Así es uno de los barrios más marginados de Lleida, la Mariola
Así es uno de los barrios más marginados de Lleida: nació como un plan franquista de ensanche y hoy reclama su dignidad
La zona cuenta con más de 10.000 vecinos que tratan de compensar la falta de inversión municipal
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Lleida tiene uno de los barrios más ricos de España, pero también otros mucho más modestos. Un reflejo de las brechas sociales de la ciudad. Si a las afueras se encuentran los chalets con piscina de Ciutat Jardí, en su margen oeste, La Mariola destaca por su historia de segregación urbana y pobreza persistente.
La historia de este último barrio es particularmente reciente. Se desarrolló durante los años 1960 como parte de una iniciativa del régimen franquista. En esta zona periférica de la ciudad empezaron a alojarse trabajadores del campo procedentes de Castilla, Extremadura y Andalucía.
El franquismo trató de erradicarlas y construyó numerosos polígonos de viviendas de protección oficial al margen del centro urbano para alojar familias que llegaban de las provincias del sur de España. El conjunto “Príncipe Juan Carlos” —hoy conocido como Bloques Juan Carlos— es uno de los más emblemáticos.
Desde su creación, La Mariola se mantuvo como un núcleo habitado mayoritariamente por población obrera e inmigrante. El problema es que el trazado urbano careció de planificación y quedó pendiente de equipamientos. Esa condición de periferia empobrecida se reforzó a lo largo de las décadas, convirtiéndose en un escenario de estigmatización y exclusión.
Un barrio muy poblado
La degradación urbana ha sido documentada en los últimos tiempos. Según reportes de prensa, diversos bloques han caído en condiciones precarias, del que se destaca que “el barrio… se ha ido degradando en los últimos años, urbanística y socialmente”.
La densidad del barrio es notable: son más de 10.000 habitantes, su historia está marcada por la expansión urbana del franquismo, las migraciones del sur de España y décadas de estigmatización social, que tratan de combatir vecinos y Administración.
Cómo viven sus vecinos
A pesar de varias intervenciones públicas, el barrio ha arrastrado problemáticas vinculadas a la pobreza, el paro estructural, la precariedad habitacional y el acceso limitado a oportunidades. Tanto es así que, a principios del siglo XXI, las administraciones autonómicas y locales identificaron La Mariola como una de las zonas prioritarias de actuación.
En 2004 fue incluida en el Programa de barrios y áreas urbanas de atención especial, conocido como Plan de barrios. Este programa buscaba intervenir tanto en el espacio físico como en las dinámicas sociales, mediante acciones de rehabilitación urbana, mejora de los servicios promoción de la cohesión comunitaria. Así, a comienzos de 2025, el Ayuntamiento anunció la futura intervención en 432 viviendas como parte de un plan de regeneración urbano y social.
Su gente: su mayor valor
La convivencia vecinal es uno de los aspectos más notables en la vida cotidiana. La configuración del barrio favorece el contacto directo entre vecinos, el uso frecuente de los espacios públicos y el desarrollo de relaciones de proximidad.
La vida comunitaria en La Mariola genera redes de apoyo que desempeñan un papel importante en el día a día. Son frecuentes los saludos en los portales, las conversaciones espontáneas y las actividades organizadas entre residentes. Este entramado de relaciones favorece la colaboración en proyectos colectivos, desde las asociaciones vecinales hasta huertos urbanos o actividades culturales.
Calle Mart, en el barrio de la Mariola, de Lleida
En algunos casos, estos vínculos generan iniciativas que buscan responder a las necesidades más inmediatas del barrio, como la dinamización de espacios infantiles, talleres de formación o acciones de mediación.
El tejido comercial de proximidad también tiene una relevancia especial. Aunque limitado en comparación con otras zonas de la ciudad, los comercios de La Mariola ofrecen un trato personalizado, conocido por los vecinos, y en algunos casos gestionado por familias residentes en el propio barrio. Esta economía local contribuye a sostener la comunidad, más allá de su valor puramente económico.
Una zona poco conectada
La movilidad es otro de los factores que estructura la vida del barrio. La línea 4 del transporte urbano conecta La Mariola con el centro de Lleida y con otros puntos estratégicos, lo que facilita los desplazamientos y el acceso a servicios, aunque la frecuencia horaria y la duración de los trayectos son objeto de debate entre los usuarios habituales.
El crecimiento del barrio y su evolución urbanística han sido analizados desde distintas disciplinas, que coinciden en señalar la existencia de barreras simbólicas y espaciales que dificultan su integración con el resto de la ciudad.
Actualidad preocupante
Esta percepción se ha visto reforzada por hechos concretos que han ocupado espacio en la agenda mediática, como operaciones policiales vinculadas a delitos o situaciones de infravivienda. Sin ir más lejos este pasado mes de junio de varias actuaciones policiales revelaron redes de extorsión y ocupación ilegal de pisos, lo que reactivó la preocupación sobre el estado social y habitacional del barrio.
Al margen de estos desafíos, muchas familias siguen apostando por permanecer en el barrio. La existencia de redes afectivas, la familiaridad con el entorno, la cercanía de los servicios básicos y el sentido de arraigo generan dinámicas de resistencia que conviven con las dificultades cotidianas. También son habituales los casos de personas que, pese a contar con opciones de traslado, prefieren mantenerse en el mismo entorno que conocen desde hace generaciones.
El monumento que condensa el espíritu de La Mariola
El barrio mantiene una identidad fuerte, determinada por su historia y por la experiencia compartida de quienes lo habitan. La combinación de viviendas públicas, espacios públicos en transformación y memoria colectiva hacen de La Mariola un lugar singular dentro del mapa urbano de Lleida.
Y es que, por mucho que sus vecinos sean humildes, tienen una gran estima al barrio, al trabajo y a sus orígenes. Un claro ejemplo de ello es su principal monumento: una escultura instalada en 1973 que rinde homenaje a los labradores de la región, el Monumento a los Payeses.
La pieza, de estilo realista, representa a un campesino de pie, en actitud firme, junto a dos monolitos. Situada en un espacio público del barrio, simboliza la conexión entre las familias que llegaron a La Mariola y su pasado agrícola.