Hoy pensaba hablarles de Sudán, o sea de dos millones de personas desplazadas que vagan por el esquilmado país, huyendo de los ejércitos de los señores de la guerra, como fantasmas, pasando mil penalidades, y del millón de niños que morirán antes de dos años a causa del hambre y las privaciones.
Pero la actualidad impone sus propios horrores y todos tenemos los ojos puestos en la guerra que está llevando Israel a Gaza, el Líbano, y pronto veremos si también a Irán. Quede la tragedia sudanesa para otro día.
En el meditado discurso que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pronunció el otro día dirigido a la población iraní (que él llamaba “persa”), discurso bien hilvanado y excelente en términos de propaganda, pues parecía tan sensato como amenazante, deslizó, sin detenerse en ella, una frase inquietante. Hablando del régimen represivo y siniestro de los clérigos, dijo que “cuando Irán sea finalmente libre, y ese momento llegará mucho antes de lo que la gente cree, todo será diferente”.
¿Mucho antes de lo que creemos? Entre líneas se entiende que Israel guarda todavía otra baza contundente en la manga, además de la destrucción de Gaza, primer paso para la incorporación de lo que quedaba de la patria palestina al “Gran Israel”; y de la invasión de Líbano; y, unos días antes, de los buscas y teléfonos móviles explosivos que han dejado ciegos y mancos a miles de militantes de Hizbulá…
Por cierto, que en la historia hay pocos episodios comparables a este de los buscas explosivos, salvo quizá el de la batalla de Clidio (1014 AD): después de la victoria sobre los búlgaros, el emperador Basilio II de Bizancio hizo cegar –por lo menos eso dice la leyenda– a los soldados búlgaros a los que había hecho prisioneros, según algunas fuentes cerca de diez mil. Cegó a 99 de cada cien, dejando al centésimo tuerto, para que guiase a sus camaradas de regreso a casa.
Cuando el emperador búlgaro, el zar Samuel, vio llegar a tantos de sus soldados irremediablemente estropeados y calculó lo que le costaría a las arcas de su imperio mantener a tantos veteranos inútiles, sufrió un ataque al corazón y falleció. Eso, en fin, dice la leyenda, de la que me he acordado al ver el interior de un avión lleno de soldados de Hizbulá, total o parcialmente mancos y cegados por la explosión de sus buscas, en vuelo hacia los hospitales de Teherán, con la esperanza de que algunos recuperen la vista perdida en tan demoníaca lección…
La predicción de Netanyahu en su discurso a la ciudadanía iraní (“cuando Irán sea finalmente libre, y ese momento llegará mucho antes de lo que la gente cree”), lleno por lo demás de palabras amables, lo cual por cierto les daba una nueva capa aterrorizadora, no sonaba a bravuconada: avisa de una determinación absoluta a la guerra contra Irán, al precio que sea.
Los fanáticos de uno y otro bando se regocijan con las hazañas de “los suyos”: ven la tragedia de Oriente Medio como un partido de fútbol entre los “nuestros” y los “malos”. Mil muertos, un gol; dos mil muertos, penalti y gol; tres mil muertos, partido ganado. ¿Cuarenta mil, y millones de desplazados? ¡La Copa de Europa!
Tras el bombardeo de Israel por misiles iraníes, la prensa internacional se hace preguntas sobre a dónde va a parar esta escalada bélica. Citaremos ahora algunas reflexiones (naturalmente, interesadas) de varios periódicos internacionales.
Irán corre el riesgo de una gran guerra en Oriente Medio, escribe el diario austriaco, de tendencial liberal, Die Presse: “Los dirigentes iraníes sabían muy bien que vendría una respuesta israelí. Pero después del ataque aéreo israelí en Beirut en el que el líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah, y aparentemente también un oficial iraní de alto rango fueron asesinados, los partidarios de la línea dura del régimen ya no estaban dispuestos a esperar. Ha habido que sofocar su sed de venganza. Al mismo tiempo temían que después de tantas operaciones israelíes exitosas contra sus aliados estaban empezando a dar signos de debilidad. Pero ahora, con su ataque a Israel, han aumentado las apuestas en su juego de poder, lo que podría resultar peligroso para ellos”.
El tabloide británico The Daily Telegraph ve en el bombardeo de misiles iraníes sobre Israel –donde en principio no han causado ni una sola baja– una reacción poco meditada: “Humillados por la liquidación de su representante, Hizbulá, los mulás atacan, pero lo que demuestran es impotencia, no fuerza; incompetencia, no habilidad... Esta débil y petulante respuesta de Irán ni siquiera está en la misma liga [que la invasión de Israel en Líbano]. Lo único que ha logrado, dado que se ha activado a partir de las acciones contra Hizbulá, es subrayar lo que todo el mundo sabe: que no debemos distinguir entre los representantes de Irán y su Cuerpo de Guardias Revolucionarios. Hizbulá es, de hecho, un ejército iraní de ocupación en el Líbano, y cuanto antes el pueblo del Líbano pueda liberarse de él, mejor”.
Para el prestigioso diario italiano, de simpatías socialdemócratas, La Repubblica, “los últimos acontecimientos plantean dos cuestiones clave. El primero se refiere a Teherán. La decisión de disparar misiles contra Israel ha sido tomada dos veces en los últimos cinco meses por el Líder Supremo. ... Pero ¿representa realmente la voluntad de todo el régimen chií o revela un debilitamiento estratégico de la teocracia, que se enfrenta a una economía debilitada y a una revuelta imparable de las mujeres contra el hijab? La segunda pregunta se refiere a Israel. Después de poner a Hizbulá y Hamás a la defensiva por primera vez en 18 años, ¿aprovechará la oportunidad para atacar bases militares e instalaciones nucleares iraníes, u optará por rebajar la tensión, como ha pedido el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden? El enfrentamiento entre el Estado judío y el Irán chiita está en pleno apogeo”.
El ecologista, o “verde” Die Tageszeitung (el periódico del día) de Berlín, observa que “La locura anda suelta”. La guerra hace tiempo que se salió de control: “En los últimos días ha habido ataques aéreos israelíes contra Siria y amenazas contra Irán, mientras que Israel ha sido golpeado por ataques con drones desde Yemen, Irak y otros estados vecinos. Los islamistas radicales están profetizando la inminente autodestrucción de Israel; los fanáticos en Israel están distribuyendo mapas de un Gran Israel que se extiende desde el Nilo hasta la frontera iraní. La locura tiene rienda suelta. El mundo observa, impotente, cómo se desarrolla una tragedia. El final no está escrito. Pronto podría ser demasiado tarde”. Finalmente, el editor de Večernji list, diario conservador croata, menciona un temor extendido en todo el mundo, que no es otro que la ampliación de los campos de batalla al mundo entero, o sea lo que Donald Trump llama “la tercera guerra mundial”: “La participación de Estados Unidos es cada vez más probable”, advierte el diario de Zagreb. “Muchos analistas han advertido que el objetivo del primer ministro israelí es atraer a Irán al conflicto y provocar así la participación de Estados Unidos... Si Irán continúa sus ataques contra objetivos israelíes e Israel reclama asistencia militar, Estados Unidos podría involucrarse activamente y enviar personal y equipo militar a Israel. El ejército estadounidense podría llevar a cabo ataques contra objetivos iraníes y se podría pedir a la OTAN que apoye a Israel. La participación de Estados Unidos intensificaría rápidamente el conflicto, tal vez con consecuencias globales. Irán podría responder con ataques a bases estadounidenses en la región”. Sí, lo peor es siempre posible, y no cabe descartar ni siquiera la bomba atómica. El porvenir no suele anunciarse abiertamente.