La cuesta de enero de Illa: sin oposición pero sin presupuestos
- Arranca un nuevo curso político en Cataluña marcado por una cierta calma en el Parlament pero con la negociación de los presupuestos como prueba de fuego para la legislatura
- En profundidad: Illa incluye los acuerdos "íntegros" con ERC y Comuns en su plan de gobierno y fía la legislatura a la negociación
El nuevo curso político echa a correr. En la cuesta de enero, Salvador Illa navegará entre aguas tranquilas, pero no exentas de retos. Sin una oposición consolidada en el Parlament, el president de la Generalitat afronta el primer mes de 2025 con la calma de quien no tiene prisas, pero con la determinación de avanzar.
Sin embargo, la aprobación de los presupuestos marcará el verdadero compás de su legislatura, en un escenario donde la estabilidad parece asegurada, aunque las alianzas necesarias aún están por construir.
Desde su investidura, la fragmentación de las fuerzas que podrían actuar como oposición ha sido evidente. Tanto ERC como Junts, los dos partidos con capacidad de competir por la hegemonía política en Cataluña, han estado inmersos en procesos internos.
Falta de estrategia en ERC y Junts
ERC, liderada de nuevo por Oriol Junqueras tras su reciente elección, está en pleno proceso de “recoser” un partido totalmente dividido. Mientras, los de Junts, con un Carles Puigdemont que rechazó ser el líder de la oposición, centran todas sus fuerzas en el Congreso de los Diputados.
La debilidad del resto de fuerzas en el Parlament, como el PP o los Comuns, agrava la falta de una oposición articulada. Esta ausencia le permite a Illa actuar con cierta comodidad.
Además, otro factor es no tener que lidiar con conflictos institucionales que anteriormente marcaron la política catalana. Con los socialistas al frente de la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el Gobierno, el entorno político es aparentemente favorable.
Sin oposición pero sin presupuestos
Sin embargo, esta calma también viene marcada por ciertos riesgos: la necesidad de negociación. Y este es el talón de Aquiles del ejecutivo catalán y su principal reto serán los presupuestos catalanes.
ERC y los Comuns --socios de investidura-- insisten en que el Govern cumpla con los acuerdos si quiere su voto favorable a las cuentas. Pero el presidente socialista no quiere precipitarse y mantiene esta serenidad que tanto le define. Consciente de la sensibilidad del asunto, especialmente ante las demandas de los republicanos, el Govern ha optado por no marcar plazos rígidos en el calendario.
Con unas negociaciones que avanzan más con los Comuns que con los independentistas, Illa ya expresó su voluntad de reunirse con Junqueras cuando ambas partes lo consideren adecuado. Por ahora, no hay una fecha concreta para este encuentro y los republicanos descartan, por ahora, cerrarse en banda y hacer saltar por los aires los presupuestos.
Pugna en Madrid, calma en Cataluña
El contraste entre la situación catalana y la de Madrid es notable. Illa gobierna con relativa tranquilidad en parte porque Junts ha asumido más el papel de oposición en el Congreso que en el Parlament. De hecho, tras el rechazo de Puigdemont a ejercer de líder de la oposición, es un puesto todavía pendiente de adjudicar.
Los postconvergentes mantienen el conflicto por decisiones como, inicialmente, el bloqueo a la regulación del alquiler o la reciente alianza con el PP para eliminar el impuesto a las energéticas.
Estas maniobras han generado críticas desde ERC, que acusan a Junts de alinearse con la derecha y la ultraderecha. Este papel en Madrid, liderado por Míriam Nogueras, deja a Junts en pausa como principal oposición en el Parlament, un vacío que Illa ha sabido aprovechar.
En el actual tablero político, Junts y ERC parecen ejercer más como oposición en Madrid-- donde comparten bloque progresista-- que en el parlamento catalán. Ambos partidos centran más sus esfuerzos en la capital madrileña que en el objetivo que se han planteado en Cataluña: recuperar y liderar el espacio independentista.
En este contexto, el gobierno socialista ha logrado mantenerse sin apenas desgaste político. No obstante, la verdadera prueba para Illa llegará con la aprobación de los presupuestos, prevista para el primer trimestre de 2025.
Más que un simple trámite, se trata del termómetro que medirá la capacidad de su ejecutivo para gestionar la legislatura, marcada por una oposición débil pero con la necesidad de negociar.