Las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez (PSOE) se encuentran en un momento clave y los partidos son conscientes de sus fortalezas y debilidades en caso de una repetición electoral. A nadie le ha pasado desapercibido que, en las últimas horas, Junts ha vuelto a bajar los decibelios de su discurso político para evitar que el socialista dé un paso atrás y rompa las conversaciones. Algo poco probable, pero que algunas de las fuentes consultadas no descartan. Eso explica los múltiples vaivenes de la estrategia de Carles Puigdemont, quien ha pasado de tensar la cuerda amenazando incluso con la unilateralidad, a la mera expectación.
Pese a que Junts ha chuleado ante la opinión pública en reiteradas ocasiones simulando no tener miedo a volver a las urnas, de puertas para adentro lo viven de forma muy distinta. Y es que los de Puigdemont son conscientes de que pactar la presidencia del Gobierno -a cambio de una amnistía- es la única opción de que este y otros fugados puedan volver a España y de que los encausados por el 1-O -entre ellos, Miquel Buch- sean perdonados.
Los vaivenes de Puigdemont
La visita del president de la Generalitat, Pere Aragonès, al Senado para hablar sobre la amnistía y referéndum no ha suscitado las críticas que se esperaban por parte de sus exsocios. Un hecho que hubiera sido impensable hace apenas unas semanas, cuando por activa y por pasiva les recriminaban haber sido demasiado flojos durante los últimos cuatro años de legislatura, obviando que se han logrado prebendas como los indultos o la reforma del Código Penal.
Sin ir más lejos, en la reunión con Sánchez en el marco de la ronda de contactos, la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, se limitó a entregarle un fragmento de la conferencia que ofreció Puigdemont el 5 de septiembre en Bruselas. El objetivo era reiterar sus líneas rojas para la investidura. Una suerte de aviso a navegantes en el que insistió el fugado tan solo un día después.
“Hoy España tiene un dilema de resolución compleja. O repite elecciones, con el riesgo de que los equilibrios políticos sean tan frágiles como ahora; o pacta con un partido que mantiene la legitimidad del 1-O y que no ha renunciado ni renunciará a la unilateralidad como recurso legítimo para hacer valer sus derechos”, expresó en sus redes sociales.
Sin embargo, algunas fuentes cercanas reconocen que este mensaje iba más dirigido a apaciguar a sus críticos en el secesionismo, que a presionar a Sánchez. En este sentido, cabe recordar que su propio chiringuito, el Consell de la República, está votando si ERC y Junts deberían bloquear la investidura -una consulta que abarca del 17 al 23 de octubre-.
Un gesto “autonomista y sumiso”
Los equilibrios que debe mantener Puigdemont para contentar a los suyos y, a la vez, no enfadar a Pedro Sánchez, no le están poniendo las cosas fáciles para obtener la medida de gracia. De ahí que finalmente hayan optado por el silencio y por no mojarse en exceso ni siquiera con las críticas hacia ERC. Es por eso que los principales líderes de Junts han decidido no hacer sangre con la visita de Aragonès a Madrid, limitándose a ovacionar con la boca pequeña el discurso que pronunció su senador, Josep Lluís Cleries, quien aseguró que mantienen “la legitimidad del 1-O” sin renunciar a la unilateralidad y expresó su “compromiso intacto con la independencia”.
Más tajantes se mostraron otros dirigentes como el diputado en el Parlament, Francesc de Dalmases, o el exdiputado Josep Costa, que criticaron que ERC decidiese hacer “un gesto autonomista y sumiso” para evitar “su propia irrelevancia en el campo independentista”. “Ni el presidente vasco, ni siquiera los socialistas, se han prestado a esta farsa españolísima del PP”, expresó el primero.
Por su parte, Costa –también conocido por su radicalidad-, lamentó que se hiciese el 1-O “para volver a tener a un presidente autonómico que vaya al Senado español a debatir con sus homólogos. Desde Montilla no había ido ninguno. Y bien mirado, podría hacer como él y quedarse. Es lo que más encaja con su falta de talla política”, agregó.
Pese a que estas declaraciones públicas constituyen un campo de minas para Pedro Sánchez, algunos dan por hecho que el pacto entre PSOE, ERC y Junts está “hecho”. Otros, menos optimistas, no descartan que Sánchez “lo deshaga por sorpresa en el último minuto”. Una enésima jugada arriesgada que parece poco probable, pero los neoconvergentes no parecen estar dispuestos a tentar a la suerte y jugarse el regreso de Puigdemont. Al menos, de momento.