Botes de humo amarillo durante una manifestación contra el establecimiento de un 25% de castellano en las escuelas catalanas, frente a la escuela Turó del Drac, en Canet de Mar / EP

Botes de humo amarillo durante una manifestación contra el establecimiento de un 25% de castellano en las escuelas catalanas, frente a la escuela Turó del Drac, en Canet de Mar / EP

Política

“Me han amenazado delante de mi hijo, pero quiero que se eduque en catalán, castellano e inglés”

La justicia dio la razón a este vecino de un pequeño pueblo de Girona que hace un año pidió un 25% de clases de español y que explica a 'Crónica Global' cómo estuvo a punto de tirar la toalla

16 diciembre, 2021 00:00

Hubo momentos en los que este trabajador, vecino de un pequeño pueblo de Girona, estuvo a punto de tirar la toalla y mudarse a Madrid. La justicia le dio la razón tras reclamar que el colegio al que acude su hijo de seis años impartiera un 25% de horas lectivas en castellano. Y eso le valió amenazas e insultos. Su caso no ha sido mediático. No dio lugar a encendidos discursos del Govern a favor de la inmersión y en contra de introducir una asignatura más en español en el currículo escolar.

“Mi punto débil es mi hijo. A mí me pueden decir y hacer lo que quieran, pero a él no”, explica a Crónica Global, aunque prefiere que no se desvele su identidad. Por miedo a las represalias. Lo que ha ocurrido en Canet de Mar (Barcelona), donde una familia ha sido señalada por reclamar lo mismo que él, tanto por el activismo independentista como por un Govern que el sábado se manifestará en contra de que se dé una asignatura más en castellano en las escuelas.

En pleno siglo XXI

“Parece mentira que eso ocurra en pleno siglo XXI. Lo único que quiero es que mi hijo sea educado en catalán, inglés y castellano”, afirma.

Hace un año, cuando ganó su caso ante los tribunales gracias al apoyo de la Asamblea por una Escuela Bilingüe (AEB), estaba en el paro. Ahora trabaja, la mudanza a Madrid no pudo ser y su hijo sigue en la misma escuela, donde a menudo le pregunta “cómo le van las clases de castellano”. “Hay que vigilar, porque en ocasiones cambian de asignatura. Pero él está bien. Tiene sus amigos con los que juega en el parque. Le resulta fácil hacer colegas. Es muy sociable”, explica. No ocurre lo mismo con los adultos.

“A mí, muchos no me hablan. Una vez iba con mi hijo por la calle y un grupo de personas me dijeron: ‘Ya sabemos quién eres. Si no te gusta, coge el AVE y vete. Te vamos a partir la cara’. Eso me sirvió para dar una lección de vida a mi hijo. Le dije que eso que había oído era por el castellano, pero que hay que evitar la confrontación”, recuerda. En una ocasión, mientras esperaba que el semáforo se pusiera en verde, alguien le pegó una patada a su bicicleta.

Amenazas en el trabajo

También ha recibido llamadas amenazadoras en el trabajo. “Menos mal que mis jefes no son independentistas. Los de mi padre, sí, pero ya está jubilado. Él es socialista, yo crecí con esa ideología, pero después de que el Gobierno nos haya abandonado por un puñado de votos, la verdad, creo que no les voy a votar”, precisa.

Nacido en Barcelona y dedicado al sector servicios, se trasladó a ese municipio gerundense porque allí viven sus padres. Lamenta el episodio de Canet, donde “lo ocurrido ha sido más radical que lo que pasa aquí. Pero se les ha caído la careta a muchos porque se ha demostrado que se utiliza la escuela como herramienta del separatismo”.

Miedo a reclamar

En un principio, en su localidad había un grupo de padres dispuestos a acudir a los tribunales como hizo él. “Eran unos ocho. Luego, por miedo, no se atrevieron. Algunos tienen un negocio y tenían miedo al boicot”, dice. Un miedo fundado, como se ha podido comprobar en el caso de Canet, donde radicales secesionistas instaron a dejar de comprar y bajarles la calificación en portales en la tienda de la familia que pidió más castellano para su hijo. No lo lograron por la oleada de solidaridad que su caso ha generado. 

Le consuela, no obstante, que “los tribunales no se achanten por presiones de los políticos, que nos venden como mercancía”.

Expresa su perplejidad ante el hecho de que “pedir solo una asignatura más en castellano suscite tanto odio”. “Yo quiero toda la cultura posible para mi hijo. Catalán, inglés y castellano. No es cierto que solo queramos castellano, eso es victimismo, mentira y demagogia”, sentencia.