La alcaldesa de Ripoll, la ultra Sílvia Orriols, es una dirigente política a la que ningún adversario electoral debería subestimar. Su partido, Aliança Catalana, pasó de tener un concejal en 2019 a obtener seis en las elecciones municipales de 2023, logrando dar un vuelco al tablero político de la localidad del interior de Girona, donde se gestó la célula terrorista responsable de los sangrientos atentados de Las Ramblas y Cambrils en agosto de 2017.
En estos momentos, Orriols gestiona el ayuntamiento con el mismo esfuerzo que intenta viralizar sus contenidos en la red social X -antes Twitter-, donde sigue el mismo esquema comunicativo que políticos como Donald Trump o Jair Bolsonaro y denuncia la “descatalanización” de Ripoll y el conjunto de Cataluña a manos de los inmigrantes. Los mismos que, según ella, generan la mayor parte de la delincuencia y viven del cobro de subsidios.
Un discurso similar al de Vox
Orriols aún no ha anunciado formalmente su intención de presentarse a las elecciones catalanas, pero tal posibilidad empieza a generar temor entre el núcleo de los principales partidos. Sobre todo, en Junts, que ha llegado a movilizarse para “copiarle” parte de su discurso, bien sea con sus alcaldes del Maresme pidiendo mano dura contra la multirreincidencia -como en el caso de Calella- o negociando la cesión de las competencias en inmigración con el Gobierno de Pedro Sánchez.
Pero no son los únicos que pueden verse afectados por el fenómeno Orriols. La alcaldesa es independentista, pero opera en una lógica discursiva muy similar a la de Vox, partido que irrumpió en el Parlament en las anteriores elecciones autonómicas con un discurso muy duro contra la delincuencia. Un espacio político libre que no estaba siendo explorado hasta aquel momento por el resto de partidos con representación parlamentaria.
Peligro en la Cataluña interior
Pese a todo, los de Ignacio Garriga no le temen a Orriols en provincia de Barcelona, donde el partido ha generado músculo orgánico e institucional, siendo una prueba la obtención de dos concejales en las elecciones municipales de la capital, donde el centro-derecha estaba saturado de oferta (PP, Ciudadanos y Valents). No obstante, dirigentes de Vox sí creen que algunos votantes que en su día confiaron en la formación de Santiago Abascal podrían irse a la Aliança Catalana. Sobre todo en la Cataluña interior, donde la ultra gobierna en Ripoll y se está expandiendo más rápidamente su popularidad.
En su defensa, fuentes de Vox aseguran que el voto que se les iría "ya era prestado". "Personas independentistas que obviaron el debate nacional y optaron por Vox por su dureza y firmeza ante la inseguridad y la inmigración ilegal". Apuntan que a quien verdaderamente afecta este fenómeno es a Junts, con quien Aliança Catalana compite en el eje ideológico de la independencia, mientras que a ellos les afectará “poco o nada”. Especialmente en una Barcelona donde, consideran, llevan muchos años "picando piedra".
Ahora, Vox tiene entre sus objetivos dar la batalla en el Maresme para intentar entrar en ayuntamientos que se les resistieron en las anteriores elecciones municipales. Sin ir más lejos, Calella, donde se hizo polémico un caso de inmigrantes multirreincidentes que activó el discurso de “mano dura” en Junts para frenar las aspiraciones de Orriols. Y es que, unos con más motivos que otros, la mayoría de partidos ponen rumbo hacia las elecciones mirando a la alcaldesa de Ripoll por el retrovisor.