Los catalanes que se marcharon a Cuba para hacer fortuna
- Nombres como los de Joan Güell o Antonio López forman parte del imaginario popular de Cataluña, y el origen de sus riquezas ha dado pie a la controversia en los últimos años
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Hicieron fortuna en las colonias americanas, su dinero contribuyó de forma decisiva al desarrollo industrial y al enriquecimiento de Cataluña, y sus nombres se recuerdan con los honores en calles, plazas y monumentos de un sinfín de municipios de toda la región -empezando por Barcelona, siendo el Modernismo una de sus máximas expresiones arquitectónicas-. Se trata de los indianos catalanes, cuyo pasado se rememora de forma cíclica con sus luces y sus sombras.
Muchos de ellos forman parte del imaginario popular por su relevancia histórica. Es el caso, por ejemplo, de Miguel Biada Buñol, que tras haberse dedicado a la marina mercante entre Maracaibo y La Habana durante parte de su vida, en el siglo XIX acabó siendo uno de los impulsores de la primera línea de ferrocarril de España: la que unió Barcelona y Mataró en 1848.
Algunos nombres célebres
Otro tanto ocurre con numerosos indianos, como por ejemplo José Xifré Casas, Facundo Bacardí, Jaume Partagàs, Agustí Vilaret, Jaume Torrents, Josep Gener, Josep Vidal Ribas o Antonio López -marqués de Comillas-.
El pasado de varios de ellos, sin embargo, ha sido puesto en cuestión en los últimos años por sus métodos de enriquecimiento o por haber participado en el comercio de esclavos de África a América. Esa fue una de las razones que se adujeron en 2018 para que Barcelona le retirara, por ejemplo, la estatua al marqués de Comillas.
A esa actividad también se ha relacionado a Joan Güell, mecenas del arquitecto modernista Antoni Gaudí, del cual se sabe que en sus plantaciones de algodón trabajaban esclavos venidos de África.
Municipios indianos
Con ese telón de fondo se hicieron también ricos otros nombres célebres de la burguesía catalana, que al regresar a Cataluña antes o después de la pérdida de aquellos territorios a finales del siglo XIX, invirtieron sus fortunas en industrias o la creación de bancos, entre otras actividades.
Su dinero contribuyó, también, al desarrollo urbanístico de Barcelona, en cuyo Eixample establecieron muchos de ellos sus flamantes nuevas residencias, y de otros municipios -en especial, costeros- como Sitges y Vilassar de Mar. De este último procedía, por ejemplo, un tatarabuelo del expresidente de la Generalitat Artur Mas, a quien se ha atribuido haber participado también en la trata de esclavos.
Estos dos municipios, y hasta una decena de localidades de Cataluña, engrosan en la actualidad la denominada "Red de Municipios Indianos", de la que también forman parte Arenys de Mar, Begur, Blanes, Calonge i Sant Antoni, Lloret de Mar, Palafrugell, Sant Pere de Ribes, Torredembarra y Tossa de Mar.
Tráfico de esclavos incluso tras su prohibición en el siglo XIX
El debate sobre los orígenes de esas fortunas familiares se ha reabierto en los últimos años a raíz de investigaciones históricas, reportajes o documentales como el ya célebre Negrers: La Catalunya Esclavista. Un programa que ha recordado episodios a menudo silenciados por la historiografía autóctona.
En ese documental se explicaba cómo industriales y marineros catalanes se beneficiaron del comercio transatlántico de esclavos desde 1789 e incluso después de que los británicos abolieran esa práctica en 1807. Esclavos que acabaron siendo mano de obra en plantaciones de tabaco, azúcar y algodón de Cuba y Puerto Rico.
Dicho documental arrojaba luz sobre lo que algunos historiadores ya advertían desde hace décadas: que entre 1817 y 1867, algunos catalanes estuvieron directa o indirectamente involucrados en el transporte de 700.000 esclavos desde África occidental al Caribe. Y que ese comercio financió gran parte de la industrialización de Cataluña y el auge de la construcción del siglo XIX en Barcelona.