Alejandro Fernández asegura que siempre tuvo claro que sería el candidato del PPC a las elecciones catalanas del 12 de mayo, pese a los rifirrafes con la dirección nacional por los contactos con Junts para intentar la investidura de Alberto Núñez Feijóo. Las encuestas pronostican un gran resultado para los populares, que podrían recuperar votantes que en su día confiaron en Ciudadanos y atraer a los decepcionados con el PSC por la amnistía.
En una entrevista con Crónica Global, el líder catalán ve en el 12M la oportunidad para que el independentismo se vaya a la oposición. No descarta que su partido facilite la investidura del socialista Salvador Illa, pero con una condición: "debe romper con el separatismo en todas las instituciones". Algo que ve difícil con un Pedro Sánchez que, dice, necesita los siete votos de Junts y ERC.
Tampoco tiene dudas de que el candidato de Sánchez no es Illa: "Puede ser sacrificado si Carles Puigdemont y Oriol Junqueras se lo exigen. Para él, no es necesario un cambio, es mantener a sus socios separatistas en la Moncloa", añade.
- Las encuestas pronostican un buen resultado para el PPC. ¿A qué votante aspira a ganarse? Es complicado buscar el equilibrio para atraer electorado de Vox, a la vez que a los descontentos del PSC con la amnistía…
- Ya no existe el voto cautivo. Nos dirigimos a cualquier catalán que crea en la democracia, en la Constitución, en impuestos moderados y en una educación de calidad. En definitiva, que quiera recuperar la Cataluña de la feina ben feta [el trabajo bien hecho]. Eso incluye a gente que ha podido votar en el pasado al PSC, a Ciudadanos, a la antigua Convergencia… Nos centramos más en los valores que en hacer una especie de laboratorio de siglas que no conduce a nada.
- ¿Qué valores son esos?
- La cultura del esfuerzo y la libertad. Hay algo muy ligado a lo primero, que es la educación de calidad. Creemos en unos servicios públicos potentes y en la tolerancia, en el respeto, en la unidad y en la igualdad. En la izquierda ha sido históricamente abanderada la igualdad, pero la amnistía ha liquidado cualquier igualdad en España porque consagra la idea de que, por tener siete votos, puedes delinquir lo que te dé la gana y eres un privilegiado en el sistema. Hoy el PP es el garante de la igualdad como valor.
- El 12 de mayo podría ser una oportunidad para que el independentismo se vaya a la oposición. Pero la alternativa es un gobierno de Salvador Illa. ¿Qué va a hacer el PP en caso de ser decisivo para la investidura del socialista?
- Queremos una nueva etapa en Cataluña. No vamos a abrir conversaciones con el PSC para que, al día siguiente, se entregue a Puigdemont y a Junqueras. Eso no va a ocurrir, no con nuestra complicidad. Es decir, exigiremos hechos, no palabras. Para poder sentarnos, previamente habrán tenido que romper con el separatismo.
- Cuando dice que el PSC debe romper con el separatismo, ¿se refiere en el Gobierno de España, en la Diputación de Barcelona…?
- Yo no voy a entrar en quién gobierna en una pequeña aldea, pero Sánchez sí debe romper sus pactos en Madrid con Puigdemont y Junqueras. También en las grandes instituciones catalanas. Hacer lo contrario sería continuar con el procés. Nosotros no podemos hablar con un PSC que forma parte del procés. Si ellos quieren hablar con nosotros tienen que salir de eso y, ahora mismo, están dentro.
- Hay quienes, en privado, aseguran que Sánchez preferiría que gobernase un candidato independentista antes que el propio Illa. ¿Usted también lo cree?
- Lo que no me cabe ninguna duda es que, votar a Salvador Illa, no es garantía de que haya un cambio en Cataluña porque puede ser sacrificado por Sánchez si Puigdemont y Junqueras se lo exigen. Eso ya se vio en Galicia, donde la candidata de Sánchez no era de su partido. Aquí en Cataluña, lo que para Sánchez es prioritario no es un cambio, es mantener a sus socios separatistas en la Moncloa.
- ¿Cree que Puigdemont vendrá para el debate de investidura?
- No voy a dedicar mi precampaña y campaña a analizar el reality show de la vida de Puigdemont. Me da igual si se cambia de casa, me dan igual sus anhelos vitales de jubilación y me importa un pimiento lo que quiera hacer. Lo que me gustaría, como a cualquier otro ciudadano que defiende la democracia y que cree en ella, es que responda ante la justicia de los delitos que se le imputan.
- Por otro lado, Puigdemont está intentando ningunear a los candidatos catalanes. Concretamente, a usted y a Illa. Dice que quiere debatir directamente con Feijóo y Sánchez.
- Es curioso que, para querer la independencia, están bastante obsesionados con España y con la política española. Luego resulta que la política catalana la desprecian. Que tome nota el electorado.
- ¿Y ve a Puigdemont apoyando una moción de censura contra Sánchez?
- Lo que tengo muy claro es que no contemplo escenarios de colaboración con quien quiere destruir la democracia española y, además, lo dice. Con quien sostiene que España es un Estado fascista y que todos los que no pensamos como ellos somos fascistas, ¿de qué tengo que hablar? Cualquier cosa que se pacte con ellos sería siempre al servicio de la destrucción de la democracia. Para eso ya está Sánchez, no el Partido Popular.
- Hablemos de los problemas reales. Cataluña está en emergencia por sequía. ¿Qué propone para salir de esta situación?
- Hay un debate a largo plazo que pasa por un Pacto Nacional del Agua en toda España. Hay agua para todos, pero está mal repartida. En Cataluña no estamos en el largo plazo, necesitamos una solución de urgencia. En este sentido, somos el único partido que ha apoyado la propuesta del Colegio de Ingenieros de Cataluña de hacer una interconexión con el río Ebro para suministrar agua sobrante del Consorcio de Aguas de Tarragona. En ocho meses se evitaría el espectáculo dantesco de agua recibida en barcos desde Valencia y acabaría con las restricciones que están viviendo agricultura, ganadería, turismo e industria.
- Hace unos días, Pere Aragonès habló de llenar piscinas públicas y privadas con agua de boca y abrirlas a todo el mundo si se declaran refugio climático. ¿Qué opina?
- La propuesta entra dentro de esa teoría de la turismofobia, cuando no es ni mucho menos un sector que ponga en tela de juicio la sostenibilidad. Ampliar esas restricciones cuando tenemos claro que se está enviando un mensaje a los turistas de no vengas, porque no va a salir mucha agua del grifo, es suicida porque el turismo representa el 12% del PIB directo y el 17% del PIB indirecto.
- Y sobre educación, ¿qué debe hacer Cataluña para mejorar en el informe PISA?
- El sistema educativo catalán tiene los peores datos de España y de toda la Unión Europea por dos obsesiones ideológicas. La primera, la obsesión nacionalista. El sistema educativo tiene que garantizar que los niños catalanes puedan recibir educación en su lengua materna, sea esta el catalán o el español. La segunda es una ideología progre que liquida la cultura del esfuerzo y la autoridad del maestro.
- La seguridad será otro de los temas de los que se hable en campaña. ¿Cuáles son sus propuestas?
- Lo primero que tengo muy claro es que la pretensión nacionalista de expulsar a la Guardia Civil y la Policía Nacional es, además de un insulto, una propuesta suicida que dejaría a Cataluña en el limbo durante unos cuantos años porque aquí no sobra nadie. Para garantizar nuestra seguridad faltan efectivos de los Mossos, de Policía Nacional y de la Guardia Civil. En segundo lugar, se les debe dar instrumentos necesarios para desarrollar su trabajo sin criminalizarlos, que es algo que ha pasado en los últimos tiempos.
- ¿Cómo se gestiona la inmigración? Un asunto del que también se habla mucho estos días…
- Quien venga a España a trabajar con un contrato, a sacar adelante a su familia y a respetar nuestro ordenamiento jurídico, será bienvenido. Quien venga a delinquir y a explotar nuestros servicios sociales, lo siento pero se tiene que ir fuera. No lo podemos permitir.
- Una de las políticas de las que más se habla ahora mismo es Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll y líder de Aliança Catalana. ¿Qué piensa de ella?
- Yo escucho a la señora Orriols y no veo ninguna diferencia con el discurso de Quim Torra. Quizás con un poco más de finura, pero a Laura Borràs también se le ha escapado alguna cosa de ese estilo en más de una ocasión. Es una deformación natural de algo que ha estado muy presente en el nacionalismo catalán y que es una indisimulada xenofobia.
- ¿Sería un fracaso que Cataluña fuera a unas segundas elecciones?
- Dar por hecho eso es renunciar al cambio. Si nosotros tenemos la llave de la política catalana le puedo asegurar que estaremos a la altura de las circunstancias para garantizar un cambio que lleve al separatismo a la oposición. Ese es el mensaje de ilusión que quiero trasladar a la ciudadanía. Si tenemos la oportunidad de pasar página del procés, estaremos ahí al pie del cañón.
- Si dice que estarán a la altura, ¿significa que la pelota está en el tejado del PSC?
- Una nueva etapa significa acabar con el procés y llevar al separatismo a la oposición, no abrir una nueva etapa para seguir pactándolo todo con ellos, que es lo que pretende Salvador Illa. Por tanto, tenemos muy claro lo que significa un cambio de verdad.