El choque de cuernos entre Junts y ERC por ver cuál de las dos mayores facciones del independentismo es más fuerte y pura, y cuál cierra un pacto más favorable a sus intereses con el PSOE a cambio de apoyar la investidura de Pedro Sánchez, encamina la legislatura al precipicio. Pero el escenario actual no se entiende sin la aceptación, por parte del Gobierno, de Carles Puigdemont como figura necesaria para la gobernabilidad de España, un factor que está empujando a los republicanos a subir su apuesta en Madrid para no perder fuelle entre el electorado ante los postulados más radicales de sus otrora socios de Govern. Sin embargo, se da la circunstancia de que cuando más aprieta Aragonès a Sánchez, más sola se encuentra Esquerra, como se evidenció ayer viernes en el Parlament.
De hecho, tanto el endurecimiento de las exigencias de ERC como la creciente soledad del president coincidieron en la última sesión del debate de política general que se ha celebrado esta semana en la Cámara de representantes de Cataluña. Porque, por un lado, los republicanos y Junts votaron a favor de la amnistía de los encausados del procés como condición sine qua non para apoyar a Sánchez, aunque no fue la única petición de ambos: añadieron otra variable para dar sus votos al candidato socialista, y es que se comprometa a dar pasos para la celebración de un nuevo referéndum de autodeterminación, acordado con el Estado. Todo ello, aunque pueda parecer simbólico, en el día en el que el Congreso negaba, por segunda vez, la presidencia del Gobierno a Alberto Núñez Feijóo, quien no ha logrado los apoyos necesarios para suceder a Sánchez en la Moncloa.
Sin rumbo, sin confianza
Acto seguido, el Parlament mostró la falta de confianza en el Govern en minoría de Esquerra con la aprobación de sendas resoluciones de PSC, Junts y los comunes contra la falta de liderazgo y rumbo del Ejecutivo autonómico. Y es que los republicanos se hallan en tierra de nadie, pues ahora mismo, el incremento de sus exigencias a Sánchez les alejan de los socialistas, pero es que tampoco les acercan a un electorado más radical que se cobija en Junts. La poca confianza que genera la gestión de ERC al frente de las instituciones se está plasmando en las urnas, donde Esquerra –en mayor medida que Junts– se está desangrando, y se dejó más de 400.000 votos en las elecciones generales del 23J. Unos comicios en los que el independentismo en conjunto perdió 700.000 apoyos y nueve diputados y que fue incapaz de llegar al millón de papeletas por primera vez desde el inicio del procés.
Con todos estos ingredientes, se empieza a cocinar el adelanto electoral en España. PSOE y Sumar empezaban a allanar el polémico camino de la amnistía exigida por ERC y Junts (que ambos partidos daban por descontada) y a buscarle un encaje en la Constitución, pero los socialistas se muestran contrarios en estos momentos a facilitar un referéndum en Cataluña. “El diálogo ha de servir para superar la división y no para profundizar en la ruptura y la discordia que tanta tensión generó de forma estéril en Cataluña y en el resto de España”, suscribieron el jueves PSOE y PSC. A lo que añadieron que, “por ese camino, no hay avance posible”, dado que “el camino es el de la convivencia y la cohesión, el entendimiento y el progreso económico y social de Cataluña y del resto de España, siempre dentro de la Constitución”.
Sánchez ya sabe lo que es repetir
Por lo tanto, el referéndum parece hoy por hoy que es la línea roja de las negociaciones, y si la consulta independentista es indispensable para la formación de Gobierno, la opción de repetir elecciones toma fuerza. De hecho, no sería la primera vez que ello ocurre en España, ni la primera vez que Sánchez se enfrenta a las urnas por segunda ocasión en pocos meses. En abril de 2019, su PSOE fue la fuerza más votada y la que obtuvo más diputados, pero ante la incapacidad de formar Gobierno, volvió a convocar a los ciudadanos para votar de nuevo, el noviembre siguiente. Entonces sí, el secretario general socialista logró los apoyos necesarios y se convirtió en presidente.
En caso de tener que volver a depositar la papeleta, los españoles apuntalarían un poco más el regreso al bipartidismo. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el primero tras el 23J, el PSOE ganaría ahora las elecciones por delante del PP, en una situación de casi empate, pero ambos partidos añararían algunos apoyos de sus extremos: Sumar y Vox perderían algunos votantes, siempre según esta encuesta. Así las cosas, todas las figuras del tablero deben valorar hasta dónde están dispuestas a llegar para ganar la partida, bien que no hay que olvidar que los partidos independentistas están en su peor momento en años, por más que se les esté dando un protagonismo y una fuerza que no tienen.