Las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez han entrado en su fase clave en los últimos días, con el propio presidente en funciones reuniéndose con los grupos parlamentarios para demandarles su apoyo. El pasado miércoles fue el turno de ERC, con Gabriel Rufián apresurándose a decir en una rueda de prensa tras el encuentro que los votos de su partido “se sudan”, mientras que el viernes el foco se situó sobre la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, quien también quiso exhibir dureza advirtiendo de que el acuerdo está lejos “si va a hacer lo mismo” que estos cuatro años.
Pero hay un hito político más relevante -e influyente- en las negociaciones que ambas reuniones, y fue la llamada de Sánchez al líder republicano Oriol Junqueras, con quien llevaba desde el 2019 sin intercambiar palabra.
ERC, desdibujada
Este gesto validando a Junqueras como interlocutor, quien ejerce una suerte de liderazgo moral en ERC después de haber pasado por prisión, fue solicitado por el propio político catalán después de observar resignado durante semanas cómo los votos de Junts cotizan al alza y Puigdemont vuelve a situarse en el centro del tablero político.
Y es que ni los indultos, ni la reforma del delito de sedición y malversación, ni la mesa de diálogo, han evitado que ERC se vea enterrado bajo la avalancha de soflamas y exigencias de Junts desde el pasado 23J, desdibujando la hegemonía indepe que los republicanos vienen disfrutando desde las elecciones catalanas de 2021. Una hegemonía que Junts desea convertir en un espejismo en próximas convocatorias electorales.
Efecto indeseado en Junts
La llamada de Sánchez a Junqueras ha templado los ánimos en una ERC en horas bajas, pero ha tenido un efecto indeseado en Junts. Con Nogueras alejando el acuerdo el pasado viernes, Puigdemont agitando el fantasma de la repetición electoral el sábado y Turull advirtiendo que no renunciarán a la unilateralidad el domingo.
Es decir, que si bien el prófugo ha optado por hacerse el interesante y no pedirle a Sánchez que le llame (por ahora), Junts ha decidido arrojar un cubo de agua fría sobre la negociación socialista. El motivo: la necesidad de escenificar fuerza y nuevas desconfianzas después de varios días de foco mediático sobre ERC.
Fase final del mandato de Aragonès
No hay duda de que el duelo entre ambas formaciones es feroz en la fase final del mandato de Pere Aragonès. Tanto es así que esta tensión política por ver quién escenifica más dureza ante el electorado catalán puede provocar un punto de no retorno en las negociaciones y dar al traste con la investidura de Sánchez, con la consiguiente repetición electoral en España.
Todo ello alimentado por los rumores de un posible adelanto electoral en Cataluña, donde la soledad y debilidad del president Aragonès es pública y notoria entre propios y extraños.
Habrá que ver si la escalada de tensión indepe sigue aumentando en los próximos días haciendo peligrar la investidura o si el pragmatismo y los cálculos de ERC y Junts dan un respiro a Sánchez.