El pueblo de Pirineo que debe su riqueza al mar, Gerri de la Sal

El pueblo de Pirineo que debe su riqueza al mar, Gerri de la Sal WIKIPEDIA

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El pueblo de Pirineo que debe su riqueza al mar: está a más 600 metros de altura y tiene un Bien de Interés Cultural

Con menos de 130 habitantes, este municipio de Lleida sorprende por su pasado y su presente

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El agua en el Pirineo no siempre estuvo en los glaciares. Es más, esas montañas no estuvieron siempre sobre el nivel del mar, sino bajo él. Hay pruebas de ello.

En el valle de la Noguera Pallaresa hay un pueblo cuyo nombres recuerda ese momento. Se llama Gerri de la Sal, está a 607 metros de altura y conserva la huella de aquel antiguo mar de Tetis que lo cubrían.

Ahora, 210 millones de años más tarde, este lugar todavía guarda depósitos de sal de esa época bajo tierra. Este mineral fue el que, durante siglos, sustentaba la economía de la zona. De allí que milenios más tarde también le dé nombre al municipio.

Pocos piensan en eso cuando cruzan esta villa tranquila del Pirineo catalán. Un pueblito discreto, de 121 habitantes, que destaca por un conjunto medieval de gran valor histórico y arquitectónico, declarado Bien Cultural de Interés Nacional.

Qué ver

La localidad empezó sus andaduras como vila closa, es decir, una población amurallada de la que aún se conservan vestigios. De aquella época todavía se conserva el trazado de las callejuelas empedradas, que se estrechan bajo arcos de piedra y desembocan en plazas como la de Sant Feliu o la del Mercadal, antiguamente núcleo de la vida comercial. 

En el antiguo rabal, los edificios se elevan mirando hacia el río y, entre sus monumentos, sobresalen la Torre de la Prisión del siglo XIII y el puente románico del siglo XI, que cruza el Noguera Pallaresa y conduce directamente al mayor tesoro patrimonial de la villa: el monasterio de Santa Maria.

Iglesia de Gerri de Sal

Iglesia de Gerri de Sal PATRIMONI DE CATALUNYA

Un símbolo de fe y poder

Esta construcción religiosa fue fundada en el siglo IX y consagrada en 1149. Con el nombre de Santa Maria de Gerri, fue uno de los centros monásticos más influyentes del Pirineo durante la Edad Media. 

Su auge en el siglo XII está vinculado a la evangelización de Urgell, que le otorgó una riqueza notable. Los conflictos bélicos y la decadencia económica les hizo perder su relevancia.

La leyenda de la Virgen

De esos años de esplendor, se conserva aún la iglesia románica, con su pórtico de entrada, los capiteles esculpidos y la imagen neorrománica de la Virgen de Gerri. Esta figura, además, tien su propia historia

Cuenta la leyenda popular que la madre de Dios habría salvado al conde de Pallars tras caer en el lago helado de Montcortès. Un relato que forma parte de la identidad espiritual del lugar, tanto como la sal.

Un monumento protegido

Con el relato y, sobre todo, por su arquitectura y sus detalles, el monasterio está declarado Bien Cultural de Interés Nacional. Un testimonio de la grandeza pasada caído en decadencia y que espera las reformas adecuadas para brillar de vuelta.

Más allá de esta construcción, la verdadera singularidad de Gerri de la Sal reside en su vínculo con un mar desaparecido. La retirada del Tetis dejó estratos de sal que, con el tiempo, fueron arrastrados por aguas subterráneas hasta aflorar en la llamada fuente Mina Ofita. 

La sal como fuente de riqueza

De ahí surgió el aprovechamiento de las salinas, cuya explotación está documentada desde el siglo VIII y se mantuvo hasta hace apenas unas décadas. Situadas entre el pueblo y el río, transformaron la economía de la villa durante siglos.

El producto se almacenaba y gestionaba en la Casa de la Sal o Real Alfolí, un edificio que se ha convertido en museo y centro de interpretación. Hoy, el visitante puede recorrer sus salas y conocer cómo era el proceso de extracción, secado y almacenamiento, además del impacto social y cultural que la producción de sal tuvo en este rincón pirenaico.

Vista aéra de Gerri de la Sal

Vista aéra de Gerri de la Sal PATRIMONI DE CATALUNYA

Un presente de aventuras

Aunque ya no están en funcionamiento, las salinas siguen siendo parte inseparable de la identidad de Gerri. El trazado de sus eras, visibles junto al río, recuerda la actividad frenética que convirtió a esta villa en un referente industrial de la montaña.

Ahora, el pueblo vive más del turismo de aventuras. Las rutas de senderismo y actividades de aventura vinculadas al río, como el piragüismo o el rafting, han vuelto a resucitar este pequeño pueblo cargado de historias.

Cómo llegar

Como pasa con los pueblos del Pirineo, conocerlo lleva tiempo: se tarda horas y media en coche desde Barcelona. Debe irse por la A-2 en dirección a Lleida y, tras atravesar la capital, se continúa por la C-13 hacia hasta La Pobla de Segur. 

Desde allí, la N-260 se adentra en el valle de la Noguera Pallaresa hasta alcanzar el pueblo. Desde Lleida, el viaje dura alrededor de dos horas