
Mujer come palomitas frente al televisor PIXABAY
Las suscripciones online ya no son lo que eran: ¿por qué cada vez más gente se da de baja?
Analizamos el fenómeno conocido como fatiga de las suscripciones, así como las diferentes opciones que se abren al consumidor del video en streaming
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La historia de las plataformas de streaming merece un capítulo aparte a la hora de interpretar la evolución de internet. Si bien es cierto que durante los primeros compases de la red de redes no era posible ofrecer estos servicios –ni existía la tecnología, ni la velocidad de internet la habría permitido–, en cuanto lo permitió la infraestructura hicieron su aparición dos auténticos gigantes del sector: Netflix en 2007, y Spotify en 2008.
Si bien ambas plataformas tienen ahora muchas competidoras –Disney+, Max o Prime Video en el caso de Netflix, y, en el caso de Spotify, Amazon Music o Apple Music–, siguen siendo los grandes nombres que dominan la industria y que definieron el sector en su conjunto. Sin embargo, la trayectoria del streaming de música y el streaming de video es cada vez más divergente, lo que está generando problemas entre los usuarios.
Mientras que Spotify se ha mantenido prácticamente en los mismos términos desde sus comienzos, la situación de Netflix –y del sector del streaming de video en su conjunto– es bastante más problemática. Esto ha dado lugar a lo que un estudio de ExpressVPN denomina la ‘fatiga de las suscripciones’, un fenómeno que está sacudiendo el mercado y está ocasionando cambios de hábitos considerables entre los usuarios.
Dos modelos muy similares al comienzo…
Si revisamos las características de Spotify y las contrastamos con las de Netflix, vemos que en sus inicios eran bastante similares. Cuando fue lanzada como servicio de streaming en 2007, Netflix reunía un catálogo realmente extenso de series y películas desarrolladas por las principales productoras de cine. La colección era impresionante: Universal, MGM, Disney, Paramount, Lucasfilm… Prácticamente todo estaba en Netflix.
Lo mismo ocurría con Spotify. Una simple suscripción nos daba acceso a una variedad de canciones tan masiva que esencialmente teníamos a nuestro alcance toda la música del mundo. El pago de la suscripción nos permitía ahorrar muchísimo dinero en la compra de discos, lo que contribuía a evitar la piratería y permitía a los artistas ganar mucho más por sus temas de más éxito.
… Y muy diferentes en la actualidad
Eso era en 2008, pero ambos servicios han evolucionado de manera muy distinta desde entonces. Spotify sigue manteniéndose en los mismos términos, así que basta una sola suscripción para escuchar nuestra música favorita. Pero el sector del streaming de videos se encuentra diversificado ahora entre una amplia variedad de plataformas, cada una con su propio catálogo exclusivo, lo que cambia por completo el panorama.
Ya no basta con pagar una simple suscripción a Netflix para disfrutar del mejor cine en casa, sino que se hace necesario sumar muchas otras cuotas de Prime Video, Disney+, Hulu y otras plataformas. Esto encarece de forma considerable la cantidad de dinero que hay que desembolsar a cambio de un servicio equivalente al que Netflix ofrecía por sí misma en sus inicios. Y, además, los precios de todas estas cuotas continúan subiendo año tras año.
Tarifas cada vez más difíciles de asumir
Ante el incremento de precios y la multiplicación de servicios, los usuarios están encontrando cada vez más difícil hacer frente a estos pagos. Esto se está traduciendo en una corrección del mercado, donde cada vez más usuarios optan por cancelar sus suscripciones o buscar alternativas gratuitas a servicios que antes pagaban sin problemas. El modelo de suscripción –al menos en el sector del streaming– parece estar llegando a su límite.
Esto plantea varios problemas. Por una parte, las empresas de streaming deben replantearse sus modelos de pago, sobre todo en el caso de las más recientes. Mientras que Netflix puede permitirse un aumento de precios que reduzca su cuota de usuarios y optimice el rendimiento de sus servidores, plataformas con menor alcance como Max se ven obligadas a reinventarse para seguir siendo competitivas.
Por otro lado, los usuarios deben plantearse sus niveles de gasto y reorganizar sus servicios de streaming en consecuencia. Ya no es posible seguir teniendo acceso a un catálogo tan completo como el de hace unos años sin hacer frente a un desembolso notable. Además, las principales plataformas de streaming tampoco permiten compartir cuentas como lo hacían antes. La alternativa, para muchos, pasa simplemente por cancelar las cuentas más costosas.
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