El revés sufrido por el independentismo en las elecciones catalanas ha tenido un efecto devastador en ERC. El pésimo resultado de los republicanos -secuela de otros batacazos previos en las municipales y generales del año pasado- ya ha dejado sus primeras víctimas por el camino. Nada menos que tres de sus primeros espadas. A la renuncia de Pere Aragonès a ser diputado una vez se produzca su relevo en la presidencia de la Generalitat se ha sumado ahora la de dos de los impulsores del procés: Oriol Junqueras y Marta Rovira. El primero piensa dejar la presidencia del partido en cuanto pasen las europeas del próximo 9 de junio, mientras que la segunda no optará a la reelección como secretaria general. En resumen, un cataclismo de consecuencias imprevisibles.
Así lo decidió la ejecutiva de ERC este miércoles tras una reunión de más de cuatro horas, en la cual se acordó también convocar un Congreso Nacional del partido a finales de este año: el 30 de noviembre. Será entonces cuando se fijará, de forma clara, la estrategia y los liderazgos de la formación.
Desaparece del mapa durante la investidura
Hasta entonces, son muchas las incógnitas por despejar. Para empezar, qué hará Junqueras ante ese cónclave de noviembre. Y es que, en su comunicado, ERC matiza que la renuncia de Junqueras a partir de junio abrirá "un proceso de reflexión y escucha activa antes de decidir su futuro". De manera que tampoco es descartable que se trate de una estrategia del dirigente republicano para regresar más fuerte tras la investidura de un nuevo presidente de la Generalitat.
De hecho, ese paso al lado permite a Junqueras desaparecer del mapa en un momento especialmente complicado para él a corto plazo. Para el líder de ERC, ponerse en la disyuntiva de optar por facilitar una investidura del candidaro del PSC, Salvador Illa, o bien la del de Junts, Carles Puigdemont, no es un plato de su gusto, dada la animadversión que siente por ambos partidos. De este modo, una vez superado el mal trago sin él en primera línea, podría regresar para presentar de nuevo su candidatura a liderar a los republicanos.
Más incógnitas
Y esa es la gran pregunta a fecha de hoy: qué hará ERC a la hora de votar la investidura del nuevo presidente de la Generalitat tras las europeas de junio. Los comicios del pasado domingo dieron como resultado un ganador claro: el PSC, que con 42 diputados duplicó de largo los 20 de los republicanos. Pero la aritmética parlamentaria deja abierta la opción de que el elegido sea el candidato de Junts, Carles Puigdemont, tal y cómo éste ya ha sugerido a sus antaño socios de Govern, reclamándoles que le ayuden a recuperar el cargo que perdió en 2017, tras fugarse de la justicia por el procés.
Puigdemont, cuya formación contará con 35 escaños, ha instado a ERC a votar a su favor apelando a recuperar la "unidad" del secesionismo. Pero su pésima relación con Junqueras es de sobras conocida, y se arrastra, precisamente, desde aquellos tiempos en los que el primero presidía la Generalitat siendo el segundo su vicepresidente.
Junqueras, en la actualidad inhabilitado para cargo público, mantiene serias diferencias con el fugado. Pero, al mismo tiempo, ha expresado en multitud de ocasiones su animadversión hacia los socialistas, a pesar de haber sido indultado en 2021 por el Gobierno de Pedro Sánchez, de la derogación del delito de sedición por el que fue condenado, y de la Ley de Amnistía en trámite.
División interna
En cualquier caso, la desaparición de primera línea de figuras como Aragonès y de Junqueras -sea temporal o no- y de Rovira puede contribuir a aliviar la tensión interna de un partido con evidentes síntomas de fractura, acentuados a raíz de los tres descalabros electorales del último año.
Y es que en el seno de ERC conviven dos almas: una de dirigentes partidarios de tender puentes con el PSC, como Gabriel Rufián y el exdiputado Jordi Tardà, reacios a los cantos de sirena de Puigdemont y que ven la oportunidad de que su partido mantenga junto a los socialistas cuotas importantes de poder; y otra línea más identitaria y esencialista, que no le perdonan al PSOE y al PSC su apoyo a medidas como la aplicación del artículo 155 de la Constitución tras el golpe de 2017. Este otro bando preferiría formar gobierno junto a Junts.
En cualquier caso, la actual falta de liderazgo y la incertidumbre se tendrá que ir aclarando a medida que se acerque la investidura y otros acontecimientos sucesivos.