Junts ha conseguido una de sus reivindicaciones históricas: la amnistía para los líderes del procés. Es la medida que necesitaba para consolidarse como partido hegemónico en el independentismo y para exhibirse ante su electorado como el negociador más fuerte, a diferencia de una ERC a la que han acusado en distintas ocasiones de haber sido demasiado floja con el Gobierno de Pedro Sánchez.

Los diputados de Junts Pilar Calvo; Miriam Nogueras; Josep Maria Cervera; Jordi Turull y Josep Maria Cruset a su llegada al pleno que aprobó la amnistía en el Congreso Eduardo Parra - Europa Press

Pero la ley aprobada este jueves en el Congreso de los Diputados no basta para que su candidato, Carles Puigdemont, pueda regresar. El expresidente de la Generalitat huyó a Bruselas hace más de seis años y, hoy por hoy, no tiene las garantías para volver a Cataluña sin ser detenido. Al menos, no en el corto plazo. Y es que, una vez la norma sea publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), estará en mano de los jueces su aplicación. 

[Junts y ERC exhiben su falsa unidad tras la aprobación de la ley de amnistía]

Por ello, la aprobación de la ansiada ley ha generado sentimientos contradictorios en los neoconvergentes. Por un lado, celebran haber arrancado esta medida de gracia al Estado y haber sabido capitalizar el debate frente a ERC, tal y como demostraron los resultados de las elecciones autonómicas del pasado de 12 de mayo. Por otro lado, vaticinan que "no será un camino de rosas" y que los tribunales harán "todo lo posible para dilatar los plazos".

Incertidumbre en Junts

De ser así, creen que Puigdemont no estará presente en el pleno de investidura, tal y como prometió. De hecho, el Gobierno ha dejado caer que la norma podría no entrar en vigor en el BOE hasta pasadas las elecciones europeas del 9 de junio -un día después se constituye el Parlament-. Una vez publicada, los jueces tendrán dos meses para aplicarla, aunque el reloj no correrá si llega al Tribunal Constitucional (TC) o al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, y el secretario general de Junts, Jordi Turull, celebran la aprobación de la ley de amnistía en el Congreso EUROPA PRESS

Los plazos son inciertos. Esa es la misma sensación que inunda la sede de los neoconvergentes. Las mismas voces alertan de que Puigdemont se encuentra en una encrucijada: o se arriesga a ser detenido o incumple su promesa de estar presente en el Parlament. Esto último, avisan, "sería un golpe a su credibilidad" y decepcionaría a muchas personas que confiaron en Junts por ser él quien lideraba la candidatura bajo la promesa de volver al coste que fuera.

Promesas incumplidas

Hay quienes definen a Puigdemont como "un gigante con pies de barro". Lo único que ha logrado es apear a Esquerra de la hegemonía independentista, hundiéndola en los 20 escaños, pero "ni podrá volver a Cataluña tal y como prometió, ni será reelegido presidente de la Generalitat". Cabe recordar que al candidato de Junts no le dan los números para ser investido. Todas las fórmulas pasan por la abstención del PSC, que ya ha rechazado darle apoyo.

El secretario general de Junts per Catalunya, Jordi Turull (i), y el expresidente de la Generalitat y candidato de Junts a las elecciones catalanas, Carles Puigdemont (c) GLÒRIA SÁNCHEZ EUROPA PRESS

Ante este escenario, los críticos con el fugado lamentan que esté intentando correr un tupido velo sobre los compromisos que adquirió en campaña. Ven "una tomadura de pelo" que haya pasado de decir que "se presentaba a las elecciones para volver, a decir que tiene opciones de ganar a Salvador Illa, a prometer una mayoría independentista que no tiene". "Todo ello, en tan sólo tres meses", reprochan.

El futuro de Puigdemont... y del partido

Son tantas las "mentiras" de Puigdemont que ahora temen consecuencias en caso de repetición electoral. Si ERC opta por bloquear la gobernabilidad y no facilita la investidura del socialista, algunos dirigentes no descartan que Junts pierda escaños en el Parlament. Aún así, el regreso a las urnas supondría un tiro en el pie todavía mayor para los republicanos, por lo que es un escenario poco probable.

El presidente de la Generaliat en funciones, Pere Aragonès, durante una reunión semanal del Govern EFE

La formación no sabe cuáles son los siguientes pasos que dará, ya que el peso de esta decisión recae en una sola persona. Ante este escenario, crece el malestar en el sector más moderado de los neoconvergentes, el que afirma que no quiere ser rehén de las contradicciones y promesas incumplidas de Puigdemont.

Será después de las elecciones europeas cuando se empiecen a resolver las dudas sobre el futuro del fugado y, por ende, de un partido cuyos dirigentes verbalizan su deseo de pasar página. Igual que la mayoría de catalanes que se expresaron en las urnas el pasado 12 de mayo.

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