Los fines de semana son el mejor momento para escaparse y los barceloneses lo saben. No solo en la Ciudad Condal, sino desde cualquier urbe, tener un plan para salir de la contaminación y la rutina siempre es bienvenido. Algunos senderos, eso sí, sólo son aptos para los más valientes.
Los amantes del senderismo tienen mucho camino por recorrer en Cataluña. Desde los caminos de Ronda de la costa mediterránea a la exploración de los Pirineos, sin contar las sierras y vías verdes que hay en el interior del territorio.
La amplia gama de rutas senderistas atrae tanto a los que les encanta perderse por la naturaleza como a los buscadores de aventuras. Los caminos atraviesan paisajes idílicos repletos de cascadas, antiguos volcanes y bosques frondosos, brindando a los visitantes experiencias únicas al explorar la belleza natural de la región.
El sendero que pasa por un puente
Sin embargo, entre la tranquilidad del entorno y el canto de los pájaros, hay vistas que cortan la respiración, no solo por su belleza , sino también por el vértigo que provocan. En estas rutas de infarto, algunos caminos ofrecen la posibilidad de cruzar por distintos tipos de puentes: de piedra, de madera, e incluso algunos colgantes, añadiendo un elemento de emoción y desafío a la experiencia de senderismo. De estos últimos, hay uno que destaca no solo por su estructura, sino también por la sensación que provoca en quienes se atreven a cruzarlo: el Puente de Bagà.
Las características de esta construcción impresionan. Situado a 34 metros de altura, que sortean, la distancia entre dos partes de la montaña, sus vistas cortan el hipo y la respiración. La sensación es tal que para atravesarlo de forma segura se han puesto redes de seguridad para que nadie tema caer.
Una ruta de vértigo
El puente no es de los modernos, aunque tiene refuerzos renovados. En sus dos extremos dos palos de madera marcan la anchura de la infraestructura. La pasarela de madera, pese al movimiento, ofrece garantías para no poderse caer. Apenas hay distancia entre las piezas para que pueda caber un pie.
Todo depende, entonces, de la valentía de cada uno a la hora de atravesarlo. De eso y del vértigo que se tenga: 35 metros de altura no están hechos para cualquiera. Eso sí, la ruta merece la pena. El puente de Bagà se encuentra en la Vía del Nicolau, un camino histórico cuyo origen es tan fascinante como el paisaje que la rodea.
Camina por un lugar histórico
En 1914, bajo la iniciativa de Tomà Nicolau i Prieto, se comenzó la construcción de una vía férrea en el valle del Bastareny para transportar madera desde los bosques de Gisclareny hasta Guardiola de Berguedà. La obra, desafiada por la dificultad del terreno y las inclemencias del clima, se convirtió en una epopeya de la ingeniería de la época, realizada a pico y pala. Sin embargo, tras su abandono en los años 30, la naturaleza empezó a reclamar su espacio, borrando casi por completo la huella de la vía férrea.
Fue en los años 60 y 70 cuando se recuperaron algunos tramos para trabajos forestales, pero no fue hasta 2009 cuando la ruta entera fue reacondicionada para el disfrute de los excursionistas. La Vía del Nicolau, que comienza cerca del pueblo de Bagà, ofrece un recorrido que es un auténtico viaje a través del tiempo y el espacio, donde la historia y la naturaleza se entrelazan de manera espectacular.
Impresionantes vistas a través del bosque
Atravesando zonas boscosas y pasarelas con vistas impresionantes, el camino conduce a uno de sus puntos más destacados: un espectacular puente colgante de 35 metros de longitud. Cruzarlo es una experiencia que desafía los límites de muchos, con el río Bastareny fluyendo vigorosamente debajo, ofreciendo vistas que impresionan y atemorizan a partes iguales. Este puente no es solo un paso entre dos puntos, sino una prueba de valor y una ventana a paisajes inigualables.
Continuando la ruta, los senderistas se encuentran con viejas vagonetas que una vez transportaron madera a través de estas montañas, y un mirador que ofrece vistas panorámicas del valle del Bastareny, el pueblo de Bagà y el imponente Moixerò. La Vía del Nicolau culmina en una experiencia rica en historia, naturaleza y aventura, representando un testimonio vivo de la relación entre el hombre y el medioambiente en Cataluña.
Cómo se llega
El camino es relativamente sencillo, pero algo largo. Unos 12 kilómetros entre ida y vuelta que prometen aventuras, historia y bucólicos paisajes. La ruta arranca en el Ecomuseo de Sant Joan de l'Avellanet, desde donde se accede al antiguo trazado ferroviario del Nicolau.
No hay pérdida, el camino está señalizado y adaptado para todos los públicos y no hay más dificultad que algún pequeño desnivel. El terreno tampoco supone un riesgo, no es de piedra, sólo pistas asfaltadas y de tierra. Todo a tan sólo hora y media de Barcelona siguiendo la C-16.