El líder de ERC, Oriol Junqueras, y el portavoz del partido en el Congreso, Gabriel Rufian, en rueda de prensa. Europa Press Barcelona
Rufián divide de nuevo a ERC al ver "racismo" en la propuesta migratoria de Junts
Los republicanos apoyaron la cesión de competencias de la mano del Gobierno con un discurso muy próximo al que empleó Podemos para tumbarla, enfrentando en el seno del partido a quienes priorizan el autogobierno catalán y a los que rechazan las "premisas xenófobas" de los posconvergentes
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El explosivo auge de Aliança Catalana no solo ha empujado a Junts y a las izquierdas nacionalistas a abordar el fenómeno migratorio sin el freno de mano puesto. También ha lanzado a los secesionistas tradicionales a competir de nuevo por ser más nacionalistas que todos los demás.
Entre ambas aguas bucearon tanto ERC como los posconvergentes en el tenso pleno del pasado martes, donde estos últimos acabaron quedándose solos frente a Podemos defendiendo que la cesión de las competencias migratorias no contenía elementos "racistas" mientras Rufián votaba que sí pero prácticamente pidiendo perdón por ello. Dedicando su intervención a atacar sin tregua a Míriam Nogueras y asumiendo que Junts, en efecto, sólo pretendía neutralizar a Sílvia Orriols.
Robustecer el autogobierno catalán no debía suponer, en cualquier caso, ningún conflicto para el partido de Oriol Junqueras. Y menos cuando tanto el Gobierno como el Govern habían dado luz verde al traspaso competencial, que los republicanos siempre habían visto con buenos ojos.
Pero la cabra tira al monte. Y el hombre de los republicanos en Madrid dejó entrever de nuevo sobre el atril que prioriza las causas sociales por encima de las nacionales, lo que le ha labrado una mala fama en los últimos años entre el independentismo. Y también en el seno de ERC.
Partido dividido
Si bien Rufián se esmeró en recordar que este traspaso, de haberse aprobado en las Cortes, recaería sobre el ejecutivo socialista de Salvador Illa y, "por suerte", no en Junts; la convicción de un Pablo Iglesias por el que la izquierda soberanista siempre ha sentido simpatía también ha removido conciencias en Calàbria. Hasta el punto, apuntan fuentes internas, de dejar al partido dividido.
Aseguran, por otra parte, que no hubo ninguna discrepancia a la hora de decidir el sentido del voto, pero desde el grupo parlamentario en Madrid están decididos a negociar con los morados una serie de enmiendas que "mejoren" el texto actual en aras de que pueda eventualmente ser aprobado.
Y el problema parece estar en el preámbulo, donde se viene a decir que el aumento demográfico plantea "retos". Una visión, para algunos, como el propio Rufián inaceptablemente ultraderechista.
Maniobra mediática de Podemos
Desde Barcelona, en cualquier caso, apuntan mayoritariamente que el texto está bien como está, pues advierten que el contenido del mismo permite a la Generalitat poder implementar una política migratoria sin orientación ideológica previa. Dejando como único punto mejorable los "motivos" de Junts para exigir este traspaso competencial y no otro, que "no deberían ser determinantes".
Paralelamente, vinculan la maniobra Podemos a una estrategia para lo que en política se llama marcar perfil propio, destinada a recordarle a Pedro Sánchez que los votos de Ione Belarra son tan decisivos para la legislatura como los de Junts o ERC. Y que tuvo éxito, pues su papel en la presente legislatura estaba siendo del todo discreto hasta que se han convertido en una seria amenaza para la estabilidad de la legislatura. Empujando a Sánchez, por ejemplo, a ir hasta el final contra Israel.
Rufián, 'podemita'
En relación con el líder de los republicanos en Madrid, sobre quien se ha especulado mucho en los últimos meses tras unas declaraciones en las que animaba a las "izquierdas periféricas" a explorar acuerdos de colaboración estables --por ejemplo, una coalición--, en ERC ya no dicen nada. Asumen que tarde o temprano pondrá su "potencial político" al servicio de otro proyecto.
"Dice lo mismo que Podemos", aseguran en Junts. Y Rufián no esconde su amistad tanto con Belarra como con Irene Montero, quien será cabeza de lista en las próximas elecciones generales si nada se tuerce, ni su afinidad política con ambas, que parece mucho mayor que la que pueda tener hoy con cualquier miembro de su partido más allá de su valedor Oriol Junqueras o su mentor Joan Tardà.
Junts, hiperventilado
En el partido de Carles Puigdemont, por su parte, siguen instalados en el "todos contra Junts", convencidos de que es el universo y no la pérdida de credibilidad del expresident fugado lo que cocina encuestas tan negativas como la del pasado domingo. Y ven hostilidad por todas partes, con Podemos como reciente invitado a esta "lista negra" de Waterloo que estrenó en su día ERC.
La relación entre Rufián y Nogueras "no puede ser peor", explican desde la Villa y Corte. Y la diputada, si bien es un valor al alza en el seno de un partido carente y necesitado de liderazgos jóvenes y carismáticos, encarna a ese Junts indignado e incapaz de resolverse. "¡Que se vayan a la mierda!", le dijo ayer a Podemos. Una buena manera, sin duda, de hacer amigos.