Junqueras y Puigdemont: el lastre de ERC y Junts en el 'postprocés'
Los republicanos se abrieron en canal con una guerra interna al hundirse el 12M con 20 diputados; Junts logró esconder sus problemas bajo la alfombra gracias a que recuperó la primera posición dentro del independentismo
24 junio, 2024 00:00Noticias relacionadas
Las elecciones catalanas del 12 de mayo dejaron un panorama sombrío para el independentismo con la victoria en votos y escaños del PSC y la imposibilidad de llegar a la mayoría absoluta en el Parlament. ERC se abrió en canal con una guerra interna al hundirse con 20 diputados, y Junts logró esconder sus problemas bajo la alfombra gracias a que recuperó la primera posición dentro del independentismo.
Ahora, iniciada la cuenta atrás hacia la repetición electoral y la era postprocés, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont se han convertido en un lastre para sus formaciones, pero ambas afrontan distintas estrategias para hacer frente a este problema.
Los republicanos toman posiciones
En el caso de los republicanos, toman posiciones en la batalla por el poder de cara al congreso del próximo 30 de noviembre, con la dirección de Marta Rovira y el sector Palau --los consellers y altos cargos que mantienen sus puestos en la Administración--, enseñando la puerta de salida a Junqueras y sus dirigentes más afines tras un largo periodo de ejercicio del poder en la estructura interna del partido.
El exvicepresident del Govern y, hasta ahora, líder moral de los republicanos, era intocable hasta que el fracaso de la operación Rufián en Santa Coloma de Gramenet y los malos resultados de ERC el 12M, abrieron la veda de las críticas. Y es que Junqueras no ha dejado a Pere Aragonès tener "manos libres" para dirigir el partido en consonancia con la estrategia de su Ejecutivo, provocando que el partido padezca una bicefalia que ha hecho imposible doblarle el brazo a socialistas y neoconvergentes en la arena parlamentaria y electoral.
En un movimiento que fuentes del sector junquerista definen como "desleal" por parte de "la aristocracia del partido", pesos pesados como Marta Rovira o el president en funciones maniobran para librar a ERC del yugo de Junqueras y dar así carpetazo a un hiperliderazgo fraguado en los años duros del procés y en el drama personal de la prisión.
Si bien el sector Palau, ideólogo del manifiesto, habrá de moverse de cara al próximo congreso con debilidades como la ausencia de un candidato claro para hacer frente a los de Junqueras, o cierta mala prensa entre parte de la militancia.
Hiperliderazgo de Puigdemont
Por su parte, Junts sigue un camino radicalmente diferente. También presa del hiperliderazgo de Carles Puigdemont, en la estructura nadie osa alzar la voz contra el hombre que puso las urnas del 1-O y declaró la independencia durante escasos segundos.
El fugado controla la organización a todos los niveles a través del fontanero mayor de Junts, Jordi Turull, pero también el grupo parlamentario a través de Albert Batet, otro de sus hombres de confianza. Para colmo, ha situado a un "soldado" como Josep Rull al frente de la presidencia del Parlament, permitiéndole cierto control de los tiempos de la Cámara y gestos de pleitesía como la visita de la segunda autoridad de Cataluña a Waterloo.
Nadie levanta la voz
Existe un sector crítico integrado por voces pragmáticas que piden volver a posiciones más posibilistas y a pactos con independentistas, pero también con el PSC, para recuperar cuotas de poder en las instituciones y en la administración pública. Cuadros del partido, muchos de ellos con responsabilidades a nivel local, a que añoran las señas de identidad de Convergència y, consideran, deberían retomar sus valores como camino para recuperar el poder.
No obstante, el poder total de Puigdemont no invita a la autocrítica pese a que sus promesas incumplidas, como dejar la política si no conseguía ser presidente, regresarán como un boomberang en los próximos meses.
Además, creen que aunque Salvador Illa (PSC) sea investido president con los votos de ERC y Comuns, Puigdemont podría no abandonar el puente de mando, sino continuar ejerciendo el liderazgo de la oposición para consolidar su posición hegemónica en el independentismo. O permanecer en el corto y medio plazo hasta el próximo congreso del partido, donde podría convertirse en presidente y seguir manteniendo su influencia desde un cargo con honores que, ahora, ostenta Laura Borràs.
Con todo, el cambio de roles en el independentismo, con Junts ejerciendo la voz cantante frente a una ERC que puede acabar alineándose con las fuerzas progresistas, ha provocado cambios en la vida orgánica de ambas formaciones.
Parte de los republicanos, abiertos a pasar página de Junqueras, mientras la gran parte de los neoconvergentes siguen prisioneros de quien volverá para seguir mandando en Junts, más allá de sus promesas.