en las que se prestaba a declarar ante el juez sobre el complot que se había urdido en Wad-Ras contra la policía. Murió el 11 de marzo, el mismo día en el que envió la segunda carta a Rosa Peral.
“Le hicieron la vida imposible. Son mala gente, y la directora los sabía”.