El presidente del Puerto de Barcelona, el principal escollo de Aragonès para plantear un trasvase del Ebro en plena sequía
- La postura de Lluís Salvadó, peso pesado de ERC sin cargo orgánico, no ha cambiado desde 2008, cuando el traslado de agua sonó con fuerza y él ofreció una férrea oposición como delegado del Govern en la zona
- El presidente de la mayor infraestructura portuaria catalana es ahora pieza clave en el envío de agua desde Valencia a propuesta del Gobierno, que a Aragonès le serviría para no enfrentarse a las Terres de l'Ebre
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Lluís Salvadó no es sólo conocido por sus desagradables conversaciones machistas del pasado. También lo es por ser un hombre fuerte de ERC en Tarragona. Si bien ahora no tiene ningún cargo orgánico en el partido tras ser elegido presidente del Puerto de Barcelona (una de las infraestructuras más importantes), las fuentes consultadas por Crónica Global reconocen que sigue teniendo una fuerte influencia en el territorio, que consideran ha defendido con uñas y dientes cuando ha sido necesario.
Las Terres de l'Ebro cobran protagonismo estos días con la declaración de la emergencia por sequía en Cataluña. Salvadó fue, de 2004 a 2010, el delegado del Govern en la zona, única albergar la desembocadura del río más caudaloso de España. Y se opone abiertamente al trasvase de agua a Barcelona. Ya lo dejó claro en 2008, cuando se vivió otro agudo período de sequía en la autonomía, que al final se salvó gracias a un ciclo de lluvia.
Calificó de “pesadilla” el proyecto
Su férrea oposición al eventual proyecto le costó un encontronazo con el entonces president José Montilla; el socialista sugirió su dimisión –consideró que sería “lo normal”– si persistía en su posición. En aquel entonces, Salvadó hizo suyas las protestas de la Plataforma en Defensa del Ebro (PDE), que se manifestó en Amposta con miles de personas, y que el propio dirigente de ERC aupó para rechazar el trasvase.
En ese contexto, se refirió como “pesadilla” a la interconexión de las redes de agua del Ebro y del sistema Ter-Llobregat, y se autoencomendó la misión de seguir en el Govern para garantizar que aquella medida fuese “temporal” y se le pusiera fin con la entrada en funcionamiento de la futura desalinizadora de El Prat de Llobregat. Finalmente, nada de ello fue necesario gracias a las lluvias de aquel mes de mayo, que volvieron a llenar de agua los embalses.
16 años después, nada ha cambiado
Quienes lo conocen aseguran que, desde entonces, no ha habido un cambio de postura, por lo que Lluís Salvadó se erige como uno de los principales escollos para el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Sobre todo, ahora que también está al frente de una infraestructura tan relevante como el Puerto de Barcelona.
En declaraciones a este medio, las mismas voces se definen “antitrasvase” y “defensores de que debe haber un equilibrio territorial”; es decir, evitar que el territorio “siga concentrando toda la riqueza en unos núcleos de población que crecen y con los que se sigue un modelo colonial de expansión de recursos de un sitio para llevarlos a otro”.
En este sentido, critican el oportunismo de “gente que quiere aprovechar esta situación de sequía nunca vista para interconectar el agua del Ebro con Barcelona mediante un tubo para que se quede para siempre”. Y rechazan acusaciones de “insolidarios” al recordar que la zona es “el principal productor de energía del país” y tiene “el máximo número de concentración de centrales eólicas”, además de facilitar agua a Tarragona para “que siga creciendo con PortAventura”.
Un equilibrio complejo
Que alguien que tiene esta opinión sea quien preside el Puerto de Barcelona es un riesgo para Pere Aragonès, que tiene que afrontar la emergencia por sequía en su último año de mandato. El president tendrá que buscar los equilibrios para contentar al territorio y a la vez abastecer Barcelona, lo que le puede dar o quitar votos.
Y tiene presente el precio que pagó CiU, relegada a la oposición en 2003 durante el primer tripartito después de alinearse a favor del trasvase; Artur Mas tomó nota y propuso al Ejecutivo central desviar agua del Ródano francés antes que mencionar siquiera al Ebro.
“Si piensa en términos electorales, tiene un problema. Tome la decisión que tome para gestionar la sequía, puede costarle de explicar si hay campaña, tanto en las Terres de l’Ebre como en Barcelona”, agregan voces cercanas.
Salvadó, clave en la propuesta de enviar agua en barcos por el puerto
Lo caprichoso del destino hace que Salvadó, por su condición de presidente del Puerto de Barcelona, se erija ahora como una pieza clave en los planes del Ministerio de Transición Ecológica, que necesitan el visto bueno del Govern.
En este punto, la propuesta del Gobierno de enviar agua en barcos a Barcelona desde Valencia se presenta como un bálsamo para Aragonès y Salvador; al president lo salvará de explorar la vía del Ebro y arriesgarse a una fractura electoral, mientras que servirá para alejar el foco de las Terres, cosa que interesa de sobremanera al antitrasvasista.
Un peso pesado sin cargo orgánico
Tampoco Aragonès tiene fuerza para enfrentarse a un hombre que se mantiene en el partido pese a las polémicas declaraciones, que hubieran servido para desterrar a cualquiera de la política. En cualquier otro partido hubiese abierto un cisma, pero a él le supuso un ascenso, ahora como presidente del Puerto.
Salvadó, nacido en La Rápita –es decir, en el epicentro de las Terres de l’Ebre– e ingeniero industrial, lleva 33 años, desde 1991, en las filas republicanas. Presidió la federación del partido en las mismas comarcas entre el año 2000 y 2004, y no tardó en dar el salto a la secretaría de organización de la formación, cargo que ostentó de 2004 a 2012 y que empalmó con el de secretario general adjunto ocho años más.
Salvadó se ha manchado las manos, “lo ha dado todo por ERC”, siendo uno de los principales fontaneros y responsables, colaborador directo y hombre de confianza del vicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras durante el referéndum ilegal del 1-O. Un protegido que actúa como dique de contención ante la tentación de llenar los embalses a golpe de cañería.