El pueblo abandonado más bonito y trágico del Pirineo, Àrreu

El pueblo abandonado más bonito y trágico del Pirineo, Àrreu WIKIPEDIA

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El pueblo abandonado más bonito y trágico del Pirineo: destruido por un alud una Noche de Navidad

Tras varios intentos de repoblación, el municipio sólo conserva cinco habitantes

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Hay pueblos que, aunque abandonados, bien merecen una visita. Con toda la prudencia del mundo, para que no hayan accidentes y el único riesgo que se corra sea enamorarse de ellos.

Esto sucede cuando uno pisa Àrreu (Lleida), uno de los tantos pueblos abandonados de Cataluña, pero también uno de los más bonitos del Pirineo. A pesar de que solo quedan cuatro habitantes empadronados, el municipio es casi un pueblo fantasma y su historia pone los pelos de punta.

Todo sucedió una noche de Navidad. Era 25 de diciembre de 1803. Mientras sus vecinos dormían, un alud de nieve sepultó las casas y acabó con la vida de 17 personas. 

El pueblo desapareció en cuestión de minutos, y con él buena parte de la memoria de quienes habían construido sus viviendas en la ladera del barranco de Monars, una zona de alta montaña donde las avalanchas eran recurrentes.

Qué queda del pueblo

De aquellos tiempos quedan poca cosa. Por no decir nada. Grandes casas pintadas de un blanco que luce desgastado y casi gris por el paso del tiempo. Y eso que los vecinos trataron de volverlo a levantar tras la tragedia.

Con el tiempo, lo que quedó de las viviendas sepultadas, así como los restos de la antigua iglesia de Sant Serni de Àrreu, fueron utilizados como cuadras. Los testimonios de vecinos recogidos en distintos momentos recuerdan cómo, en ocasiones, aparecían restos del cementerio arrastrados por las aguas hasta el nuevo camposanto.

Un pueblo barrido por los aludes

Y es que Àrreu ha tenido varias vidas, así como otros aludes, en 1930, 1950 y durante la década de 1970, aunque ninguno de ellos alcanzó la magnitud ni la letalidad del ocurrido en 1803. 

La catástrofe del siglo XIX obligó a los supervivientes a replantear su futuro, y poco después reconstruyeron el pueblo unos metros más abajo, en una zona considerada más segura. Como Belchite, pero sin el azote de la guerra.

Intentos de rescatar Àrreu

Durante más de un siglo, Àrreu recuperó parte de su vitalidad. Llegaron a residir hasta 30 personas entre 1946 y 1970. Se dedicaban a la agricultura y la ganadería, pero la comunidad tenía su propia iglesia, la ermita de Mare de Déu de les Neus, y organizaba bailes y romerías que servían de encuentro para vecinos y habitantes de valles cercanos.

La falta de infraestructuras, sin embargo, acabaría marcando el destino del lugar. No había acceso por carretera y los desplazamientos debían hacerse a pie o con animales de carga. La leche y otros productos se transportaban en burros y yeguas, a los que se colocaban cestas en los costados para soportar el peso. Tampoco había escuela ni médico, y con el paso del tiempo la vida se hizo más difícil. En 1981, la última familia abandonó Àrreu.

Saqueos e inversiones

Con el pueblo vacío, muchas de las casas fueron saqueadas. Las reliquias de otra capilla, la iglesia de Sant Serni, entre ellas tallas de madera y dos picas bautismales medievales, fueron trasladadas a la parroquia de Sant Martí de Borén para evitar su desaparición.

Años más tarde, en la década de 1990, Àrreu vivió una nueva etapa con el boom de lo rural. Jóvenes que buscaban un modo de vida sostenible y en contacto directo con la naturaleza se instalaron en las casas, algunas cedidas por antiguos propietarios. La convivencia duró hasta 2005, cuando un proyecto de ampliación de las pistas de esquí de Baqueira Beret, que afectaba al valle de Àrreu, provocó el abandono definitivo de aquellos neorrurales. Aunque han llegado nuevos vecinos.

Qué hay ahora

Los últimos datos del Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat) apuntan que hay 5 vecinos registrados en el municipio: dos hombres y tres mujeres. Ellos mantienen viva la historia de esta bonita localidad con una historia marcada por la tragedia. Aunque Àrreu tiene más por ofrecer.

A pesar del abandono, el entorno conserva una rica biodiversidad, con presencia de ciervos y osos. Existen rutas señalizadas que permiten recorrer la zona a pie, como la que parte de Borén, en el margen del río Noguera Pallaresa. El sendero cruza el puente de la Noguera y asciende hasta el pueblo, pasando junto a los restos de un antiguo castillo.

A nivel arquitectónico, la ermita de Mare de Déu de les Neus, del siglo XI, fue la única construcción que resistió el alud de 1803. De hecho, todavía hoy constituye un lugar de peregrinación en el que cada 5 de agosto se celebra una tradicional romería. En los alrededores también se encuentra el lago de Airoto, con refugio para excursionistas.

Cómo llegar

Aunque el acceso sigue siendo complejo, Àrreu bien merece una visita. La capital catalana que queda más cerca es Lleida. El viaje, por eso, dura tres horas y media. Se va por la autovía A-2 hasta hacia Agramunt donde se enlaza con la carretera C-14 y se empalma con la N-260 en dirección Sort, donde se prosigue por la C-13 hacia Esterri d’Àneu. Al llegar a las cercanías de Borén, punto de referencia más próximo, se toma el desvío hacia el valle de Àrreu. 

Desde Barcelona aún es más largo el viaje, cuatro horas y media. Se toma la C-58 hasta enlazar con la C-16 y una vez pasado el túnel del Cadí se continúa hacia la Seu d’Urgell, donde la ruta conecta con la N-260 hasta Sort.