
Así es el pueblo más pobre de Tarragona, Riba-roja d'Ebre AYUNTAMIENTO DE RIBA-ROJA
Así es el pueblo más pobre de Tarragona: un museo de arte urbano al aire libre en la ribera del Ebro
El municipio aún mantiene testimonios del pasado y los jóvenes del lugar han reivindicado a su gente en sus paredes
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Tarragona fue una tierra amada por los romanos. Allí tuvieron residencias de verano algunos emperadores, pero sobre todo un puerto comercial de los más importantes del Mediterráneo.
La ciudad sigue manteniendo esa posición, pero no toda la provincia es tan afortunada. Hay algunos pueblos que, por diferentes razones, han visto como su economía no acababa de despegar del todo, aunque eso no les impide tener una vida más que digna.
Es el caso de Riba-roja d’Ebre, un pueblo situado en un meandro perfecto del río que le da nombre que se erige entre colinas erosionadas y que, según los últimos datos, es el municipio más pobre de la provincia de Tarragona.
El último indicador de la renda familiar disponible bruta por habitante sitúa a esta localidad como la tercera más pobre de Cataluña, sólo por delante de Lloret de Mar y Montferrer i Castellbò, aunque no muy alejados de ellos.
Los datos del pueblo más pobre
A pesar de que sus ingresos han crecido un 2,9% respecto el año anterior, un vecino de Riba-roja d’Ebre acaba ganado 12.950 euros al año, según el Institut d'Estadística de Catalunya (Idescat). Una cifra muy por debajo, por ejemplo, del Salario Mínimo Interprofesional, que se sitúa por encima de los 16.000.
Sin embargo, al recorrer sus calles, lo que más se respira no es carencia, sino una serena dignidad rural, una conexión honda con el territorio y una apuesta por mantener viva la identidad de la ribera.
Dónde está
Sí es cierto que la vida en Riba-roja ha estado siempre íntimamente ligada al río Ebro. No ya porque se erige en uno de sus meandros, sino porque, de algún modo, lo define social y económicamente.
Las actividades más importantes del municipio siguen girando en torno a los recursos naturales: la pesca fluvial, la pequeña agricultura mediterránea, la energía hidroeléctrica y una incipiente actividad turística basada en la sostenibilidad.

Vista aérea de Riba-roja d'Ebre WIKIPEDIA
La economía de Riba-roja
Aquí no hay grandes industrias, pero sí una central eléctrica construida en los años 60 que dio forma al embalse que hoy marca el ritmo del paisaje y de la vida local.
El pantano de Riba-roja, que inunda buena parte del antiguo valle, es más que un espejo de agua: es un pulmón económico y recreativo. A su alrededor se practica la pesca deportiva, sobre todo de carpa y black bass, mientras clubes de kayak y paddle surf promueven actividades para visitantes y familias.
Un lugar lleno de arte
El turismo, aunque modesto, ha ido ganando protagonismo gracias al esfuerzo vecinal por embellecer el pueblo con murales, preservar las tradiciones y explotar las rutas paisajísticas del entorno.
De hecho, el pueblo ofrece muchas cosas por ver. Una de las joyas que hoy brilla sobre las aguas del pantano es la ermita de Santa Magdalena de Berrús, del siglo IX.
Qué ver en el municipio
Esta iglesia románica fue desmontada piedra a piedra antes de que el embalse la tragara y reconstruida en un altozano con vistas al río. El resultado es una de las estampas más sorprendentes de la zona, por su valor patrimonial y porque se ha convertido en símbolo de una comunidad que se niega a perder su memoria.
Pero no todo se queda en la iglesia. En lo alto del casco antiguo se conservan los restos del castillo medieval, desde donde se domina el meandro del Ebro. También son visitables la ermita de Santa Madrona, construida hacia 1900, y la parroquia de Sant Bartomeu, de estilo barroco tardío.
Testimonios del presente y el pasado
No muy lejos se encuentra la antigua estación de tren, testimonio de un pasado ferroviario que unía la línea Fayón-Móra y que hoy lucha por mantenerse activo con servicios mínimos. Una de las apuestas más interesantes del pueblo ha sido el proyecto Riu d’Art, que desde hace años impulsa murales urbanos en las fachadas de las casas del casco antiguo.
Lo que comenzó como una iniciativa cultural ha transformado visualmente el pueblo, llenando de color las paredes que bordean callejones empinados y plazuelas con encanto. Algunos murales recrean escenas costumbristas; otros son homenajes modernos a la mujer rural, la tradición, o incluso la mitología local.
Qué hacer
Pero también se puede explorar el entorno. La ruta del Camí de Sirga sigue la orilla del río en dirección a Flix, mientras que otras sendas como el GR-99 invitan a descubrir miradores como el del Meandre o el de La Pena, ambos con vistas panorámicas inigualables.
El turismo de naturaleza y el turismo cultural se dan la mano en un pueblo que, pese a las dificultades económicas, ha sabido mantener su esencia. Por eso muy pocos entienden que sea el más pobre de Tarragona, porque al menos en calidad de vida parecen más que ricos.
Cómo llegar
Desde Barcelona, se puede llegar en coche a Riba-roja d’Ebre en aproximadamente dos horas y cuarto. El trayecto más directo sigue la autopista AP-7 en dirección sur hasta la salida de l’Hospitalet de l’Infant.
Tras tomar esa salida se enlaza con la carretera C-44 hacia Móra d’Ebre. Luego se continúa por la C-12 en dirección Flix hasta llegar al desvío hacia Riba-roja d’Ebre, señalizado en la carretera TV-7411.