Tiene nombre de palacio pero es desconocido pueblo de Lleida: cuenta con cuatro ermitas y un curioso pasado

Tiene nombre de palacio pero es desconocido pueblo de Lleida: cuenta con cuatro ermitas y un curioso pasado VIL·LES FLORIDES

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Tiene nombre de palacio pero es desconocido pueblo de Lleida: cuenta con cuatro ermitas y senderos llenos de color

Este modesto municipio es rico en tierras, naturaleza y en patrimonio arquitectónico

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No es el único municipio de Cataluña que tiene nombre de palacio y resulta que es un pueblo, pero sí es uno de los más desconocidos.

Por su tamaño no es. Tiene más de 2.200 habitantes y una historia que merece ser contada, porque su nombre no es casual ni metafórico.

El Palau d’Anglesola (Lleida) debe su denominación a la existencia de una residencia señorial medieval, un palatium, que perteneció al linaje feudal de los Anglesola, una familia con poder territorial en el Urgell entre los siglos XI y XIII.

Ese núcleo de poder dio lugar al asentamiento que, con el paso del tiempo, evolucionó hasta convertirse en el actual municipio, conservando en su topónimo la huella de su origen histórico.

Municipio agrícola

Como buen pueblo de Lleida, durante siglos la economía local se basó en la agricultura de secano, con predominio de cereales y cultivos adaptados a un territorio de pluviometría limitada.

La estructura social giraba en torno al trabajo del campo y a una organización rural dispersa, con ermitas y explotaciones agrarias repartidas por el término municipal.

La transformación

La transformación decisiva llegó en el siglo XIX con la puesta en funcionamiento del Canal d’Urgell, una de las grandes obras hidráulicas de Cataluña. La llegada del agua permitió el paso al regadío, incrementó la productividad agrícola y propició el crecimiento del núcleo urbano.

A partir de ese momento, el pueblo inició una etapa de modernización que marcó su configuración actual. Ahora, el municipio tiene una vida social intensa y una red senderos que en estas épocas son un río de hojas secas multicolor, gracias a ello es una de las Vil·les Florides de Cataluña.

Iglesia de Sant Joan Baptista

Más allá de la naturaleza, El Palau d’Anglesola conserva muchos elementos patrimoniales. El principal edificio patrimonial del casco urbano es la Iglesia parroquial de Sant Joan Baptista construida entre 1798 y 1807.

El templo presenta una estructura de tres naves, con presbiterio elevado y una arquitectura sobria, representativa de la transición entre el barroco tardío y el neoclasicismo. Desde su construcción, ha sido el centro de la vida religiosa y social del municipio, además de un referente visual y urbano.

A lo largo de los siglos, la iglesia ha sido objeto de diversas actuaciones de conservación y mejora, manteniendo su función litúrgica y su papel como espacio de encuentro comunitario.

Sant Roc

No es la única iglesia del lugar. La Ermita de Sant Roc, dedicada a un santo tradicionalmente relacionado con la protección frente a enfermedades y epidemias, también es muy querida.

Aunque la ermita original desapareció, el municipio impulsó la reconstrucción del edificio en 2012, recuperando así un elemento simbólico de la memoria colectiva. Actualmente, se sitúa en un entorno acondicionado y cumple una función principalmente conmemorativa y festiva dentro del calendario local.

Ermita de Santa Llúcia

Alejada del núcleo urbano, hay otra ermita, la dedicada a Santa Llúcia. Y, a pesar de la distancia, es uno de los edificios más antiguos del término municipal.

Documentada al menos desde el siglo XVI, se trata de una construcción de pequeñas dimensiones y nave única, vinculada históricamente a celebraciones religiosas concretas.

La Cooperativa del Camp

Pero no todo son iglesias. La importancia de la agricultura y su desarrollo moderno tienen su núcleo duro en la Cooperativa del Camp, tanto como institución económica como por el valor patrimonial de su edificio histórico.

El edificio de la cooperativa, construido a finales de la década de 1920, responde a los criterios de la arquitectura agraria catalana del momento y recuerda la importancia del cooperativismo.

La creación de cooperativas fue fundamental para organizar la producción, el almacenamiento y la comercialización agrícola tras la llegada del regadío.

Cómo llegar

Los vecinos de Mollerussa conocen bien esta zona. La ciudad está muy próxima, como también lo está Lleida, a unos 30 kilómetros. Son 25 minutos en coche desde la capital del Segrià yendo por la autovía A-2.

Desde Barcelona, el camino es más largo: aproximadamente una hora y media. La ruta es la misma, pero en sentido inverso. Se va por la autovía A-2 y se toma la salida a Mollerussa, desde donde se accede a El Palau d’Anglesola.