No es Castellfollit: el pueblo de Cataluña al borde de un acantilado que podría desaparecer (y tiene menos de 60 habitantes)
- El paso del tiempo y su ubicación ponen en riesgo la vida de este desconocido municipio
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Los pueblos también mueren. Darse una vuelta por Cataluña lo evidencia. Hay varios puntos del territorio en el que aparece un conjunto de casas que en su día formaron un núcleo urbano que ha dejado de existir. Otros están a punto de desaparecer.
Las razones más comunes de esta extinción suele ser el éxodo a otros puntos del territorio mejor conectados, con más servicios y mayores oportunidades profesionales. Claro que hay algunos que podrían desaparecer por su ubicación.
Un pueblo en riesgo
Esto es lo que le sucede a un pequeño municipio de Barcelona que se encuentra en un riscal en retroceso, es decir, en lo alto de una colina que, por la erosión y el paso del tiempo cada vez pierde más superficie. Es por eso, que esta localidad podría desaparecer.
A eso se le suma que tampoco son muchos vecinos. El núcleo urbano tiene registrado solo 50 habitantes, aunque en todo su término municipal hay 93 personas, según consta en el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat).
Cómo es Granera
El pueblo en cuestión es Granera, que se encuentra en la comarca más nueva de Cataluña, el Moianès. Rodeado de paisajes abruptos y bosques de pino rojo, el municipio ofrece una combinación de patrimonio histórico, tranquilidad rural y vistas espectaculares. Pero sobre todo, paz.
El núcleo urbano se encuentra dividido en pequeños barrios, como el del Castell y el de l’Església, que se extienden a lo largo de la sierra. La mayoría de las casas, muchas de ellas renovadas como residencias de verano, se agrupan en torno a las dos joyas patrimoniales del pueblo: el castillo y la iglesia.
Qué ver
Estos dos edificios son los más antiguos y los más peculiares. La fortaleza, porque domina el paisaje desde una altitud de 830 metros, y la iglesia parroquial de Sant Martí de Granera, por sus muros medievales que se remontan al siglo XIII.
Este conjunto arquitectónico, sencillo pero cargado de historia, es un reflejo de la vida que una vez prosperó en esta localidad, ahora en gran medida transformada por la despoblación y el turismo de fin de semana.
El castillo
El castillo de Granera es, sin duda, el símbolo más icónico del municipio. Desde su privilegiada posición sobre la carena de la sierra, ofrece unas vistas panorámicas que se extienden por la plataforma del Moianès y las comarcas vecinas.
Aunque en parte está en ruinas, el castillo conserva sus murallas perimetrales y restos de una capilla, un gran casal y otras edificaciones interiores. Este baluarte medieval, mencionado ya en documentos del siglo XI, fue durante siglos un centro estratégico para la vigilancia del territorio.
Las iglesias
El templo de Sant Martí de Granera, construida originalmente en el siglo XI, conserva elementos románicos como el ábside, parte de la fachada, una antigua puerta y restos de un rosetón, que evidencian su origen medieval. Lo curioso es que una profunda transformación barroca en 1774 cerró la puerta románica original para dar paso a una entrada de este estilo, que junto con las decoraciones interiores barrocas, define la estética que se aprecia hoy.
Otro lugar de gran interés es la capilla de Santa Cecília, una construcción románica del siglo XI situada a la entrada del pueblo, junto al cementerio parroquial. Su absis decorado con elementos lombardos y las pinturas románicas, aunque desvaídas, son un tesoro artístico que conecta con las raíces del municipio. Esta capilla, restaurada en 1976 tras décadas de abandono, es un lugar de recogimiento y un recordatorio del legado cultural de Granera.
Qué hacer
El entorno natural de Granera es otro de los protagonistas del lugar. El mismo riscal en el que se erige el pueblo ya es digno de disfrute. A pesar de ello, hay más la naturaleza alrededor que ofrece a los visitantes un espectáculo visual incomparable, con puntos culminantes como el serrat de les Pedres (954 metros) o el Pedró (845 metros), ideales para los amantes del senderismo.
Asimismo, el municipio está rodeado de pequeños bosques y bancales que aún conservan vestigios de su pasado agrícola. Claro que todavía es presente. Aunque la actividad agraria se ha reducido drásticamente, algunos campos todavía producen cereales como el trigo y el forraje. La ganadería porcina y bovina también persiste en algunas masías, que se han rehabilitado en las últimas décadas, especialmente gracias a proyectos de acceso al agua en las zonas más remotas.
El desafío del despoblamiento
Más allá de eso, no cabe olvidar los que Granera está en peligro de extinción. Y no solo por su ubicación. El pueblo ha experimentado una gran disminución de población a lo largo de los siglos. De las 446 personas que vivían aquí en 1860, apenas quedan unos 50 habitantes censados, aunque en verano y fines de semana el número aumenta considerablemente.
Muchas de las masías y casas del núcleo urbano se han transformado en segundas residencias, revitalizando en parte el municipio, para aprovechar el auge del turismo rural. Granera sigue siendo un destino atractivo para quienes buscan un rincón tranquilo y lleno de historia, así como para amantes de los paseos por la naturaleza. Su atmósfera bucólica, su patrimonio medieval y su conexión con la naturaleza lo hacen ideal para conocer la magia del Moianès.
Cómo llegar
Desde Barcelona, para llegar a Granera en coche, se debe tomar la carretera C-33 en dirección a Parets del Vallès y continuar por la AP-7 en dirección Girona/Manresa. Después, hay que desviarse hacia la carretera C-59 en dirección Caldes de Montbui y seguir las indicaciones hacia Castellterçol.
Una vez en Castellterçol, se toma la carretera local hacia Granera, atravesando un paisaje de montaña. El trayecto total tiene una duración aproximada de 1 hora y 10 minutos, dependiendo del tráfico.