Jorge Javier torea a Pablo Iglesias y las prácticas perversas
Desayuno con Queralt del Hierro, Racionero, Esparza y Barraycoa en el Windsor. Es el jurado del Stella Maris de Historia. La obra premiada aborda la amistad secreta entre Lorca y José Antonio.
31 enero, 2015 11:49Artur Mas, el presidente de la Generalidad, cumple 59 años. Como es notorio, se somete a toda clase de tratamientos antiaging y ha frenado en seco la caída del cabello. Usa también una fórmula magistral (de la marca Ortega Nocano) para colorear el tupé, que luce natural. Está hecho un pimpollo a pesar de los estragos del proceso, de que duerme poco y de que habita desde años un farol non stop. Cuando concejal, Mas era un hombre cordial, abierto, simpático y que se manejaba en un excelente español sin acento. Nadie es como era hace veinte años, pero en el Mas público no hay ni rastro de lo que fue.
Diez o menos años atrás, el actual president era el tipo al que ERC había birlado la cartera dos veces. En sus tratos con los periodistas comenzó a dejarse acompañar por el sujeto de las gafas blancas (que es igual que el mocito feliz, el tipo que salía detrás de todos los imputados del caso Marbella) y ya no quedó nada del hombre distante, aunque tratable, que había sido. Ponía pegas para las entrevistas en castellano. Tenía el gesto hosco y agrio y miraba con recelo a todo el mundo. Despachaba entonces en la sede convergente de la calle Córcega, que estaba entre un sexshop nada discreto y la Casa de Valencia, que expone gallarda (y sucia) la bandera nacional.
La primera vez que Mas ganó unas elecciones surgió el tripartito. Año 2003. El lunes después de aquel triunfo que no le valdría para nada, el líder de CiU cruzaba el paseo de Gracia en dirección al Palau Robert. Mentón al frente, paso rápido, levitaba Mas como si los zapatos llevaran overcraft. Iba solo y en su cara se leía la alegría de vivir, primera estación de la línea del desengaño. Tal vez todo aquello contribuya a explicar el odio africano entre CiU y ERC, que es uno de los defectos de fabricación del proceso. Habrá pastel en Can Rakosnik. Happy birthday, Mr. president.
La actualidad rosa es de nivel Sara Montiel, que fuera musa de José Bono y el socialismo manchego. Le ha salido una hija anónima mexicana cuyo padre sería Ramon Mercader, el asesino de Leon Trotski. Es la ouija del amor, poltergeist en el mundo de los espíritus. Montiel, como el Cid y Encarna Sánchez, hasta fallecida gana portadas, lo que prueba la eficacia del concepto "antes muerta que sencilla, ay que sencilla".
Historias. E Historia. Desayuno en el Windsor, en la misma calle Córcega. Pilar Queralt del Hierro, Luis Racionero, Javier Esparza y Javier Barraycoa. Un lujo inesperado, un festín, un momento de felicidad, la celebración del arte de vivir. Luis Racionero no practica el antiaging sino la buena vida y está enorme, tieso como una vara, rápido, ágil y vertical cual delantero. Pilar habla de Agustina de Aragón, que era de la Barceloneta, y don Luis replica que no dejaron trasladar una estatua suya de Zaragoza a Ceuta, donde falleció, a causa de la prohibición del tráfico de heroínas. A partir de ahí comienza el espectáculo. Los cuatro forman el jurado del premio Stella Maris de Historia y Biografias históricas, que se presentó ayer en un reservado del Windsor, como en los buenos viejos tiempos. El cuarteto ha decidido que la obra ganadora es Rosas de plomo, crónica verídica y documentada de la amistad secreta de Federico García Lorca y José Antonio Primo de Rivera. A mediados de febrero estará en las librerías. El autor premiado es el andaluz Jesús Cotta, profesor de Filosofía, que concurrió bajo el pseudónimo de Perseo Sánchez. Según la nota de prensa de la editorial Stella Maris, "Cotta nació en Cártama (Málaga) en 1967. Estudió la carrera de Filología Clásica. Desde hace años reside en Sevilla y actualmente imparte clases de Filosofía y Griego en el IES Martínez Montañés de la capital hispalense. Es autor de ensayos como Topicario. Arpones contra el pensamiento simple o Ulises y las sirenas. El dilema de la infidelidad. También ha escrito la novela Las vírgenes prudentes y el libro de poemas A merced de los pájaros".
Dicho lo cual, desayunar con Pilar, Racionero, Esparza y Barraycoa es asistir a la exhibición impúdida y festiva de la inteligencia, la sabiduría, el rigor y la ironía. Lorca y José Antonio forman una pareja imbatible, pero se habla de todo, de Pla y Porcel, de Umbral y Ruano en el Gijón, de un café en Figueras y de la foto de José Antonio que hay en la entrada, a la derecha, de la casa de Dalí en Port Lligat. Racionero es el agente provocador y luce un pin del Barça que es más punk aún que el parche de Esparza, el sentido del humor de Barraycoa y el rigor de Queralt del Hierro. Genios. El libro que patrocinan promete. Aseguran quienes lo han leído que está a la altura de las expectativas que genera el jurado. A micrófono cerrado (y con perdón por la osadía), Racionero explica que Pla, de espía, mandó desde Marsella un mensaje a Burgos con el siguiente texto: "Envíen un abrigo. Aquí hace mucho frío". La frase no encaja con el código cifrado, le replicaron. No hay ningún código, necesito un abrigo, contestó Pla, que optaría poco después por levantarle el sobretodo a Areilza en un restaurante de Roma.
Pablo Iglesias es un personaje del mundo rosa que ha tenido que salir al paso de las especulaciones sobre su no ruptura con Tania Sánchez. Siguen juntos y se leyeron juntos "La Otra Crónica" en la que se afirmaba que ya no estaban juntos. Pero lo están, tan juntos que ella brega para que Izquierda Unida se diluya en Podemos. La opa es hostil, hasta el punto de que Podemos ya casi es IU con otro nombre. Después del triunfo de Syriza, los podemistas ya no son tan divertidos. Iglesias se ha embalado y trata a la canallesca con un desprecio supino, como el difunto "adelante comandante" Chávez hacía con quienes le llevaban la contraria. Mandarle callar fue uno de los momentos cumbres del ocaso de Don Juan Carlos.
Jorge Javier Vázquez, el periodista referente junto a Evaristo Mejide y El Follonero, ha puesto a caer de un burro a Pablo en su blog del Lecturas. Le llama prepotente, chulo, soberbio y más. El toque de atención ha provocado un efecto inmediato. Pablo ha pedido perdón y baja la cabeza en las entrevistas. No estuvo bien llamarle Don Pantuflo a Eduardo Inda. Feo, tan feo como los tuits de Maurizio Carlotti quejándose de que al Gobierno no le guste que en la Sexta se haga propaganda de Podemos. El periodista de El Mundo Daniel G. Sastre ha acuñado la expresión "el puto twitter" para referirse a los estragos del invento en la ya de por sí estulta naturaleza humana. Contaba que mientras Mas y Junqueras se zurraban la badana delante de Forcadell, Casals y Vila d'Abadal, en "el puto twitter" se daba por cierto que la reunión había terminado.
Carlotti en el tuiter tiene más peligro que ofender a Pilar Rahola, que lleva un par de artículos dando leches a Junqueras y a Pablo Iglesias que tiembla el Kremlin. Pero ella no es así. Hoy, por ejemplo, habla de esas "bestias peludas tan adorables" y resulta que no se refiere a Mas y los suyos, sino a los perros, los gatos y los pobres toros: "Los que somos sensibles a los animales no acostumbramos a tener buenas noticias porque la tierra se ha convertido en una zona hostil para la vida, especialmente feroz contra los animales. Y la afirmación tanto sirve en genérico para todo tipo de seres vivos –la destrucción de la cadena biológica va a la carrera–, como para los animales de compañía, tan a menudo usados como juguetes rotos". ¡Qué sensibilidad! Pero lo mejor es cómo se refiere a la Fiesta Nacional, o sea, las corridas de toros. Escribe Rahola: "Por cierto, y en alerta, CiU y PSC están pactando una enmienda que podría legalizar las “corridas sin sangre” en les Terres de l’Ebre, lo cual sería un atroz retroceso en la lucha contra la perversa práctica del toreo".
"La perversa práctica del toreo". ¡Guauuu! Toreo perverso dice Rahola. Es cierto, es una perversión y ahí se ha delatado la columnista y consejera de Mas. Mallas apretadas, bultos sobresalientes, que hasta el rabo todo es toro... Un universo de sugerencias que suscita un imaginario todavía más eréctil que el de los castellers.