Vilella Baixa

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Parece Nueva York, pero está en la Cataluña rural: "Llama la atención por sus sorprendentes edificios de hasta siete plantas"

La arquitectura vertical, inusual en un entorno campestre, le da un perfil urbano y pintoresco que le ha hecho ganarse la comparación con la ciudad americana

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El mapa de Cataluña es un lienzo de contrastes, donde las grandes metrópolis costeras conviven con la placidez de los paisajes de interior. En este mosaico de geografías, el viajero puede toparse con parajes que, a simple vista, desafían la lógica del entorno. En la comarca tarraconense del Priorat, un territorio mundialmente famoso por la excelencia de sus vinos y la aspereza de su terroir, se esconde una de estas singularidades arquitectónicas.

El impacto visual al llegar a este rincón es notable. La imagen que se proyecta ante el visitante es la de una urbe en miniatura, encajada entre colinas cubiertas de viñedos y olivos. El patrón de crecimiento del pueblo, obligado por las condiciones del terreno, generó un skyline insólito para la Cataluña más campestre. La verticalidad y la concentración de estructuras en un espacio reducido le han valido una comparación audaz y sugerente con una de las ciudades más icónicas del planeta.

Una metáfora urbana

El pueblo en cuestión es La Vilella Baixa, un municipio con 194 personas censadas, según los últimos datos disponibles. Se localiza en el corazón de la comarca del Priorat, al noreste de Falset y a poca distancia del Montsant. Su orografía es la clave de su fama: está asentado en la confluencia de los ríos Montsant y Siurana.

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El nombre que le ha dado el boca a boca no oficial es "la Nueva York del Priorat". Esta metáfora no es casual. La única forma de crecer para el núcleo urbano, sin espacio horizontal disponible, fue la elevación. El resultado son viviendas que alcanzan hasta siete plantas de altura, una rareza en la arquitectura rural catalana y un elemento que rompe el patrón de las masías y casas bajas típicas de la zona.

Desafío vertical

El núcleo antiguo se articula en torno a la calle Mayor, que asciende de forma pronunciada, y la plaza del Pont. La construcción en altura se hace particularmente evidente en el perfil que presenta el pueblo desde el puente de hierro, construido a principios del siglo XX. Esta perspectiva ofrece una visión de la arquitectura escalonada, donde las casas parecen apiladas unas sobre otras, buscando la luz y el espacio.

Esta peculiaridad constructiva no es solo estética, sino funcional. Permitió a los habitantes de La Vilella Baixa optimizar al máximo el escaso terreno edificable. Además, el pueblo se encuentra a unos 260 metros sobre el nivel del mar, y su emplazamiento en la ladera del río le confiere una vista panorámica privilegiada sobre el Priorat más agreste. El pueblo, en palabras del Diari Més, "llama la atención porsus sorprendentes edificios de hasta siete plantas".

Qué ver

Más allá de su perfil urbano inesperado, La Vilella Baixa ofrece al viajero la esencia del Priorat. El principal atractivo es el ya mencionado Pont de la Vilella, la estructura de hierro que ofrece la mejor foto del pueblo. Su arquitectura es una huella histórica del desarrollo de las comunicaciones en la comarca.

Vilella Baixa

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Otro punto de interés es la Iglesia de Sant Joan Baptista, una edificación neoclásica del siglo XVIII. Asimismo, pasear por sus calles estrechas permite apreciar la integración de la arquitectura tradicional, con piedra vista y balcones de hierro forjado, y el atrevimiento vertical de sus edificios más singulares. El pueblo es también un excelente punto de partida para adentrarse en la Ruta del Vino del Priorat, con diversas bodegas cercanas que ofrecen catas y visitas.

El Priorat

La Vilella Baixa es un destino que seduce por su dualidad. Por un lado, conserva el espíritu recio de la Cataluña rural, marcada por el cultivo de la vid y el olivo. Por otro, sorprende con un diseño urbano que recuerda a la densidad de las grandes urbes. Este contraste lo convierte en una parada imprescindible para el viajero de Crónica Global que busca historias singulares y paisajes insólitos en el interior de Cataluña.

El municipio, con su mezcla de tradición vinícola y su perfil arquitectónico "neoyorquino", reafirma la riqueza y la capacidad de asombro de los pueblos de la región bañada por el Mediterrñaneo.