El pueblo abandonado de Lleida repleto de búnkeres de la Guerra Civil: tiene dos nombres
El municipio fue uno de los últimos pueblos de Cataluña en ser derrotados por las tropas franquistas
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Hay pueblos que, a pesar de estar abandonados, tienen una magia y una historia que atrapa. El caso más típico en Cataluña es el de Corbera d’Ebre, que fue duramente bombardeado y reducido a escombros por la Guerra Civil y que se mantiene tal y como las bombas lo dejaron, para no olvidar lo que pasó.
A pesar de que es uno de los casos más típicos, toda Cataluña tuvo que defenderse del golpe de Estado de Franco. Las trincheras y los búnkeres se empezaron a erigir en diferentes puntos, cambiando por completo la imagen de muchos pueblos y ciudades.
Un pueblo, dos nombres
Eso es lo que pasó en Aramunt Vell, un municipio que, tras defenderse de la guerra, poco a poco cayó el olvido. Ahora, despoblado, es un conjunto de casas abandonadas, búnkeres y trincheras que merecen ser visitadas y rescatadas.
No es que no lo hayan intentado. En 1994, se decidió rebautizar la zona uniendo los antiguos municipios de Aramunt, Claverol, Hortoneda de la Conca i Torralla y Serradell y otorgándoles un nuevo nombre, Conca de Dalt.
Dónde está
No es la primera vez que pasa. En realidad, el pueblo siempre se llamó Aramunt, pero se erigió un nuevo núcleo urbano, y se decidió diferenciar uno y otro con los nombres de Aramunt Vell y Aramunt Nou.
Ambos se encuentran en la misma zona, en las montañas del Pallars Jussà, y comparten la misma historia. Uno es fruto del otro y ambos de una guerra que acabó con todo.
El impacto de la guerra
El pueblo experimentó las consecuencias del conflicto de forma directa. Muchas familias fueron evacuadas, y el impacto de los bombardeos y la guerra dejó cicatrices que aceleraron el abandono de la zona.
Sus vecinos dieron batalla. Cavaron trincheras y construyeron búnkeres para protegerse de los ataques del enemigo golpista.
Durante este periodo, el pueblo fue escenario de intensos enfrentamientos al formar parte del frente del Pallars, una línea estratégica que atravesaba los Pirineos hasta el río Ebro.
Pero la desorganización de las tropas republicanas, la situación geográfica del lugar y los apoyos que recibían los insurgentes se acabaron imponiendo. Pero si uno se acerca a Aramunt Vell ve que algo de todo eso todavía queda.
Tricheras visibles
En las inmediaciones de la montaña de Sant Corneli, en la vertiente noreste, todavía se pueden encontrar trincheras, búnkeres y otros restos de fortificaciones defensivas. Las trincheras, algunas excavadas en la roca y otras construidas con sacos de arena y madera, ofrecen una visión del drama humano y militar que se vivió en esta región. Mientras que los búnkeres fueron un gran refugio de los vecinos no combatientes.
Todas estas construcciones y la localización estratégica de Aramunt permitieron controlar los accesos al valle y ralentizar el avance enemigo. Hasta diciembre de 1938. Hasta entonces, este pueblo que ahora permanece abandonado y olvidado fue en uno de los últimos bastiones del ejército republicano antes del avance definitivo de las tropas franquistas.
La resistencia de Aramunt
Tras la contienda, parte de los habitantes que se habían marchado no regresaron, dejando definitivamente atrás su vida y recuerdos en el pueblo. A pesar de todo, nada puede hacer olvidar esos momentos.
Si uno se acerca hasta Aramunt Vell todavía puede ver partes de estos vestigios de otra época, no tan lejana. Edificios y construcciones que, pese a su precariedad, consiguieron dar batalla a los franquistas.
Un pasado romano
Pero Aramunt Vell es mucho más. Es, o era, un encantador pueblo que se alza sobre una colina, rodeado de un paisaje abrupto y montañoso.
Sus orígenes históricos se remontan al menos al siglo X, aunque la zona fue habitada desde la época romana. De hecho, el nombre Aramunt podría derivar del latín "aramontis", que significa “monte del altar”. Prueba de ese pasado romano queda reflejado en una lápida encontrada en el antiguo huerto de la rectoría, hoy conservada en el Instituto de Estudios Ilerdenses.
El Aramunt medieval
Más allá de los romanos, el asentamiento se hizo mayor. En todos los sentidos. Constituido ya como pueblo medieval, se organizó como una villa cerrada de carácter defensivo. Tres entradas daban acceso al núcleo amurallado: el Portal de Baix, el Portal de Fuses y el Portal del Castell. Tres emblemas que dan fe de su importancia estratégica.
En la cima se encontraba la iglesia parroquial de Sant Fructuós, que aún conserva elementos prerrománicos, aunque lamentablemente ahora está en ruinas. No es la única capilla. Fuera del recinto principal se sitúan la iglesia románica de Santa Maria, operativa incluso hoy, y la ermita de Sant Corneli, en lo alto de la montaña homónima.
El nacimiento de Aramunt Nou
Pero la economía, el desarrollo humanos y las dificultades que presentan la zona hizo que, a pesar de ser un núcleo poblacional relevante en siglos anteriores, Aramunt Vell comenzó a despoblarse en el siglo XIX.
Las dificultades de acceso, el terreno accidentado y los problemas económicos derivados de la crisis agraria y las enfermedades, como la filoxera, impulsaron a muchas familias a buscar una vida más fácil en el llano, dando lugar al desarrollo de Aramunt Nou o Les Eres. La Guerra Civil fue solo quien asestó el golpe mortal, aunque algunos vecinos resistieron.
Intento de recuperación
El abandono definitivo llegó en 1975, cuando los últimos dos habitantes, que residían en la Casa Sisquet, se mudaron a La Pobla de Segur. Desde entonces, las ruinas de Aramunt Vell han estado expuestas al paso del tiempo, con la consiguiente degradación.
Ha habido intentos de rehabilitación, como el que se dio en la década de 1990. Por entonces, se consolidaron algunas estructuras y se restauraron casas como la Casa del Bisbe. El proyecto, de todos modos, no prosperó por falta de financiación. Hoy, la única vivienda habitada es Casa Jaumet, cuyos residentes ofrecen alojamiento rural y gestionan una pequeña explotación agrícola.
Qué ver en Aramunt Vell
Porque sí, aunque en ruinas, Aramunt Vell sigue siendo un lugar fascinante. El recorrido por sus calles empedradas y empinadas ofrece un vistazo a su estructura medieval, con restos de casas, portales y plazas que evocan la vida cotidiana de otra época.
Más allá de los restos de la iglesia de Sant Fructós y las estructuras de algunas casas die piedra, los visitantes pueden explorar las trincheras y búnkeres de la Guerra Civil. Unos restos que, aunque desgastados, permiten imaginar la tensión y recordar los peligros que nos acechan.
Cómo llegar
Aramunt se encuentra en la provincia de Lleida y, desde la capital del Segrià es fácil llegar. Le separan sólo 80 km de distancia que se recorren en hora y media. Hay que ir por la C-13 en dirección a Balaguer y seguir hacia Tremp. Desde allí, se toma la L-503 hacia Conca de Dalt, siguiendo después las indicaciones hacia Les Eres y Aramunt Vell.
Desde Barcelona se tarda bastante más. El trayecto toma aproximadamente 2 horas y 45 minuto. Se puede ir por la AP-2 o la C-16 hasta Manresa y desde allí seguir por la C-25 hacia Calaf, conectando con la C-14 y luego la C-13 hacia Tremp.