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Rosalía en la prensa americana

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Si bien ya hemos leído en la prensa española los más desaforados ditirambos sobre Lux, el nuevo disco de Rosalía, sepa el lector que la prensa norteamericana no nos va a la zaga. Parece que santa Teresa de Jesús ha vuelto a nacer, encarnada en una chica catalana.

Entre los muchos comentarios de la prensa norteamericana sobre el nuevo disco de la niña prodigio de Sant Esteve Sesrovires, elegimos el matizado, moderadamente crítico comentario que el periodista especializado en la cultura pop Spencer Kornhaber (autor de On Divas: Persona, Pleasure, Power, y escritor delicioso, claro y agudo) le dedicó ayer en The Atlantic.

Esta prestigiosa revista, dicho sea de paso, es una de las (¡muchas!) bestias negras del presidente Donald Trump y se ocupa básicamente de política, de economía y de cultura. Kornhaber le dedica unas reflexiones a Rosalía bajo el título La chica más cool del mundo busca a Dios.

La portada del álbum de Rosalía, 'Lux'

La portada del álbum de Rosalía, 'Lux'

 

“En el metro de Brooklyn, el otro día, vi a otra persona de la Generación Z vestida con el estilo predominante queer-chic: una camiseta de malla marrón y pantalones anchos, con un mechón de rizos densos y brillantes, y un bolso colgando de su muñeca. Lo que llamó mi atención fue el adorno de su bolso: una foto del Papa Francisco".

“El cristianismo vuelve a estar de moda, han declarado los expertos en repetidas ocasiones a lo largo del siglo XXI, ya fuera durante los años de Bush, marcados por los anillos de pureza, o el resurgimiento evangélico de Kanye West a finales de la década de 2010. Pero en los últimos tiempos se multiplican los signos de un verdadero resurgimiento. Tras años de declive, la asistencia a las iglesias se ha estabilizado y podría estar incluso aumentando. TikTok rebosa de estética Christiancore [uso de la simbología cristiana fuera del ambiente religioso] y tradwives [esposas tradicionales: las que reivindican dedicarse al hogar y la crianza de su marido y sus cachorros, en vez de asomarse al mercado laboral]. Un Gobierno cuya vicepresidenta millennial se convirtió al catolicismo hace solo seis años está impulsando cruzadas políticas abiertamente teológicas. Y la música popular se ha vuelto megadominada por lo eclesiástico, llenando el Billboard Hot 100 de relatos de redención teñidos de country y auténticas canciones de adoración".

“Ahora, el nuevo y sobrecogedor álbum de Rosalía remite a una tradición más antigua del arte cristiano: la sinfonía compuesta para la gloria de Dios. Conocida por fusionar el flamenco tradicional con el pop experimental, la superestrella catalana de 33 años lleva tiempo siendo el modelo del cosmopolitismo cool habilitado por internet. Su exitoso álbum de 2022, Motomami, fue un festín de placeres terrenales: reggaetón, hip-hop, hyperpop. Pero su cuarto álbum, Lux, adopta el sonido y las ambiciones de un oratorio clásico para reflejar la búsqueda moderna de la salvación, en todos sus contornos emocionantes y frustrantes".

Rosalía, con el álbum de 'Lux'

Rosalía, con el álbum de 'Lux'

 

“Grabado con la London Symphony Orchestra y arreglado con luminarias de conservatorio como Caroline Shaw, Lux parte de cuerdas, coros vocales y suficientes timbales como para simular una expedición de fracking [perforar la roca en busca de hidrocarburos]. A lo largo del álbum, Rosalía continúa su ya tradicional mezcla de palmas y melismas con “bleeps” y “bangs”. Utilizando 13 idiomas —entre ellos catalán, mandarín y ucraniano—, reinterpreta relatos históricos de mujeres santas, como Hildegarda de Bingen, innovadora monástica musical del siglo XII, y Sun Bu’er, la poeta taoísta que se mutiló la cara por su fe".

“La empresa, según ha dicho Rosalía, pretende ser un desafío a los oyentes con déficit de dopamina que buscan gratificaciones fáciles. Pero la verdad es que Lux podría ser su trabajo más atractivo para el público. Aunque a menudo se la cataloga de vanguardista, en realidad Rosalía es una fusionista de masas, siguiendo el modelo de Beyoncé, West (ahora llamado Ye) y Frank Ocean. Y la música clásica —especialmente tal y como se interpreta aquí— dista de ser excéntrica. Tira de un canon más popular que el pop mismo, el material elemental del que nacen las marchas nupciales y las bandas sonoras de videojuegos. Incluso cuando Lux se sumerge en estilos regionales como el fado, o desata un caos generado por ordenador, las maniobras dinámicas del disco —sus crescendos, sus desenlaces, sus elecciones armónicas— resultan familiares".

“Pero el canto —Dios mío, el canto…— es lo esencial. El flamenco tiene la singular habilidad de crear sensaciones operísticas en escala íntima, y Rosalía ha perfeccionado aún más su instrumento —aterciopelado y cálido, con bordes de pergamino— a medida que ha ido conquistando estadios y auriculares. Utiliza su voz tanto como artillería emocional como para crear un personaje conversacional, manteniendo la ferocidad y el matiz en ambos registros. En los grandes temas de desarrollo lento, como “Magnolias”, sus estribillos ascienden de forma vertical y horizontal, como si estuviera trepando hacia el cielo mientras da un discurso político. Temas más pegadizos y animados como “Reliquia” la acercan al micrófono, pronunciando cada palabra con actitud, recordando a un niño que chismorrea en el confesionario".

“Dado el despliegue multilingüe, incluso los hispanohablantes tendrán que consultar traducciones para entender sus letanías. En resumen, está lidiando con el dilema cielo-tierra, dividida entre “destellos, palomas y santos” y “sexo, violencia y neumáticos”. Aunque las canciones supuestamente canalizan a santas de antaño, algunas de las cuales murieron por su rectitud, en realidad está narrando historias contemporáneas de sacrificio, repletas de referencias a novios tóxicos y novias con inteligencia artificial. Rosalía, como muchos, se pregunta qué estaría dispuesta a sacrificar para salvar su alma y, de algún modo, el mundo. ¿Su autonomía? ¿Su comodidad? ¿Sus Jimmy Choos?"

Rosalía y Lux

Rosalía y Lux RTVE

“Probablemente aún no esté lista para renunciar a todo eso, y el álbum termina con una especie de compromiso: “Cuando Dios descienda / yo ascenderé / nos encontraremos a mitad de camino”. La música, quizá en consecuencia, a veces queda suspendida en una zona media de ejercicios genéricos nostálgicos. El temblor pizzicato de “Divinize” nunca logra sacudirse del todo el aire indie twee; “La Yugular” avanza, algo pesada, antes de entrar en un fantástico, procesional final.

“Pero los altos y bajos, los momentos en que Rosalía considera sumergirse por completo en el pecado o en la salvación, explotan desde los altavoces y atrapan el estómago. El sencillo principal, “Berghain”, abre con violines que giran a velocidad de helicóptero mientras Rosalía juega al papel de diva wagneriana, triste y estancada. La tormenta se calma y Björk —esa diosa del pop verdaderamente confrontativo— aparece jadeando, fuera de compás: “Esto es intervención divina”. Ese es el momento más aterrador del álbum, y ejemplifica la Lux aún más audaz que Rosalía quizá podría haber hecho.

Si lo hubiera hecho, habría corrido el riesgo de dejar atrás a sus fieles: una generación global interconectada que busca sentido en el caos heredado. En un entorno en el que lo cool consiste en sumar el collage más hábil de referencias, Rosalía ha dado a su elegante posmodernismo una potente nota de propósito. La pregunta sobre qué creemos respecto a nuestras almas y qué exige esa creencia es más seria de lo que los estilos de vida o la política partidista permiten reconocer. Rosalía predica que abrazar la búsqueda puede ser tan importante como encontrar una respuesta.”