La lucha de los viticultores contra el cambio climático
El sector del vino afronta el calentamiento con medidas como la mejora genética de las vides o el desplazamiento a zonas más frías
4 febrero, 2017 00:00A pesar de que la sequía redujo la cosecha, los vinos del año pasado rayaron a gran nivel. Esta es la conclusión que ofrece el Informe de Vendimia 2016 elaborado por Bodegas Torres, que revela que el rendimiento del viñedo ha sufrido un descenso que oscila entre el 20% y 30% con respecto a 2015 a causa de una de las campañas más secas que se recuerdan. Detrás de ello, es fácil adivinar la sombra del cambio climático.
Acerca de esta posibilidad, el Instituto Catalán del Vino y la Viña (INCAVI) admite que la producción de este año ha sido menor, pero asegura que las condiciones climáticas no están menoscabando la calidad de los caldos catalanes, que califica de "excelentes". Por otro lado, el INCAVI no descarta que su sabor pueda verse afectada por los cambios atmosféricos, pero recuerda que el gusto de este licor no es "constante" ni "homogéneo", y que el consumidor habitual asume con naturalidad dichas variaciones.
Vinos con mayor graduación
En cualquier caso, cada vez existen más pruebas de la incidencia del cambio climático en la producción vinícola. Una investigación de la Universidad de Columbia, publicada el año pasado en la revista Nature, demuestra que el aumento de las temperaturas en las últimas tres décadas ha adelantado progresivamente la fecha de las cosechas en todo el mundo, desde Australia y California, hasta Sudamérica y Europa. Asimismo, dicha situación está variando las técnicas centenarias de la elaboración del vino.
Ambos extremos son confirmados por el presidente de Bodegas Torres, Miguel A. Torres, que revela que en los últimos 40 años, la vendimia en el Penedès se ha avanzado unos 10 días de media. "Esto crea un desfase entre la maduración de los taninos y la de los azúcares", precisa, "lo que dificulta el trabajo del enólogo para preservar la calidad del vino".
Una de las consecuencias de ese desequilibrio madurativo es que ha ido aumentando paulatinamente la graduación alcohólica de los caldos, con lo que "ya no es raro encontrar en España algunos que sobrepasan los 15 grados de alcohol".
Los caldos serán diferentes
Lo adverso de tales circunstancias no arredra a los viticultores, que se han puesto manos a la obra para hacer frente al calentamiento global. "Estamos cambiando la manera de cultivar nuestros viñedos con el fin de retrasar la maduración de la uva", declara Torres. Así, por ejemplo, el "deshojado después del envero ha caído en desuso ante los portajertos, mecanismo que dilata el desarrollo del fruto". Por otro lado, parte del sector, junto con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, lleva tiempo investigando qué vides resisten mejor la sequía, ya sea mejorándolas genéticamente o recuperando variedades ancestrales.
Si todo ello se revela insuficiente, en Torres apuestan por desplazar los viñedos a zonas más frías. De hecho, la empresa ya ha adquirido viñas en Tremp (Lleida) a 950 metros de altitud, y en el pirineo aragonés, a 1.200 metros, pese a que allí las temperaturas aún son demasiado bajas para el cultivo.
¿Son estas medidas excesivas? A tenor de las predicciones de su presidente, no: "Si las temperaturas suben dos grados será un desastre para la viticultura, que ha dedicado milenios de experimentación para mejorar los cultivos. Las técnicas y las localizaciones cambiarán. No se dejará de hacer vino, pero será diferente".