Rostro del agredido por radicales antifascistas el 12 de octubre en Barcelona

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Política

Sanidad catalana: cinismo deliberado

La Generalidad eliminará la personalidad jurídica de dos importantes entes sanitarios públicos autónomos. La operación de privatización del Hospital Clínico recibe un pescozón desde el propio hospital. De la sanidad pública sólo queda un magma incomprensible y en liquidación acelerada.

16 octubre, 2013 08:16

Este martes, la Generalidad ha anunciado en una videoconferencia a la que fueron convocados ochocientos médicos, farmacéuticos y gestores sanitarios, que la Agencia de Salud Pública de Cataluña (ASPC) dejará de ser un ente autónomo con personalidad jurídica propia para quedar reducido a una oficina administrativa interna de la Generalidad. Lo mismo le pasará al Instituto Catalán de Evaluaciones Médicas y Sanitarias (ICAMS). Perder la autonomía administrativa significa marginarlos, reducirlos y apretarlos más. Harán menos trabajo, menos libre y peor.

Estas inmensas barbaridades tienen hoy el espaldarazo de ERC, que hasta ahora hacía ver que no quería recortes sanitarios. Burro quien se lo crea.

Añadiendo cinismo a la mentira, resulta que hace sólo dos meses la propia Generalidad había querido hacer creer que potenciaría las funciones de la ASPC, mediante un nonato "Plan de Salud Pública". El 13 de agosto publiqué un artículo en El Debat indicando que fuentes propias me indicaban lo contrario. No era ninguna especulación y ahora es un hecho.

Reducir funciones capitales

La ASPC tenía unas funciones capitales, como la prevención de epidemias, la salubridad alimentaria, el medio ambiente como factor de riesgo sanitario, las enfermedades de transmisión sexual y la seguridad en el trabajo. Aquí se ha marginado la salud mental, a pesar de ser en todas partes un elemento básico de la salud pública.

No digo nada de la ludopatía dado que su prevención también forma parte de la salud pública. Sería magnífico que se dedicaran cantidades comparables a las que la Generalidad destina a promover el juego de azar, de todo tipo. Tampoco digo nada de la prevención del suicidio, en brutal aumento en Cataluña, como ya expuse.

La ley de creación de la ASPC fue una iniciativa del tripartito, en 2009. Fue aprobada por unanimidad, incluidas CiU y ERC. Fue la primera ley de salud pública de España. Para minimizar a la ASCP, la Generalidad usará la vía reglamentaria, la de un decreto, que al afectar a una ley vigente tendrá que ser validado por el Parlamento autonómico, para respetar el principio de jerarquía normativa.

La Generalidad no dio precisiones ni fijó fecha, pero sin duda lo hará deprisa y corriendo. Hay que temer que use el método jurídicamente criticable de incluirlo en la ley de acompañamiento del presupuesto. Asegura un trámite rápido y una aprobación fulgurante, gracias a ERC, sin debate en el Parlamento autonómico.

La marginación del legislativo autonómico en todo lo que tiene que ver con la sanidad ha sido una constante en los últimos años. ¿Mas, demócrata y partidario del Estado del bienestar? Quizás en las semanas con tres jueves.

En un mundo globalizado, no tener mucho en cuenta la prevención de epidemias resulta monstruoso. Es ridículo pensar que vivir en un pueblecito alejado o en un barrio acomodado hace de barrera.

Absentismo laboral

El ICAMS (antes ICAM) sustituyó el anterior CRAM (Centro de Reconocimiento y Evaluación Médico, por sus siglas en catalán) por iniciativa de la Generalidad, en 2002, bajo el gobierno de Jordi Pujol. Antes, la Generalidad había cometido el error de extinguir, por razones políticas absurdas, el cuerpo de inspectores médicos, que han continuado haciendo un buen trabajo en las otras Autonomías.

La creación del ICAMS logró un gran consenso, tanto político como por parte de las asociaciones empresariales y de los sindicatos. Lleva a cabo la evaluación médica, la inspección, la gestión y el control de los procesos médicos en materia de incapacidad laboral.

También dictamina sobre las actuaciones sanitarias públicas en relación a su posible responsabilidad patrimonial. Forma parte de la lucha contra el absentismo laboral, que con la supresión de los inspectores médicos en Cataluña había llegado a grados espectaculares.

La demagogia cotidiana de Mas y de Ruiz

La supresión de la autonomía administrativa de los dos entes contradice las mentiras cotidianas de Artur Mas y del consejero de Salud, Boi Ruiz, según las cuales ya no habrá más recortes. Haber suprimido en tres años 5.000 puestos de trabajo en el Instituto Catalán de la Salud (ICS) -despidiendo, por lo tanto, a más del 10% de la plantilla- les tendría que haber cansado. También les tendría que haber hecho recortar los sueldos sanitarios en un 20%, en el mismo periodo. Pero no hay manera.

En cuanto a ERC, ¿qué decir? Todos los votantes de ERC se tendrían que comprar una palangana, para lavarse las manos, como Poncio Pilatos. Es lo que han hecho respecto a la destrucción del ICS, el Hospital de San Pablo y el Hospital Clínico. En todos los casos estremece el cinismo de ERC y CiU.

Una fuente me dice: "Para el ICS, el referente de la Generalidad es la barbaridad reusense de Josep Prat, es decir el holding Innova, mientras respecto al Clínico, su referente es el Hospital de San Pablo, que no hay por donde cogerlo".

La realidad es esa. Pero fue aliñada de una resolución del Parlamento autonómico diciendo que no se desmenuzaría al ICS y que no se privatizaría la gestión del Clínico. Fue porque ERC no quería asumir el coste preelectoral que el destrozo de la sanidad está causando en CiU.

Ahora bien, la realidad es más complicada y más retorcida. Resulta que la semana pasada el ex consejero de Salud de CDC Xavier Pomés fue a ver apresuradamente a Boi Ruiz al Parlamento autonómico, al día siguiente de llegar de América Latina. Quiso defender, como siempre ha hecho, la privatización de la gestión del Clínico, hospital del cual es presidente. Está al servicio del director de este, Josep M. Piqué.

Josep M. Piqué como problema

A pesar de la resolución del Parlamento autonómico, votada por CiU, ERC y PSC, en contra de la privatización del Clínico y del ICS, Piqué no para, mientras Pomés hace el papel penoso de siempre. El proyecto de Piqué nunca ha tenido pies ni cabeza. No tiene dinero ni para pagar un aval de unos 15 millones, cantidad muy modesta para quedarse con un hospital grande.

Además, el lunes en la junta facultativa del Clínico dominaron los médicos contrarios a la privatización de la gestión. Fue un gran pescozón para Piqué, un maestro en cuanto a enfrentar a los estamentos entre sí, favoreciendo a los serviles y marginando a los demás.

Muchos médicos del Clínico han empezado a ver a Piqué como un perdedor, partidario de lo que sería una aventura catastrófica. Todo el Clínico es una burbuja, creada por el irrealismo de Piqué. Este creía que habría cola de capital del Golfo Pérsico y de sociedades de capital riesgo para invertir en el Clínico. Esto no se da.

Los Piqué, como los Prat o los Ruiz, son personajes aburridísimos. Primero, miran qué les conviene. Después van a una consultoría. Piqué fue a Cuatrecasas. Prat a PricewaterhouseCoopers. Les piden un papel, o un cuento de hadas en lenguaje jurídico, que asuma su quimera.

Les contestan que por dinero baila el perro. Pagan, pero la coreografía es mala. Si pensaran un poco habrían entendido que no todo el mundo cavila como ellos. Pero su ego les impide pensar, un drama que a Artur Mas le coge de pleno.

Piqué ha asumido demasiados camelos contables y políticos, de mera entrega a CDC. Creía que contando con el acuerdo de Boi Ruiz y la propaganda de La Vanguardia todo el monte sería orégano. No ha sido así. Poner como deuda pendiente de cobrar una contribución del 14% del presupuesto que el Ayuntamiento de Barcelona no paga desde hace muchos años, ni pagará nunca más, no puede ser perdonado por ningún inversor. En todo, siempre ha de haber límites.

Un poder corrompido absolutamente

Con una clara ayuda de sindicatos llamados de clase (¿de qué clase?), Piqué quiso lograr el poder absoluto en el Clínico, como su amigo y compañero en la aventura Jaume Aubia lo hizo en el Colegio de Médicos de Barcelona.

Tenían que haber leído a Lord Acton: "El poder siempre corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente". Ruiz tampoco ha leído el autor de Historia de la libertad y otros ensayos. Por eso Ruiz dejará una pésima herencia de incapacidad, egocentrismo e insensibilidad moral. La sanidad, antes de Ruiz, era muy diferente. Han asesinado deliberadamente la figura del médico humanista y compasivo, de la cual podría citar muchos nombres, por razones médicas y también por méritos literarios, dado que el humanismo de muchos de ellos los llevó a moverse en este campo, algo que nunca podría hacer el inhumano Ruiz.

Finalmente, en la sanidad, las almas negras se ven muy negras. Ha habido un cambio dramático. Hay siniestros personajes que si vieran, por azar, el cuadro de Picasso Madre con un niño enfermo, lo único que se les ocurriría sería poner una clínica pediátrica muy cara.

Médicos del Clínico contra Piqué

Muchos médicos del Clínico creen que Piqué tendría que dejar la dirección porque ha sido un mal gestor que sólo se ha dedicado a vender una aventura surgida de su voluntad de protagonismo.

Si la Generalidad tuviera autoridad moral y una mínima sensibilidad intentaría que el Clínico volviera al mundo real. Pero no lo hará. En primer lugar, porque no dispone de personas aptas, ni de una visión realista de ningún aspecto del mundo sanitario. Sólo recorta compulsivamente.

De hecho, la única actividad de Ruiz es la de esconder la realidad. Lo intentará hacer dentro de pocos días, cuando tendrá que presentar, con meses de retraso, el balance de actividad sanitaria de los seis primeros meses de este año. Ahora están maquillándolo a destajo. Retrasan las pruebas diagnósticas para evitar que aun crezcan más las listas de espera. Esto es echar a perder la calidad de vida de muchos enfermos, así como poner a otros en peligro de muerte. Esto les da igual, como le da igual a la locutora Mònica Terribas. Hace pocos días que efectuó una entrevista a Ruiz que tendría por la que tendría que caérsele la cara de vergüenza, si la tuviera. Lo que debe de tener es un millón y medio más de pesetas cada semana. Es un sueldo increíble, si no fuera porque tiene contrapartidas como la ahora referida.