Ni Besalú ni Vic: esta es la ciudad catalana que enamora a National Geographic
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Las comparaciones son odiosas, eso es sabido. De todos modos, cuando uno viaja no puede evitarlo. Sale sólo. No hablamos de eso de 'como en España en ninguna parte', sino que uno empieza a decir 'esto es como Sevilla', 'como Móstoles' y esas cosas.
Cataluña tiene muchos rincones que da para comparaciones. La más evidente es Empuriabrava, una localidad de la Costa Brava que, debido a sus canales, la comparan con Venecia. Luego hay otras que se comparan con Nueva York, zonas que recuerdan a la Toscana. Y sí, hay una ciudad que se lleva la palma al ser comparada con una de las ciudades más bellas del mundo, Florencia. Además, para National Geographic es de las más bonitas de España.
Histórica y pintoresca
Lo cierto es que su atractivo es más que destacado. Tiene una de las murallas romanas más impresionantes, así como uno de los antiguos barrios judíos mejor conservados de Cataluña. Sus iglesias parecen museos en sí mismos, han aparecido en series como Juego de Tronos y su gastronomía es de las más reconocidas del mundo. Esa ciudad es Girona.
Su belleza es tal que su casco antiguo ha sido reconocido como Bien de Interés Cultural. Sus estrechas calles, las escalinatas que sortean las pendientes que presenta la ciudad e incluso un puente diseñado por el mismísimo Eiffel son sólo algunas de las razones por las que esta ciudad es tan apreciada.
El centro de la ciudad
El núcleo de la Girona antigua está marcado por la presencia de la Torre Gironella y el recinto fortificado de la Fuerza Vieja. Este conjunto histórico forma un triángulo delimitado por la Calle de la Fuerza, la Torre Gironella y la plazoleta de Sant Fèlix, coincidiendo con los límites de la Girona ibérica y romana. Se conservan partes de la muralla romana en lugares como el patio de la antigua Universidad y la plaza de la Catedral.
Esta última zona destaca por su escalinata y la fachada barroca de la Seu (nombre que recibe la Iglesia). Además, en esta área se encuentran la Casa Pastors (actualmente el Palacio de Justicia) y el edificio de la Pía Limosna (ocupado por el Colegio Oficial de Arquitectos). Es un punto de referencia importante que enlaza con el antiguo burgo de Sant Pere a través del Portal de Sobreportes.
Los barrios de Girona
Otro punto de interés es el barrio de Sant Pere, ubicado extramuros de la Calle de la Fuerza pero protegido por la muralla del siglo XIV. Ll presencia del antiguo Monasterio Benedictino de Sant Pere de Galligans es el que le da nombre. Frente a este monasterio se encuentra la Capilla de Sant Nicolau de Girona. Desde este sector parte el Paseo Arqueológico, donde se encuentran los Baños Árabes, que datan en realidad de la época romana.
Hacia el río Oñar, desde el Portal de Sobreportes, destaca la presencia de la Colegiata de Sant Feliu. Este edificio religioso es un punto de referencia importante en el entorno histórico de Girona, enmarcando el paisaje urbano junto al río.
Otros barrios importantes
Desde la Catedral de Girona hacia el sur se extiende la parte burguesa y señorial de la ciudad medieval. Más allá de la calle de la Fuerza se encuentra la judería. En esta zona, destaca la Casa Cartellà (también conocida como el Instituto Viejo), que fue un Convento de los Capuchinos. Siguiendo por la Calle Ciudadanos, antiguo centro de la burguesía urbana, se encuentran residencias señoriales de interés, como la Fontana de Oro. Al final de esta calle se encuentra la Plaça del Vi, donde están ubicados el Ayuntamiento, el Teatre Municipal de Girona y la Casa Carlos.
Hacia el otro lado de la Seu, en dirección a la muralla de las Canteras, destacan varios edificios de carácter religioso. Subiendo hacia la derecha de la Seu, se llega a la Plaza de los Apóstoles, donde se encuentra el Palacio Episcopal. Continuando por la Plaza de los Almeces y la Calle dels Alemanys, se llega a la Plaza de Sant Domènech, donde se sitúa el antiguo Convento de los Dominicanos, con su iglesia y claustro gótico, además de la fachada del antiguo Estudio General. Descendiendo por las Escaleras de Sant Domènech, se encuentra la Iglesia de Sant Martí Sacosta, antiguo colegio de los Jesuitas y, desde 1767, seminario conciliar. En la subida de San Martín, se destaca la Casa Agullana. Los Baluartes también forman parte del nucli Antic de Girona, datando de los siglos VIII al XIX.
Muralla medieval
La joya de la corona sea seguramente un paseo por la muralla medieval de Girona. Se puede caminar por encima y está rodeada de un parque. Ofrece vistas a la ciudad y un viaje en el tiempo. Fue construida en la época romana, concretamente en el siglo I aC, debido a la importancia estratégica que tenía la ciudad. Ésta estaba protegida de los ataques de posibles invasores.
Durante la época carolingia --entre los siglos IX y X--, se llevaron a cabo las grandes reformas de la muralla de Girona. Sobre todo porque era un punto estratégico, pues se encontraba justo en la frontera entre el Imperio carolingio y los territorios árabes. Después, durante el siglo XIV fue cuando surgió la muralla medieval de Girona. Por un lado, se consolidó la que ya existía (la conocida como Força Vella o fortaleza vieja), que se convirtió en una fortaleza dentro de la ciudad. Y además se construyeron nuevas murallas para proteger a la población que se había ido asentando en los alrededores.
El puente Eiffel
Por último, destacar dos cosas. Por un lado, las casitas que dan al río Onyar que, con sus particulares colores, ofrecen una foto idílica de Girona. Gracias a esta belleza que se puede contemplar desde cualquier puente que cruza el río es también por lo que se compara Girona con Florencia.
El otro punto curioso es el puente Eiffel. La historia detrás de esta obra maestra se remonta a 1877, cuando la empresa del renombrado ingeniero Alexandre-Gustave Eiffel, reconocido mundialmente por la Torre de París, llevó a cabo su construcción con un presupuesto de 22.500 pesetas de la época. Está compuesto por una estructura de hierro en forma de "L" y por un pavimento de tablones de madera y se eleva unos siete metros sobre el cauce del río. El color rojo que luce y su estructura remiten ineludiblemente al monumento más icónico de Francia.