Se termina el verano y el agua sigue fascinando a los barceloneses y metropolitanos profesionales que aman la naturaleza unas horitas al día (pero con un Mercadona cerca).
Por eso, una vez terminada la temporada estival, arrancamos el otoño con una lista de lugares a los que podemos llegar fácilmente en coche los fines de semana y poder desestresarnos sin problema.
¿Quién quiere playas atiborradas de gente cuando las montañas de alrededor ofrece bucólicas piscinas naturales aptas para el baño? Cataluña está plagada de estos espacios en los que la gente aprovecha una jornada de trekking para refrescarse en las pozas formadas por los ríos y rieras que recorren sus montañas.
Con una riqueza de sierras extraordinaria, el territorio catalán es ideal para organizar una escapada refrescante por la montaña. No siempre garantiza tranquilidad, eso sí. La belleza de estos rincones naturales atrae a muchas personas, pero siempre son muchos menos que los turistas que van a cualquier playa.
El Gorg de Malatosca, una cascada con leyenda
Una de estas piscinas naturales más impresionantes es una que se encuentra en el término municipal de Sant Joan de les Abadesses, en la comarca del Ripollès. Allí, no sólo se disfruta de una preciosa piscina natural, sino que a se puede ver una espectacular cascada cargada de misterio. Se trata del Gorg de Malatosca.
Este monumento natural, con nombre algo misterioso, esconde una leyenda que tiene poco tiene que ver con este oscuro nombre. Dicen los expertos que la tosquedad atribuida a esta poza tiene más que ver con el lugar en el que se encuentra, un bosque frondoso por el que la luz del sol tiene problemas para alcanzar las aguas del río Ter.
Algo de eso se puede contemplar cuando se llega allí. Sus aguas garantizan un baño tranquilo y relajante, aunque sin saber qué hay en el fondo, pero la cascada que da ella no hace otra cosa que invitar al baño.
Pero tal y como se dijo, la parte tosca de esta poza o gorg, como se llama en catalán, tiene mucho más que ver con la leyenda que le rodea que con sus profundas aguas. Las brujas tienen un papel importante en este lugar.
Un lugar donde se reunían las brujas
Cuentan los lugareños que, alrededor de estas tranquilas aguas, se reunían todo tipo de seres mágicos, pero también de brujas. Ellas, conocedoras de todo lo que allí se concentraba, acudían cada tanto a realizar sus rituales.
De todas aquellas reuniones y ritos hay uno que ha pasado la historia. Se trata del de una bruja que se acercó allí a dar a luz. No lo hizo sola. Por si el parto se complicaba, fue con ella una comadrona, que le fue de gran utilidad. De hecho, para agradecerle sus servicios, la partera le ofreció un puñado de lentejas en recompensa. Fue allí donde vino el problema.
A la comadrona este obsequio le pareció poco. No sólo la había acompañado a un lugar apartado, sino que le prestó sus servicios y unas legumbres no le bastaron, así que para mostrarle su desprecio las arrojó al Ter.
Todo pareció quedarse allí, pero lo que no vio la comadrona es que una lenteja se le quedó pegada al delantal. Lo vio porque algo brillaba. Sí, esa pequeña legumbre se había convertido en oro. El resto quedó en la poza.
El sendero desde Sant Joan de les Abadesses a Ripoll
Así, esta oscura historia llena de desprecio e ingratitud, sirvió también para enriquecer la historia de esta magnífica poza. Quién sabe si en esas aguas de un azul profundo uno no puede encontrar oro. Claro que para ello sería necesario que la leyenda fuera verdad. En cualquier caso, el Gorg de Malatosca bien merece una visita.
Llegar hasta allí permite al visitante adentrarse en la historia de Cataluña. El sendero que lleva hasta allí, y que conecta Sant Joan de les Abadesses con Ripoll en 18 kilómetros, tiene mucho que ver con el desarrollo industrial de la zona.
El camino fue en su día un lugar por donde pasaba el ferrocarril. De hecho, la ruta empieza en la antigua estación de tren de Sant Joan de les Abadesses y sigue el trazado de las vías que había allí. Es lo que se conoce en Cataluña como una vía verde.
Este recorrido serpenteante desciende suavemente sirvió para transportar hierro y carbón a las fábricas. De allí que se le conozca como ruta del hierro y el carbón.
Ciclistas, familias, excursionistas
Al ser un viejo paso del tren, la pendiente no es muy pronunciada, de hecho, es accesible tanto para caminantes como para ciclistas. A lo largo del sendero, los visitantes pueden disfrutar de vistas espectaculares del paisaje natural circundante, destacando la tranquilidad del valle y la frescura de sus campos. No pasa mucho tiempo antes de encontrar los rótulos de madera que indican el camino hacia la poza encantada.
Que nadie se preocupe que llegar hasta allí no implica recorrer los 18 kilómetros de la vía verde. Desde Sant Joan de les Abadesses al Gorg de Malatosca hay apenas 30 minutos de camino. En total, son tres kilómetros de recorrido, en el que no sólo se llaga a un lugar mágico, sino que también se cruza por la historia del país y por un par de puentes sobre el río Ter, que le añaden un atractivo adicional.
Qué hay en Sant Joan de les Abadesses
Por si eso resultara poco atractivo. Los que quieran quedarse haciendo turismo rural, pueden. Sant Joan de les Abadesses es un bellísimo pueblo medieval en el que las calles y las paredes de sus edificios hablan al visitante de la historia del lugar.
Sólo a modo de ejemplo, el Monasterio de Sant Joan de les Abadesses, situado en el corazón del valle del Ter, es una joya del patrimonio medieval catalán con una historia que se remonta al siglo IX. Fundado en el año 887 por el conde Wifredo el Velloso, este monasterio fue el primer convento femenino de Cataluña, destinado a albergar a las hijas de la nobleza.
Quiénes eran las abadesas
Durante sus primeros siglos de existencia, el monasterio fue exclusivo para mujeres, siendo su primera abadesa Emma, hija de Wifredo el Velloso. Bajo su liderazgo y el de sus sucesoras, el monasterio prosperó tanto espiritualmente como económicamente, convirtiéndose en un centro religioso y cultural de gran influencia en la región.
En el siglo XI, el monasterio vivió un giro significativo cuando, tras una serie de conflictos y decadencia moral, el Papa ordenó su transformación en un monasterio de canónigos. Esta transición marcó el fin del convento femenino y el comienzo de una nueva etapa bajo la regla de San Agustín, revitalizando el papel del monasterio en la vida religiosa y social del valle del Ter.
Durante la Edad Media, el monasterio continuó siendo un importante centro religioso, con una notable influencia en el desarrollo del románico catalán. Sin embargo, la Guerra de los Segadores en el siglo XVII y la posterior Guerra de Sucesión española llevaron a un período de decadencia y abandono, afectando gravemente sus estructuras y patrimonio.
El siglo XIX marcó el inicio de la recuperación del monasterio. Diversas campañas de restauración, especialmente en el siglo XX, han devuelto al monasterio su esplendor original. Hoy en día, el Monasterio de Sant Joan de les Abadesses es un símbolo del patrimonio histórico y cultural catalán, atrae a numerosos visitantes interesados en su rica historia y arquitectura.
Cómo se llega a Sant Joan de les Abadesses
Llegar a Sant Joan de les Abadesses desde Girona, lleva poco más de una hora. Se debe tomar la carretera C-66 en dirección a Banyoles y continuar por esta vía hasta Olot. Antes de llegar a la capital de la Garrotxa, se sigue por la C-26 en dirección a Ripoll y se toma la N-260 en dirección a Sant Joan de les Abadesses.
Desde Barcelona el camino es algo más largo. De una hora y media. La ruta más directa hacia Sant Joan de les Abadesses es tomando la autopista C-17 en dirección a Vic. Se continúa por la C-17 hasta llegar a Ripoll, donde se toma la salida hacia la N-260 en dirección a Sant Joan de les Abadesses.