Imágenes de Gabriel Rufián en sus diez años como diputado en el Congreso

Imágenes de Gabriel Rufián en sus diez años como diputado en el Congreso Fotomontaje CG

Política

Los 'shows' de Rufián en sus diez años en el Congreso: de la impresora a azote del PP

El líder de ERC, socio parlamentario del Gobierno de Pedro Sánchez, cumple una década en la Cámara pese a haber prometido en 2015 que sólo estaría "18 meses" para "regresar a la República Catalana"

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"En 18 meses dejaré mi escaño para regresar a la República Catalana". Justo acaban de cumplirse diez años de esa promesa incumplida que Gabriel Rufián formuló el 13 de diciembre de 2015, pocos días antes de acceder por primera vez a su cargo como diputado en el Congreso. Un privilegio que el actual líder parlamentario de ERC en la madrileña Carrera de San Jerónimo ha mantenido hasta el día de hoy, dejando tras de sí una larga estela de polémicas y de escenas efectistas no exentas de histrionismo.

Así ha vuelto a ocurrir en los últimos días en la comisión de investigación de la DANA de Valencia, en la que Rufián ha sido protagonista por el tono de sus intervenciones ante el expresidente de la Generalitat Carlos Mazón -al que tildó varias veces de "psicópata", entre otros calificativos similares-, y ante su exconsellera de Interior Salomé Pradas, a la que este lunes afeó que "no tiene corazón" mientras le mostraba un trozo de cuerda al que intentó asirse una de las víctimas mortales de las riadas del año pasado.

De la impresora del 1-O... 

Ese tono bronco y vehemente, y el estilo  populista, han caracterizado la trayectoria de Rufián en su década como diputado. Convertido en socio parlamentario del Gobierno de Pedro Sánchez, el líder de ERC ha sido uno de los principales azotes del PP desde los tiempos en que Mariano Rajoy era presidente. Aunque de sus andanadas tampoco se ha librado, en ocasiones, el propio PSOE. 

Una de las performances que le catapultaron a la popularidad ocurrió en 2017 cuando, durante una intervención parlamentaria, se levantó de su escaño para mostrar una impresora en sus manos. Una escena con la que advirtió al Gobierno de que el 1 de octubre de ese año se celebraría el referéndum ilegal secesionista -"sí, aquí tienen el cuerpo del delito: yo ya tengo mi papeleta" espetó-; y, de paso, para acusar al Ejecutivo del PP utilizar el Tribunal Constitucional como una "imprenta de resoluciones" contra el proceso secesionista catalán.

... A las acusaciones de "traición"

Un procés que, a su vez, el propio Rufián radicalizó en su día al acusar de traidor al entonces expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (Junts), cuando éste se planteó convocar elecciones autonómicas horas antes de declarar la independencia unilateral de Cataluña en octubre de 2017

Un año antes de que eso ocurriera, durante el debate de la fallida moción de censura a Rajoy de 2016, Rufián también había acusado a los diputados del PSOE de ser unos "traidores", unos "Iscariotes", y de doblegarse ante "una cacique" -en alusión a la entonces presidenta andaluza, Susana Díaz- por no haber apoyado un gobierno alternativo al del PP.

Unas esposas para Rajoy... y el "infierno" para De Alfonso

Ya en las semanas posteriores al 1-O, Rufián se presentó en el Congreso con una camiseta con la cara de los políticos presos impresa. Y, mostrando unas esposas, expresó el siguiente deseo desde su escaño: "Ojalá M. Rajoy acabe con unas". Acto seguido, protagonizó un agrio enfrentamiento verbal con el entonces ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz.

En la misma línea, en abril de 2017, Rufián se encaró con el exdirector de la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC), Daniel de Alfonso, en la comisión de investigación del Congreso por la llamada "operación Cataluña". Tras llamarle "corrupto", "gallo", "lacayo", "conspirador" o "mamporrero", se despidió de él de este modo: "Hasta luego gánster, nos vemos en el infierno".

Insultos y expulsiones

Ese tipo de salidas de tono le granjearon a Rufián alguna que otra expulsión en sesiones del Congreso cuando su presidenta era la popular Ana Pastor. Así ocurrió en 2018, tras llamar "fascista", "racista" y "hooligan" al exministro de Exteriores del PSOE, Josep Borrell.

Sonados fueron en aquellos tiempos sus encontronazos fueron con el expresidente José María Aznar al que, durante una comisión de investigación de septiembre 2018, tildó de "mafioso" y le acusó "no tener vergüenza" y de liderar "un partido fundado por golpistas". Unos exabruptos que formuló mientras le mostraba una fotografía de su primer Gobierno: "Muchos de sus ministros están hoy condenados, imputados o señalados por enormes casos de corrupción", le afeó Rufián al exlíder del PP. 

Del mismo modo, Rufián también protagonizó otras escenas de tensión con Mariano Rajoy en otra comisión dedicada al caso Kitchen, acusándole de "mentir", y levantándose para entregarle una copia con fragmentos de la sentencia del caso Gürtel. Algo a lo cual el dirigente gallego replicó ofreciéndole un ejemplar del libro Política para adultos.

Tanto o más recordado todavía fue su enfrentamiento con la diputada del PP Beatriz Escudero, a quien llamó "palmera" durante una comparecencia del exministro Francisco Álvarez-Cascos en la comisión que analizaba la presunta financiación ilegal del PP. La diputada le replicó llamándole "imbécil", indignada, además, porque Rufián le había guiñado un ojo como respuesta.

Críticas al PSOE... mientras ERC sostiene al Gobierno

El líder parlamentario de ERC, no obstante, no ha mostrado esa misma severidad con el PSOE. Ante los casos de presunta corrupción de los socialistas, Rufián ha justificado su apoyo parlamentario -amnistía e indultos del procés mediante- argumentando que no consta financiación irregular del partido. Aunque, eso sí, le ha reprochado al Ejecutivo su falta de ímpetu para aprobar medidas supuestamente progresistas.

Así, por ejemplo, Rufián ha defendido recientemente la necesidad de topar los precios de la vivienda y de los alimentos en toda España, advirtiendo de que al Ejecutivo "le va a echar el coste de la vida".

Batacazo en las generales y en su Santa Coloma natal

Ese tipo de intervenciones, junto a sus críticas a la "ultraderecha", le han granjeado a Rufián fama y cierto prestigio en parte de la izquierda española, que empieza a verle como un referente. Aunque, a la hora de la verdad, eso no se ha traducido en votos en Cataluña: en las pasadas elecciones municipales de 2023, fracasó con estrépito al presentarse como líder de ERC en su Santa Coloma de Gramenet natal -una ciudad del cinturón rojo de Barcelona-, logrando sólo cuatro concejales -muy lejos de los 17 que obtuvo el PSC. Y, en las últimas generales, los republicanos perdieron casi la mitad de sus representantes, pasando de tener 13 a sólo 7 diputados en esta legislatura.