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El 'Petit Versalles' que se esconde en el corazón de Lleida: una joya neoclásica entre campos de cereal

Más allá de las rutas convencionales, este imponente conjunto de jardines y fachadas señoriales sobrevive como un testimonio inesperado de la aristocracia rura

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Existen rincones en la geografía catalana que parecen haber sido diseñados para desafiar la lógica del paisaje que los rodea. Mientras el viajero se acostumbra a la serenidad de los campos de secano y al horizonte infinito de las tierras de Poniente, de repente emerge una arquitectura propia de las grandes cortes europeas. Es un contraste casi irreal, donde la sobriedad del entorno rural se rompe por la irrupción de columnas, frontones y una elegancia que remite directamente al esplendor del siglo XVIII.

Este destino, a menudo ignorado por las guías turísticas más comerciales, guarda entre sus muros una historia de poder, educación y prestigio social. No se trata solo de un edificio, sino de un símbolo de una época en la que Cataluña buscaba proyectar su identidad a través de la piedra y el orden académico. Recorrer sus estancias es viajar a un pasado donde el refinamiento neoclásico convivía con la dureza de la vida agrícola, creando un oasis de sofisticación en medio del silencio del interior.

Horizonte señorial

El epicentro de esta ruta es la Universidad de Cervera, un edificio monumental que, por sus dimensiones y estilo, es considerado uno de los mejores ejemplos del neoclasicismo en Europa. Su construcción fue un encargo de Felipe V, quien tras la Guerra de Sucesión, decidió centralizar toda la enseñanza universitaria de Cataluña en esta localidad de la Segarra. El resultado es una mole de piedra que sorprende por su simetría y su aire cortesano.

Universidad de Cervera

Universidad de Cervera Wikipedia

El espacio más deslumbrante es, sin duda, el Paraninfo. Sus techos altos, la suntuosidad de su retablo barroco y la acústica perfecta hacen que el visitante olvide que se encuentra en una pequeña capital comarcal. Es aquí donde el apodo de "Petit Versalles" cobra sentido, especialmente cuando la luz de la tarde incide sobre su fachada de estilo barroco y neoclásico, resaltando las esculturas que decoran la entrada principal.

Piedra eterna

Para disfrutar de esta experiencia, el viajero debe organizar su visita con antelación, ya que el edificio sigue albergando diversas instituciones. El horario de visitas suele ser de lunes a viernes, aunque los fines de semana se organizan rutas guiadas que permiten acceder a los rincones más privados del recinto, como la capilla o el patio central. Las entradas suelen tener un precio simbólico de entre 3 y 5 euros, dependiendo de si se opta por la visita libre o guiada.

Patio interior de la Universidad de Cervera

Patio interior de la Universidad de Cervera Generalitat de Catalunya

Llegar hasta este enclave es sencillo desde Barcelona o Lleida. La forma más rápida es a través de la A-2, tomando la salida hacia Cervera. El trayecto ofrece, además, la posibilidad de perderse por las carreteras secundarias de la Segarra, una comarca salpicada de pequeños pueblos medievales y castillos que refuerzan la sensación de estar en una época distinta. Para los amantes del turismo ferroviario, la línea R12 ofrece una conexión directa que permite disfrutar del paisaje.

Esencia rural

Además del edificio universitario, no se puede abandonar la zona sin pasear por el Callejón de las Brujas, un rincón lleno de misterio que contrasta con la luz del conjunto académico. La gastronomía local es otro de los pilares de este viaje, donde los platos de caza y el aceite de oliva virgen extra de la zona son protagonistas indiscutibles. En 2025, Cervera se ha consolidado como un refugio de paz para quienes buscan una escapada cultural sin las aglomeraciones de la costa.

El "Versalles" leridano no es solo un monumento, es el alma de una comarca que ha sabido preservar su historia frente al paso del tiempo. Ya sea por su importancia histórica o por la belleza plástica de sus jardines y plazas, este destino se postula como la parada obligatoria para cualquier cronista de viajes que busque la autenticidad. En este rincón de la Segarra, el tiempo no corre; se desliza entre piedras que aún respiran el eco de la ilustración.