Finalmente, se impone el ahora o nunca de los más afines al fugado. Carles Puigdemont volverá a Cataluña seis años y nueve meses después, siempre y cuando cumpla con su compromiso. El mismo que ha reafirmado este sábado frente a más de 2.000 acólitos, que se han desplazado hasta el sur de Francia --una vez más desde la campaña electoral del 12M-- para ver al expresident en acción; este les ha regalado el anuncio que esperaban.

La sesión de investidura de Salvador Illa contará con el líder de Junts como espectador, por lo que cruzará la frontera española y volverá a pisar el país a principios de agosto. Ello, a pesar de la orden nacional de detención que aún mantiene sobre él el juez instructor del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, que se resiste a aplicarle la Ley de Amnistía. Sobre él, no se ha ahorrado improperios, hasta el punto de compararlo con Antonio Tejero. "Solo un golpe de Estado podrá impedir que yo esté en el Parlament", ha dicho sobre su eventual arresto.

¿Detención en el Parlament?

Es así cómo Puigdemont ha decidido ir con todo --también contra la evidente desmovilización del secesionismo-- y jugar su carta más arriesgada para intentar dinamitar las opciones del primer candidato no independentista a president desde el procés. El mismo que ganó de forma incontestable las elecciones autonómicas y que se sirve de las negociaciones en curso con Esquerra Republicana (ERC) para rozar el despacho que el organizador del referéndum ilegal del 1-O ocupó hasta otoño de 2017.

El entorno más hooligan sueña con una detención del neoconvergente en la Cámara catalana que lo ponga todo patas arriba, aunque para ello ya bastaría si sucediera fuera del Parc de la Ciutadella. A los republicanos se les haría cuesta arriba mantener su apoyo al líder del Partit dels Socialistes (PSC), el mismo que censuró los indultos y la amnistía previo a la aprobación de ambas medidas de gracia, presentadas como los mayores éxitos del independentismo de los últimos años.

Carles Puigdemont, líder de Junts, en el acto de este sábado en Amélie-les-Bains-Palalda (Francia) JxCat

ERC sufre el enorme riesgo de caer en la incoherencia: condenar el arresto del expresident si este se produce y, a la vez, investir con sus votos al que desde Junts insisten en presentar como "el candidato del 155". Una dualidad difícil de justificar que supondría un escándalo a ojos del independentismo, el mismo que castigó a los republicanos con un batacazo que los ha sumido en una acuciante crisis de rumbo y liderazgos.

Acuerdo inminente

La alternativa, no obstante, no es buena: la generalmente temida repetición electoral. Esta es la única baza que podría dar a Puigdemont una nueva oportunidad en su asalto a la presidencia del Govern, pero para ERC sería un mal negocio a todas luces. Es por ello que la secretaria general Marta Rovira ha acelerado las negociaciones con el equipo de la socialista Lluïsa Moret por un "preacuerdo" que sea avalado después por las bases.

Incluso el jefe del Ejecutivo catalán en funciones, Pere Aragonès, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se han reunido esta semana en el Palau de la Generalitat, con un encuentro que han tratado desvincular sin éxito de las conversaciones por el nuevo Govern.

El 'president' en funciones, Pere Aragonès, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se han reunido esta semana en el marco de las negociaciones entre ERC y socialistas GALA ESPÍN Barcelona

Dicho pacto debe llegar en las próximas horas o días para que pueda ser refrendado --o tumbado-- el 1 de agosto. Será entonces cuando lo sometan a una consulta que será telemática para ahorrarse sustos como el del pacto que debía permitir la coalición con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona, que tuvo que ser suspendido indefinidamente por la enorme asistencia de indignados.

En busca del sí

Desde entonces, la dirección republicana trabaja para arrancar el sí de la militancia con concesiones del Gobierno en materia económica, como un nuevo modelo de financiación que permita a la Generalitat recaudar e invertir los impuestos cobrados en la comunidad. "La clau de la caixa", que le dicen. 

La secretaria general de ERC, Marta Rovira Marc Puig / Esquerra Republicana

Y a pesar de que el resultado de la votación se antoja algo ajustado, el visto bueno es factible. Al fin y al cabo, muchos de los cargos republicanos dependen del entendimiento con los socialistas, por lo que es probable que parte de las bases se alinee con la dirección, que otra lo haga guiada por la utilidad política y el miedo al bloqueo y otros tantos militantes, por lo atractivo de las concesiones.

No obstante, Puigdemont entrará ahora en la ecuación y podría alterar las variables. Cómo actuará la militancia y ERC será la incógnita a despejar. Rovira, preguntada hace días por ello, resolvió: "Si nos implica un reto táctico, lo sabremos asumir".

Investidura la semana del 5

Siguiendo con el calendario fijado por ERC y al que el PSC ha accedido a adaptarse, el debate de investidura se celebrará a partir del lunes 5 de agosto, la semana posterior a la consulta. Antes, el nuevo presidente del Parlament, Josep Rull, deberá convocar el pleno.

El político indultado prometió ceñirse a la imparcialidad que le exige el cargo, pero la presión de Puigdemont podría llevarle a tratar de retrasar la sesión para hacer ruido en torno a su regreso y marcar sus propios plazos. De hecho, él ya ha avanzado que formará parte del circo independentista que su líder pretende montar. "Si quieren detenerlo en el Parlament, me tendrán que detener primero a mí", ha dicho recientemente.

Josep Rull (Junts), presidente del Parlament Crónica Global

Sea como fuere, sus excusas dilatorias tan solo moverían uno o dos días el calendario, mientras que el regreso del líder indiscutible del procés no alterará los planes de la dirección republicana, que tiene previsto cerrar y anunciar el "preacuerdo" de forma inminente.

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