Las manifestaciones de la Diada de 2024 reflejaron este miércoles a las claras la constante pérdida de convocatoria del movimiento independentista en Cataluña.

La cifra total de asistentes a las ya habituales movilizaciones de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) para conmemorar este 11 de septiembre fue, de largo, la más baja desde que se inició el procés hace ya más de una década: unos 73.500 simpatizantes en total entre los cinco municipios donde se desarrolló (Barcelona, Tarragona, Lleida, Girona y Tortosa), según datos sus respectivas policías locales.

El guarismo supone apenas un 5% del pico de asistencia, que fue de 1,8 millones de fieles en 2014, el 11-S más masivo de la historia de Cataluña. 

Lejos quedan los tiempos en que, siendo Artur Mas presidente de la Generalitat -con diversos casos de corrupción planeando sobre su partido (CiU), y acuciado por malestar social a causa de sus severos recortes-, los dirigentes secesionistas aglutinaban a centenares de miles de personas cada Diada desde el 2012.

Ese año --en el que casualmente también se fundó la ANC--, los asistentes a la primera gran movilización independentista, celebrada en Barcelona, llegaron a ser 1,5 millones. Una cantidad que multiplicaba nada menos que por 150 los apenas 10.000 congregados en la ciudad en la Diada de 2011.

Récord de 1,8 millones en 2014

El éxito de afluencia fue a más en los años siguientes. Así, en 2013, se llegó a los 1,6 millones; y en 2014 -año de la consulta independentista del 9 de noviembre-, al récord histórico de 1,8 millones, siempre según datos de la Guardia Urbana y la Generalitat.

En 2015, Mas dio un nueva vuelta de tuerca a su estrategia para mantenerse en el poder. Consiguió que ERC concurriera a las autonómicas junto a CiU -en claro declive electoral- y dirigentes de entidades afines como la ANC y Òmnium, en una candidatura denominada Junts pel Sí. 

La independencia era prácticamente el único punto de su programa. Los comicios se celebraron apenas dos semanas antes de la Diada. En la manifestación de ese año, los asistentes fueron 400.000 menos: 1,4 millones.

Según el Gobierno, fueron menos de la mitad

A partir de ese momento, nunca más se alcanzaron registros similares. Fueran hinchados o no, puesto que las cifras proporcionadas desde el Gobierno siempre fueron mucho más bajas: 600.000 en 2012; 400.000 en 2013; 520.000 en 2014 y 2015; 370.000 en 2016; y 350.000 en 2017.

Según la Generalitat y la Guardia Urbana de Barcelona, en cambio, en 2016 se llegó a los 875.000 manifestantes. Y en 2017 -pocos días antes del referéndum ilegal del 1-O- y 2018 se alcanzó de nuevo el hito del supuesto millón de asistentes.

El declive

La pérdida de poder de convocatoria de la ANC en la Diada fue, en cualquier caso, progresiva desde entonces. Y ni siquiera las condenas a los mandatarios del procés -causa de diversos disturbios en otras fechas- pareció espolearla.

La división y los enfrentamientos internos del secesionismo se hicieron cada vez más evidentes, así como el malestar y el desencanto de sus seguidores al no ver conseguida su promesa de ser independientes en 18 meses.

Tal vez todo ello, unido a la irrupción de la pandemia de coronavirus en 2020, tuvo mucho que ver en las discretas cifras de afluencia sucesivas. En 2019 se llegó a los 600.000. Y, tras la llegada del Covid, nunca volvió a ser igual: 59.500 en 2020; 108.000 en 2021 y 150.000 en 2022.

Casi la mitad que el año pasado

En 2023, el total de manifestantes fue de 115.000. Una cantidad que, en este 2024, ha menguado de forma todavía más drástica: 73.500 entre las cinco ciudades en las que se desarrolló.

Es, además, la primera Diada desde hace más de una década sin un presidente de la Generalitat independentista. La posibilidad de que la investidura de Salvador Illa pudiese movilizar al secesionismo se ha desvanecido este miércoles, con una protesta de mínimos.

Pese al pinchazo, el presidente de la ANC, Lluís Llach, calificó la jornada como "un éxito", a la par que se sentía con fuerzas para lanzar advertencias: "Salimos a las calles porque ni estamos pacificados ni nos han pacificado", dijo Llach al término de la protesta de la Diada.

Culpan a Junts y ERC

En esta espiral menguante de poder de convocatoria, muchos independentistas de a pie cargaban ayer contra los partidos políticos, sobre todo Junts y ERC. El lema Hi som, coreado ayer, entraña una carga antipartidista, señalando a las formaciones como culpables del declive del independentismo. 

Aún así, ERC aguantó ayer estoicamente el tipo ante el boicot del independentismo más irredento. Su expresidente y candidato favorito a la reelección, Oriol Junqueras, se tuvo que ausentar de los actos y las marchas. Solo se le vio brevemente en la comida-acto político de los republicanos al mediodía. No habló. 

En el campo neoconvergente, por más que más tamizadas, también se encajaron críticas. Con su presidente Carles Puigdemont huido de la justicia, los juntaires vieron como el llamado independentismo civil le leía la cartilla al grito de "unidad" desde la tarima de Arc de Triomf. De hecho, los partidos, también Junts, levantaron los pocos pitos y abucheos en una jornada apacible, y alejada en cifras y ambiente de las de años anteriores. 

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