Imagen de archivo de los dirigentes de Lliures, Lliga Democràtica y Convergents, que sellaron un primer acuerdo del catalanismo liberal / EFE

Imagen de archivo de los dirigentes de Lliures, Lliga Democràtica y Convergents, que sellaron un primer acuerdo del catalanismo liberal / EFE

Política

El catalanismo liberal ultima su fusión para entrar en el Parlament

La Lliga Democràtica, con la participación de Lliures y otras asociaciones, se constituirá el 15 de febrero, a la espera del movimiento de Poblet del PDeCAT

27 diciembre, 2019 00:00

La hora de la verdad se acerca. El catalanismo liberal ultima su fusión con el objetivo de tener a punto una candidatura electoral que pueda lograr representación en el Parlament. En ese catalanismo, que todavía considera que puede ser una opción con futuro y con implante en el territorio, hay una pluralidad de voces, con estrategias distintas.

De lo que se trata ahora es de adoptar compromisos, de ver qué pasa en unas elecciones, con todas las consecuencias. Por ello, la Lliga Democràtica ya lo tiene todo a punto para su congreso constitutivo, previsto para el 15 de febrero. Antes, el 23 de enero, una de las patas esenciales de ese proyecto, Lliures, celebrará una asamblea para decidir su participación.

Se trata de unir la estrategia que ha definido Astrid Barrio y Josep Ramon Bosch, por el lado de la Lliga, y el camino trazado por Antoni Fernández Teixidó, en el caso de Lliures, junto a asociaciones catalanistas, y personalidades que participan a título individual, esperando también a dos actores más: Units per Avançar, que mantiene su alianza con el PSC, y el movimiento de Poblet, apoyado por exdirigentes del PDeCAT, que valoran cómo transformarse en un partido político.

Romper los dos bloques en Cataluña

¿Hay diferencias? Ese movimiento que se autoproclama como catalanista es plural. En otro lado, aparece Manuel Valls, que explora un camino propio, con la vista puesta en todos los electores de Ciudadanos que se han quedado huérfanos, pero también en votantes de izquierdas, próximos al PSC, que se sientan incómodos por una posible aproximación al independentismo que representa Esquerra Republicana.

Y ahí está el meollo de la cuestión, que, de hecho, afecta al conjunto de la política española. Fuentes de la Lliga Democràtica, señalan el objetivo que se deberá fijar en el congreso constitutivo: “De lo que se trata es de romper los dos bloques que se han creado en Cataluña. Hay que buscar una fórmula que permita la gobernabilidad, con una apuesta rotunda por el pactismo, algo que ha caracterizado siempre a Cataluña. Pactar con los partidos que se presten, por objetivos”.

La politóloga Astrid Barrio, durante una entrevista con 'Crónica Global' /CG

La politóloga Astrid Barrio, durante una entrevista con 'Crónica Global' /CG

¿ERC, el escollo?

Eso quiere decir que el catalanismo liberal que se propone, más anclado ideológicamente en el centro-derecha, se acercará en primer lugar a los socialistas catalanes y a opciones como Units per Avançar, que lidera Ramon Espadaler, exdirigente de Unió Democràtica. Pero no rechazará, si se dan las circunstancias, un posible acuerdo con Esquerra Republicana, que está llamada a ganar las próximas elecciones catalanas.

En esa misma tesitura se sitúa Lliures, el partido que impulsó Fernández Teixidó, y que tiene también como rostro más público a Roger Montañola. “No es un movimiento, o un partido para ir contra nadie. Lo que se busca es acuerdos de contenido, para avanzar, para dejar atrás el bloqueo”, mantienen fuentes de Lliures, aunque el partido se declara de forma nítida como no independentista.

Roger Montañola, empresario y miembro de Lliures / CG

Roger Montañola, empresario y miembro de Lliures / CG

Poblet, a la espera

En esa misma línea está el movimiento de Poblet, que se generó con el apoyo de exdirigentes del PDeCAT, como Lluís Recoder, Carles Campuzano, Jordi Xuclà o Marta Pascal. Todavía no se ha tomado ninguna decisión. Un grupo de unos 20 miembros, ajenos al pasado exconvergente de los nombres citados, están elaborando un documento que tendrá unas primeras conclusiones a finales de enero, con la idea de decidir si el movimiento se transforma en partido. Pero fuentes conocedoras de esos debates señalan a Crónica Global que se desea esperar, “con calma”, a ver cómo evoluciona el conjunto de la política catalana, y, en especial, a cómo evoluciona Junts per Catalunya.

¿Qué ocurre entonces? Existe una línea divisoria, que afecta a todo el arco del llamado “constitucionalismo”. Quien lo señala con mayor rotundidad es Manuel Valls, y su equipo de colaboradores en el Ayuntamiento de Barcelona, como la concejal Eva Parera. Ella misma, que se había implicado en la Lliga Democràtica, dejó de lado el proyecto porque intuye que se podría producir un acuerdo en el Parlament entre Esquerra, PSC y ese nuevo catalanismo. Y de lo que se trata, a ojos de Parera y Valls es de “dejar a un lado al independentismo”.

La concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, Eva Parera / CG

La concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, Eva Parera / CG

El debate central, en Cataluña y España

¿Pactar con ERC? De ninguna manera para Valls. Es posible, en cambio, para ese nuevo catalanismo que se dibuja, y que acabará constituyéndose entre finales de enero y mediados de febrero de 2020.

De hecho, se trata de un doble debate, y que va más allá de la coyuntura política. Valls propone, y una gran parte de Ciudadanos –aunque ahora el partido esté desdibujado desde el nuevo liderazgo en Cataluña de Lorena Roldán—lo tiene todavía más claro, que se ponga en marcha un plan a medio y largo plazo que orille al independentismo, y que proponga un proyecto basado en los derechos individuales de los ciudadanos.

Manuel Valls, en su despacho en el Ayuntamiento de Barcelona / LP

Manuel Valls, en su despacho en el Ayuntamiento de Barcelona / LP

La fuerza de los escaños

Lo que se elabora en las filas de Lliga Democràtica, en cambio, es salir de una situación de bloqueo, desde la aceptación de “una realidad”. Las mismas fuentes de la Lliga lo sostienen con crudeza: “El independentismo tiene fuerza electoral, no se esfumará de la noche a la mañana, y puede haber un campo de juego en el que se llegue a acuerdos, por la fuerza de los números, de los escaños”. Es decir, si las fuerzas políticas independentistas pierden la mayoría absoluta en las elecciones al Parlament –cuando se convoquen, a lo largo del 2020—el resto de partidos debería ser capaz de obligar a un cambio de rumbo, bajando a la arena, negociando y pactando contenidos y proyectos concretos.

Ahora todos esos movimientos se van perfilando. Y sólo las urnas dirán quién ha trazado con mayor claridad y realismo sus objetivos. Es lo que quieren saber ya los miembros de la Lliga y de Lliures, que deberán constituir una ejecutiva, con una dirección política clara a partir del 15 de febrero.