Cuenta atrás para que el Parlament celebre el primer pleno de investidura que activará el reloj para elegir al nuevo president de la Generalitat tras las elecciones del 12 de mayo. Hasta ahora, la obsesión del líder de Junts, Carles Puigdemont, era pronunciar el primer discurso para cumplir su promesa y asentarse como referente del independentismo. Adelantarse a Salvador Illa también era una forma de poner al PSC a la defensiva y alimentar el fantasma de su abstención, que permitiría al neoconvergente gobernar: un imposible político que, no obstante, generó continuos quebraderos de cabeza a los socialistas en campaña electoral.
Pero los plazos de la ley de amnistía y la falta de garantías del fugado de no ser detenido en su vuelta a Cataluña han propiciado un cambio de planes, haciendo uso de un mecanismo que se adapte a sus intereses políticos y personales. El primero, el de no tener que dar explicaciones sobre por qué no ha cumplido su promesa de estar presente en el debate de investidura; el segundo, el de activar la cuenta atrás para una repetición electoral que Puigdemont ansía sobre todas las cosas al creer que Junts mejoraría sus resultados.
El conejo de la chistera de Rull
El conejo de la chistera que contempla el nuevo presidente de la Cámara, Josep Rull, es el denominado acto equivalente. Se aplicaría en caso de que, tras realizar la protocolaria ronda de consultas con los grupos parlamentarios, considerara que ningún candidato cuenta con posibilidades de ser investido. Es similar a una investidura fallida, y sirve para poner en marcha el reloj con el plazo máximo de dos meses, con la particularidad de que ningún candidato tendría que pronunciar su primer discurso en el pleno a sabiendas que no tiene los apoyos para hacerse con la presidencia.
No es la primera vez que se aplicaría en Cataluña. Tiene su precedente en 2020, cuando el entonces presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent, tenía que proponer un candidato para la investidura tras el cese de Quim Torra. Al considerar que el líder de la oposición en aquel momento, Carlos Carrizosa de Ciudadanos, no tenía los apoyos para ser investido, al igual que otros líderes parlamentarios como Miquel Iceta, se forzó la cuenta atrás para unas nuevas elecciones que se celebraron el 14 de febrero de 2021. Meses más tarde, Pere Aragonès se convirtió en presidente de la Generalitat gracias al apoyo de Junts y la CUP.
La vuelta de Puigdemont, una incógnita
Junts quiere acogerse ahora a este acto equivalente, consciente de que Puigdemont no lo tiene tan fácil para volver a Cataluña. La ley de amnistía está publicada desde hace días en el Boletín Oficial del Estado (BOE), pero su regreso no será un camino de rosas. Para empezar, el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena ha mantenido la orden de detención contra el expresidente fugado. Pero no sólo eso: los cuatro fiscales del procés se oponen a que la malversación esté incluida en la norma aprobada por el Congreso de los Diputados.
Las cosas se complican para los neoconvergentes, que ante este contexto quieren dar garantías a Puigdemont para que cumpla una de las promesas que hizo durante la campaña. Y esa es la de regresar a Cataluña para el pleno de investidura, ya fijado para el 25 de junio. No sólo no podrá estar presente ese día –al menos, si no quiere arriesgarse a ser detenido-, sino que tampoco le dan los números para ser investido president. Necesita una abstención que los socialistas ya han rechazado por activa y por pasiva.
Rull, "soldado" de Puigdemont
Este embrollo explica que Rull, a quienes las fuentes consultadas definen como un “soldado”, haya insinuado que se puede llevar a cabo esta fórmula que equivaldría a una investidura fallida, pero que no sometería a su candidato al bochorno de fracasar en la Cámara en su regreso triunfal a Cataluña.
Y es que no cabe duda de que un panel de voto en rojo para Puigdemont podría hacer que Esquerra Republicana tuviese la excusa perfecta para acabar facilitando un gobierno de PSC después de haberle dado su sí sin éxito al líder de Junts. En este sentido, cabe destacar que el PSC no deja de encadenar victorias electorales, habiendo ganado cinco veces consecutivas en Cataluña.
Illa, ¿primer candidato?
Por otro lado, los neoconvergentes también han dejado caer que Salvador Illa podría ser el primer candidato en someterse a la investidura. Una estrategia que pretende desgastar al líder del PSC, que todavía no contaría con los votos de ERC. Es por ello que, en las últimas horas, ha trascendido que Illa se inclina por no ser el primero en presentarse a la investidura, porque es muy probable que no reciba los apoyos, tal y como ha avanzado El Periódico.
A fin de cuentas, los republicanos, capitaneados por la fugada Marta Rovira, quieren evitar a toda costa retratarse como botiflers de cara al electorado independentista sin antes intentar un gobierno con Puigdemont, por mucho que no tengan los números.
La venda antes que la herida
Con todo, el siguiente paso de Rull como presidente del Parlament sigue siendo una incógnita, si bien es muy probable que se decante por el "acto equivalente” para poner en marcha el reloj de las segundas elecciones, a la espera de que se desarrollen los plazos de la amnistía y la presión sobre los republicanos vaya in crescendo.
En este sentido, las fuentes consultadas por este medio se muestran en desacuerdo con el mecanismo del “acto equivalente”, que en ningún caso debería plantearse cuando aún no se ha producido la ronda de contactos que empieza el próximo martes. “Que Rull haya puesto encima de la mesa esa vía implica poner la venda antes que la herida”, expresan, lamentándose de los primeros movimientos de la segunda autoridad de Cataluña.
Un mecanismo "excepcional"
Asimismo, recuerdan que se trata de un mecanismo “excepcional”, teniendo en cuenta que los dos candidatos, Puigdemont e Illa, han dicho que querían postularse a la investidura. Por ello, lamentan que ahora se utilice en base a los cálculos electoralistas y personales del huido.
En estos días cruciales para el futuro de Cataluña, independientemente de cómo se desenvuelvan los acontecimientos en el Parlament y de cómo actúe Rull para proteger los intereses del líder de su partido, hay dos realidades innegables sobre la mesa. Y es que Puigdemont no ha cumplido su palabra, ya que dijo que regresaría en el pleno de investidura que ya está fijado y, ahora, podría no producirse; y, además, no ha abandonado la política pese a no tener los números para ser president.
Es más, ahora es quien más presiona para precipitar unas segundas elecciones en las que volver a lanzar los dados frente a su adversario Salvador Illa y, sobre todo, ganar tiempo.