En Barcelona se conoce de sobra a Gerardo Pisarello, el elegido por Ada Colau para liderar a los Comuns en las próximas elecciones municipales. El sábado habrá performance. Y solo unas primarias contra el variopinto Bob Pop le separarán de encabezar un nuevo intento de la ultraizquierda para, como hicieron entre 2015 y 2023, devolver a la capital catalana a un periodo de políticas poco favorables al desarrollo económico.
Más allá de que Consell de Cent haya quedado como un agradable oasis para pasear en pleno Eixample, este profesor de Derecho Constitucional hispanoargentino ha estado detrás de todas las caras ocurrencias que definieron al Ejecutivo de Colau, como primer teniente de alcalde y como un pilar fundamental para la exalcaldesa. Esta, pese a su voluntad de volver a presentarse como candidata y su reciente maniobra para modificar el código ético para ello, ha acabado cediendo.
El activista intempestivo, mucho más político que técnico pese al aura intelectual que lo acompaña, hoy figura como secretario primero del Congreso de los Diputados, donde salió escogido en los últimos comicios. Lo primero que hizo al llegar fue quitar la bandera española de su despacho, algo que ya había hecho en el balcón del ayuntamiento en su primera Mercè, forcejeando de forma ridícula con el entonces líder municipal del PP Alberto Fernández, que la puso.
No es la única polémica que le rodea, pues presuntamente dejó escapar una inversión de más de 80 millones de euros en Barcelona por recibir a unos empresarios chinos en bermudas. Conocidos son, además, su coqueteo con el nacionalismo más radical -lo que le llevó a afiliarse a Òmnium Cultural en pleno procés- y sus enfrentamientos con la prensa; véase la evasión de preguntas periodísticas o el envío de burofaxes como práctica generalizada en el seno de los Comuns.
Respetado por la izquierda
Por otra parte, Pisarello es alguien respetado por las demás izquierdas. Algo relevante en un momento donde nadie da el primer paso pero los acuerdos amplios entre partidos similares están en boca de todos. Está bien conectado tanto con ERC como con la CUP, y cuando se ponga en marcha la primera coalición, sea en Cataluña únicamente o en el conjunto de España como pide Rufián, las demás serán más fáciles de configurar. Y Pisarello no incomoda a los partidos cercanos.
También porque las perspectivas electorales de los Comuns, ganador de las elecciones municipales en 2015, no son las mismas. Colau aprovechó la ola del 15M como pocos y fue hábil para extender su mandato una legislatura más, pero ahora la atención ha virado hacia otros horizontes. La irrupción de Aliança Catalana en el Ayuntamiento de Barcelona, en este caso, podría ser una de las claves de los comicios de 2027. Así como la pérdida de apoyos de Junts, todavía sin candidato definido.
Tándem
Como marca de forma obligatoria el reglamento interno del partido, Pisarello tendrá que presentarse en tándem junto a una mujer. El motivo, un "liderazgo más cooperativo" tras el personalismo que encarnó Colau, que asimismo tiene previsto participar en la campaña, todavía lejana, como si fuera suya. La compañera del todavía diputado de Sumar no se ha dado a conocer, pero todo apunta a que la actual concejal Gemma Tarafa podría asumir el papel. No hay muchas alternativas.
Y es que el grupo municipal de los Comuns se ha ido desintegrando. Primero fue el adiós de Colau, que no soportó ver a quien había sido su número dos como alcalde; y luego el de Janet Sanz, que pensaba que tendría opciones de ser cabeza de lista y sospechó, ya en septiembre, de que la exalcaldesa volvería. Aunque fuera para apoyar a otro. Guille López, el líder provisional que invirtió más de 20.000 euros en un banco que financia la invasión de Gaza como explicó este medio, también medita dejarlo al final del mandato.