Los avances de la negociación entre el PSC y ERC en torno a cuatro carpetas -financiación, lengua catalana, políticas sociales y conflicto político- junto a la reunión de presidentes entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès para desencallar la “carpeta cero” hacen que la presidencia de Salvador Illa deje de ser un horizonte lejano. Pero Carles Puigdemont actúa a la desesperada para evitar ese escenario, bloqueando su partido, Junts, en Madrid y presionando a Marta Rovira para que no pacte con los socialistas.
Si hace una semana la secretaria general de ERC quería saber si a finales de julio "habría agua en la piscina" para llegar a un acuerdo de investidura, ha sido el propio presidente del Gobierno quien ha arrimado el hombro para llenarla. Lo ha hecho desencallando compromisos importantes del PSOE con los republicanos a cambio de su propia reelección en el Congreso de los Diputados.
Entre ellos: poner fecha al inicio del traspaso de la R1 de Barcelona en enero de 2025, 1.500 millones para Rodalies, becas e investigación; y, ahora, la firma del convenio de traspaso de la gestión del ingreso mínimo vital (IMV) a Cataluña. Con escenificación en el Palau de la Generalitat incluida, cumpliendo así con la necesidad de una reunión de “alto nivel” que exigía Rovira, aunque haya sido con el president en funciones.
ERC exhibe los avances ante Junts
Estos avances con velocidad de crucero han despertado el optimismo entre fuentes cercanas a la negociación, y es que ERC ya no puede poner la “excusa” de que el PSOE no cumple con sus acuerdos en Madrid para no rubricar un acuerdo con el PSC. El propio Sánchez ha publicado un tuit sobre la reunión asegurando que han “analizado los acuerdos alcanzados entre ambos gobiernos” y se han “comprometido a culminar su desarrollo”. Un trofeo político que ERC puede exhibir ante la militancia una vez se convoque la consulta para decidir sobre el acuerdo con el PSC, pero también frente a Junts.
Y es que el partido de Carles Puigdemont corre el riesgo de volverse irrelevante en el Parlament si Illa logra ser presidente, desgastándose en la oposición mientras ERC logra influir en las políticas del nuevo Govern. Es por ello por lo que los republicanos centran ahora sus esfuerzos en una estrategia maximalista para lograr un concierto económico que vaya más allá del consorcio tributario del Estatut que propone el PSC.
“Cesión de todos los impuestos, gestión y recaudación, cuota solidaria y cuota para pagar las cargas del Estado”, defienden fuentes republicanas a este medio que apuestan por ir lo más lejos posible en la negociación, hasta el punto de incluir una modificación de la LOFCA (Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas). No obstante, otras voces del partido son más “realistas” y ven difícil llevarse el gato al agua.
La financiación es clave para el acuerdo
En cualquier caso, estas concesiones por parte de los socialistas se han convertido en el epicentro del debate público catalán, desplazando a un Puigdemont que venía durante semanas alimentando la posibilidad de presentarse a la investidura o de regresar a Cataluña aún a riesgo de ser detenido.
Es un hecho que, pese a la guerra interna entre Oriol Junqueras y Rovira, ERC ha encontrado en su rol negociador una “tabla de salvación” para revitalizarse tras los malos resultados de las elecciones del 12 de mayo. Y la intención es que siga agarrándose a la bandera de la financiación durante toda la legislatura, fiscalizando al Gobierno de Illa.
Puigdemont aprieta, pero no ahoga
Por su parte, dirigentes de Junts advierten de que el partido habrá de cruzar una “travesía en el desierto” en el momento en el que Illa sea investido, cumpla o no Puigdemont su promesa de abandonar la política si no es president. Es por ello por lo que el de Waterloo actúa estos días a la desesperada, pidiendo a Míriam Nogueras, su jefa de filas en el Congreso, bloquear la ley de extranjería y el techo de gasto del Gobierno de Sánchez. Un voto en contra que hizo saltar todas las alarmas al situar a Junts del lado del PP y Vox, pero que en las últimas horas el partido podría haber reconducido al manifestar que está dispuesto a volver a negociar con el Ejecutivo.
Una vez más, Puigdemont aprieta, pero no ahoga. Y es que si Illa es president solo le queda la influencia de sus siete diputados en el Congreso. Ya que los resultados de unas nuevas elecciones generales pueden privarle de la llave de la gobernabilidad, mientras que ERC seguiría marcando agenda como socio parlamentario de un hipotético Govern de Salvador Illa.
Junts utiliza a la ANC para presionar
Pero no solo actúa a la desesperada en Madrid, sino también en el flanco catalán. Por un lado, utilizando a la Assemblea Nacional Catalana (ANC) de Lluís Llach para deslizar que ERC acabará en un “tanatorio de los partidos políticos” que no cierra en el mes de agosto. Pero también exigiendo a los dirigentes de Junts poner toda la carne en el asador y movilizar a las bases del partido para darse un baño de masas el próximo sábado 27 en la Catalunya Nord.
La incapacidad de los cuadros del partido para alcanzar las previsiones iniciales de 5.000 asistentes en el ecuador del verano ha avivado el fantasma del “pinchazo” de la ANC del pasado 13 de julio, cuando se proponía agitar las calles para amenazar a ERC.
El acto de Puigdemont del 27 de julio
En estos momentos, fuentes de Junts desconocen qué discurso pronunciará Puigdemont el próximo sábado, pero aseguran que ERC, el PSOE y los “golpistas con toga” serán la diana de sus ataques. El principal misterio es si ese acto será el prólogo de un regreso a Cataluña que conlleve una posible detención con la que calentar la recta final de las negociaciones entre el PSC y los republicanos, o incluso el debate de investidura de Salvador Illa.
La mayoría de las fuentes neoconvergentes consultadas apuntan que “regresar ahora no tiene sentido”, si bien otras voces recuerdan la “imprevisibilidad” de un Puigdemont que podría estar dando los últimos coletazos de su carrera política.
Marta Rovira, a remolque de Waterloo
Haya o no regreso inminente, quien más acusa la amenaza en estos momentos es la secretaria general de ERC, Marta Rovira, que negocia con los socialistas mientras mira de reojo los movimientos del fugado. Hasta el punto de que fuentes junqueristas del partido critican que “va a remolque” del líder de Junts y, con ello, les está convirtiendo en prisioneros de su propio adversario.
Si los avances en las negociaciones y la necesidad de sacar a Puigdemont de la carrera son suficientes para que la dirección de Rovira firme un acuerdo con Illa, se conocerá en los próximos días.