Cascada de roca perforada en municipio catalán

Cascada de roca perforada en municipio catalán Rupit

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El mágico pueblo de Cataluña con una cascada de roca perforada que parece de otro mundo

Descubre este pintoresco rincón catalán lleno de historia, paisajes sorprendentes y hermosas rutas naturales por explorar

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En lo más profundo de la geografía catalana se esconde un rincón donde el tiempo parece haberse detenido. Un pequeño pueblo rodeado de montañas, bosques frondosos y senderos silenciosos guarda un secreto natural que hipnotiza a todo aquel que lo descubre.

Allí, entre paredes de roca y un murmullo constante de agua, una cascada atraviesa un arco perfecto, creando la sensación de que el agua fluye desde otro mundo. Es un lugar donde la naturaleza ha esculpido su propia obra maestra y donde cada paso del visitante lo acerca a una experiencia visual difícil de olvidar.

Historia con raíces profundas

En la comarca catalana de Osona, se halla un pequeño y encantador núcleo rural con alma de santuario. Rodeado de montañas, bosques y senderos serpenteantes, Cantonigròs exuda autenticidad, silencio y conexión con la naturaleza.

Este rincón conserva arquitectura tradicional, cultura local, una historia que respira pasado y, sobre todo, un entorno natural que enamora desde el primer paso.

El origen de Cantonigròs se remonta al siglo XVI, cuando Toni Gròs estableció un hostal en este enclave con el propósito de acoger a viajeros entre Vic y Olot. Con el tiempo, el lugar evolucionó de masía hospiciana a asentamiento consolidado. Así, "Can Toni Gròs" derivó lingüísticamente en el actual topónimo "Cantonigròs".

El pueblo se estructura a ambos lados del antiguo camino real —hoy conocido como Carrer Major— donde se alzan construcciones de piedra con porches amplios, dinteles robustos y aberturas enmarcadas que evocan la arquitectura vernácula catalana más auténtica.

Estas casas, junto a la iglesia de San Roque (construida en 1854), completan un escenario donde los visitantes no sienten el paso de los turistas, sino la genuina vida rural que aún late.

Ruta hacia un espectáculo natural

Desde el aparcamiento cercano al campo de fútbol, comienza un sendero de unos 2,5 kilómetros hacia la Foradada. El acceso requiere una modesta tasa de 2,50 euros por persona, destinada a preservar este espacio protegido y regular el flujo de visitantes. Además, se limita el aforo (unos 50 visitantes) y se fomenta el respeto al entorno, sin música ni neveras para preservar la calma.

El recorrido es tan gratificante como el destino: el bosque ofrece senderos serpenteantes, rocas pulidas por el tiempo, vistas panorámicas del Collsacabra y, a medio camino, un curioso dolmen junto al Molino de la Foradada y una fuente natural, escondidos entre la vegetación. Con un desnivel de 150 metros, la senda no es exigente, pero sí envolvente.

Solo tras unos diez minutos viendo el primer indicador de la Foradada, el murmullo del agua comienza a imponerse.

La magia se revela en forma de cascada

Y entonces, aparece: un arco agujereado en la roca que enmarca la caída de agua como si fuera una ventana natural hacia otra dimensión. La erosión moldeó durante siglos esta abertura milagrosa en la pared rocosa y es en ese hueco donde radica el alma de este lugar único.

Foradada de Cantonigros

Foradada de Cantonigros Escapada Rural

La cascada desploma sus 15 metros sobre una poza esmeralda, el contraste perfecto entre fuerza y serenidad.

Los rayos del sol atraviesan el hueco de la roca de manera oblicua, proyectando figuras geométricas cambiantes sobre la superficie acuática, especialmente al atardecer, cuando incide el sol, y los reflejos dorados que se proyectan en la poza y las paredes dibujan un escenario de fantasía.

Manifiesto por una visita consciente

En la zona, un cartel reza "Fes-te invisible" recordando a los visitantes que su paso debe ser lo más liviano posible, respetando la delicadeza y equilibrio natural del entorno.

Más que un atractivo turístico, la Foradada es una zona natural protegida, un santuario donde impera la armonía entre agua, piedra y luz.

Cascada foradada

Cascada foradada Escapada Rural

La mejor época para disfrutar del espectáculo es tras lluvias intensas o en primavera, cuando el caudal está en plenitud; aunque incluso con poca agua, el lugar conserva una belleza íntima y sobrecogedora.

Qué más ver en Cantonigròs: tradición, paisaje y tranquilidad

Este pequeño pueblo presenta un casco antiguo con alma, en el que sus calles empedradas, las casas de piedra con porches y dinteles robustos, junto conla iglesia de Sant Roc, evocan la vida tradicional catalana, sin artificios.

Igualmente ofrece preciosos miradores, brindando puntos naturales desde los que divisar valles, bosques y montañas del Collsacabra, ideales para respirar profundo y reconectar con uno mismo.

Por otra parte, para los amantes de las caminatas, este pueblo cuenta con rutas de senderismo sencillas y atractivas. Hay varios caminos razonablemente accesibles que llevan por bosques, praderas y estructuras como antiguos molinos o restos de dolmenes. La experiencia es apacible, envolvente y memorable.

Más naturaleza, cultura e historia alrededor

Y más allá de todo lo que este municipio catalán ofrece a sus visitantes, también existen puntos interesantes por descubrir en sus alrededores. Alguno son los siguientes:

Morro de l’Abella: a pocos minutos en coche se encuentra este mirador con vistas espléndidas al pantano de Sau. El entorno invita a detenerse y contemplar un paisaje amplio y sereno.

Ruta circular hasta Rupit y Pruit: caminando desde Cantonigròs se puede trazar una ruta natural entre hayas, robles y campos, con panorámicas que incluyen el Pedraforca, obras de arquitectura rural como puentes y rincones con encanto para el descanso romántico.

Rupit y su puente colgante

Rupit y su puente colgante Equipatge de mà

Casas en Rupit

Casas en Rupit Equipatge de mà

Santuario de Cabrera: otro recorrido recomendable desde el pueblo, corto y accesible, que recompensa con vistas primaverales espectaculares y un entorno solemne.

Historia viva y festivales: además de su etimología, Cantonigròs fue sede de un histórico festival poético en catalán y acogió el Festival Internacional de Música coral hasta 2011, hoy trasladado a Vic.