Quim Torra se dispone a brindar con cava en un acto en Palamós / EFE

Quim Torra se dispone a brindar con cava en un acto en Palamós / EFE

Política

La debacle convergente agrieta más al Govern de Torra

Los acuerdos entre Esquerra y otros partidos, como el PSC, dejan a Junts per Catalunya a la intemperie, con una bronca total con los republicanos

15 junio, 2019 00:00

Los socios no han actuado como tales. Cada partido intenta obtener el máximo poder, y Esquerra Republicana se ha posicionado en todo el territorio catalán, a costa de Junts per Catalunya, o lo que es lo mismo: en contra de los convergentes. La lucha ha sido cruenta en poblaciones como Sant Cugat, una auténtica referencia para el mundo convergente. Los republicanos han pactado con el PSC y la CUP, y rompen 32 años de gobiernos convergentes en una de las ciudades con más renta de Cataluña. Eso repercutirá ahora en el Govern que preside Quim Torra. “Está claro que todo está roto, y habrá que definirlo todo en las próximas elecciones”, señala una fuente de Junts per Catalunya.

Los resultados de las elecciones municipales fueron malos para la marca de la exConvergència. Buenos para Carles Puigdemont en las europeas, que lo domina todo, pero nefastos para el poder territorial. Sólo le quedará Reus, con Carles Pellicer, como alcalde, la décima ciudad en población en Cataluña.

Calella y Candini, como bandera

Ante eso se dibuja un futuro posible, todavía lejano. Los ejemplos que algunos dirigentes del PDeCAT exponen tienen relación con acuerdos con los socialistas. Y el máximo exponente es Calella de Palafrugell, donde Montserrat Candini seguirá al frente de la alcaldía, tras un acuerdo con el PSC. ¿Por qué Calella? Por la propia figura de Candini, que apuesta por la “socialdemocracia” y el entendimiento con el mundo socialista, en un intento de distanciarse del camino sin salida al que ha enfrentado Puigdemont a todo ese espacio político.

De derecha a izquierda, Artur Mas, Carles Puigdemont, Neus Munté y Montserrat Candini, en la ejecutiva de PDeCAT / EFE

De derecha a izquierda, Artur Mas, Carles Puigdemont, Neus Munté y Montserrat Candini, en la ejecutiva de PDeCAT / EFE

Si esos dirigentes consiguen resituar a Junts per Catalunya hacia esa dirección, esa será la apuesta: acercarse a los socialistas, recuperando el espacio ideológico que representó Convergència. La experiencia se ha repetido en Cassà de la Selva y en Vilanova i la Geltrú. Pero no ha podido ser en Sant Cugat.

Esquerra lo domina todo

Diferentes dirigentes de Junts per Catalunya han lamentado de forma amarga esa política de pactos, con un ataque frontal a Esquerra. “Nosotros también nos hemos acercado al PSC, con resultados más o menos satisfactorios, pero está claro que Esquerra domina la situación y quiere ir contra nosotros, dejarnos tirados”, señala uno de ellos.

Ante esa evidencia, que explica la batalla por la hegemonía en el campo independentista, ¿cómo queda el Govern de Torra?

El vicepresidente de la Generalitat y consejero de Economía, Pere Aragonès (ERC) / EFE

El vicepresidente de la Generalitat y consejero de Economía, Pere Aragonès (ERC) / EFE

El argumento de los presupuestos

Esquerra tiene dibujada su hoja de ruta. Al margen de lo que pase con la sentencia en el Tribunal Supremo sobre los dirigentes independentistas presos, que podría estar lista en otoño, los dirigentes republicanos quieren forzar las elecciones autonómicas con un argumento de peso: “Necesitamos un nuevo presupuesto, no se debería prorrogar más de dos veces, porque los actuales son los de 2017, y todos los colectivos presionan, el educativo, el sanitario...”

Esquerra quería acercar posiciones con los Comunes para aprobar los presupuestos, pero eso se difumina tras la experiencia en Barcelona, donde Barcelona en Comú ha pactado con el PSC para que Ada Colau repita como alcaldesa. No hay opción alguna para lograr apoyos parlamentarios.

La llave la tiene Torra

Sin embargo, la llave para convocar elecciones no la tiene Pere Aragonès, el vicepresidente de la Generalitat y consejero de Economía. La tiene Quim Torra, que depende por completo de Carles Puigdemont.

Lo que pase a partir de las próximas semanas no será, sin embargo, muy diferente a lo que ya sucede. El Govern está paralizado. No hay iniciativas legislativas. Pero la bronca se intensificará. Esquerra ha pactado con otras fuerzas allá donde ha podido. Y Junts per Catalunya pierde un enorme peso: llorando por Sant Cugat y con Reus como gran estandarte.