Ni la situación de emergencia por sequía ni la necesidad de inversiones urgentes para dar respuesta a los desafíos sociales y económicos de Cataluña son motivos suficientes para que los comunes den su brazo a torcer con el Hard Rock y den luz verde a los Presupuestos de la Generalitat. Contra todos los pronósticos del president, Pere Aragonès, y de ERC, la aprobación de las cuentas para transitar en paz de la gestión autonómica a los preparativos de una campaña electoral decisiva se está convirtiendo en un tormento.
Hasta tal punto que algunas voces republicanas advierten del peligro de “subestimar a los comunes”, un partido con el “orgullo herido” por haber perdido la alcaldía de Barcelona a manos del PSC. La formación que tiene rehén a Aragonès por su apoyo al macrocasino y que, además, mantiene buena sintonía con ERC en el consistorio de la capital catalana tras la marcha de Ernest Maragall. La posibilidad de que el PSC y ERC gobiernen juntos la Ciudad Condal está hoy más cerca que nunca.
Un momento "delicado" para los comunes
Fuentes cercanas a los comunes aseguran que los de Jéssica Albiach no quieren el adelanto electoral que podría precipitar su negativa a los presupuestos, pero tampoco están dispuestos a enfrentarse a "más contradicciones" en uno de los momentos más "delicados" de su historia reciente, con las encuestas pronosticando un bajón en escaños en el Parlament y con una Ada Colau incapaz de convencer a Jaume Collboni de incorporarla al gobierno municipal.
El partido aprieta en las últimas horas a Aragonès para que se baje del Hard Rock o, al menos, se materialice algún movimiento por parte de la Generalitat que minimice su salto del bloqueo al sí con relación a las cuentas.
El desgaste de Aragonès
El problema es que esta batalla contrarreloj está desgastando a Pere Aragonès mientras los de Carles Puigdemont hacen campaña y concentran sus esfuerzos en dar guerra por el relato de la amnistía. Independientemente de que los comunes acaben facilitando la aprobación de los presupuestos, el president hizo una remodelación del Govern blindándose para la precampaña de una guardia pretoriana en la que se encuentran Laura Vilagrà --perfil político imprescindible en las negociaciones con el ministro de Presidencia, Félix Bolaños— y Sergi Sabrià --perfil más duro que hasta entonces había estado entre bambalinas y que pone a punto la estrategia y comunicación del Govern--.
Pero ahora, el enroque de los comunes con el Hard Rock está poniendo en jaque dicha estrategia para que Aragonès haga frente a los conflictos sociales y económicos con una lluvia de millones y enfile la precampaña autonómica en forma frente a dos adversarios de primer nivel: el PSC y Junts.
Las negociaciones 'in extremis'
Los socialistas de Salvador Illa siguen disparados en las encuestas y los neoconvergentes, si bien mantienen la tercera posición, ponen en riesgo la hegemonía en el espacio independentista por parte de ERC ante el protagonismo creciente del prófugo Puigdemont, quien podría regresar en los próximos meses si los plazos de la amnistía lo permiten.
Razón de más para que Aragonès siga negociando in extremis con los comunes y saque adelante las cuentas, despejando el horizonte electoral a febrero de 2025 y contando con un año muy valioso para hacer campaña con los Presupuestos de la Generalitat y una gestión de la que Junts no puede presumir.