Gabriel Rufián ya no es un activo electoral para ERC. Por eso, la dirección del partido --de la que forman parte Marta Rovira y Oriol Junqueras-- ha optado por esconder al que fue su candidato en las últimas dos citas electorales, en las que el batacazo ha sido monumental. Su estrella empezó a apagarse en las elecciones municipales del 28 de mayo, cuando fracasó en su aventura municipal en la que pretendía dar un mordisco al PSC en el área metropolitana, postulándose como cabeza visible del partido en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), donde era prácticamente imposible desbancar a la socialista Núria Parlon.
A este fiasco se le suma el de los comicios generales del 23 de julio, en los que ERC perdió más de la mitad de los apoyos que recibió de los catalanes en 2019. Ambos desastres explican que, ahora, Rufián tenga menos presencia mediática, menos actividad en redes sociales --donde suele ser muy activo-- y un menor protagonismo en la negociación para la investidura.
Rufián cotiza a la baja para ERC
Hoy por hoy, Rufián cotiza a la baja. Por eso, la dirección no ha contado con él para encabezar las negociaciones con el PSOE para investir a Pedro Sánchez presidente del Gobierno de España, dejándolo en un segundo plano en las conversaciones de la constitución de los grupos parlamentarios. Un trámite más burocrático y alejado del foco mediático, que estará en su número dos, Teresa Jordà, elegida como portavoz en las reuniones con los socialistas.
Pero quien llevará la voz cantante en las negociaciones políticas es la secretaria general, Marta Rovira, tanto con el PSOE como con Junts para la investidura. La fugada a Suiza desde la primavera de 2018 –cuando el Tribunal Supremo la citó por su participación en el referéndum ilegal del 1-O-- es uno de los pesos pesados de la formación por un liderazgo fáctico y orgánico en momentos de crisis como el actual.
Junqueras y Aragonès
Otro de los relevantes de ERC es Oriol Junqueras, quien en la práctica ejerce el liderazgo moral, que tiene que ver con el sacrificio que hizo desde prisión por el 1 de octubre de 2017, antes de que fuese indultado por el Gobierno. Y no hay que olvidar a Pere Aragonès, president de la Generalitat, actualmente muy debilitado al haber sido incapaz de capitalizar su acción de gobierno en solitario.
Si bien ha intervenido en los mítines de campaña, lo cierto es que su figura ha quedado desdibujada, pues ahora mismo las elecciones han demostrado que a ERC no le da votos tener el poder en la Generalitat.
Un partido cada vez más debilitado
ERC cada vez está más debilitada. Hoy por hoy, la formación se encuentra en una encrucijada. Por un lado, los dirigentes republicanos quieren hacer ver que sus votos a Pedro Sánchez no son a cambio de nada con tal de no quedar en una posición deshonrosa respecto a sus rivales independentistas --Junts-- defendiendo los intereses de los catalanes en el Congreso de los Diputados.
Por otro lado, les interesa remar a favor de un pacto con el PSOE y no endurecer demasiado sus exigencias, no vaya a ser que Sánchez cada vez tenga menos incentivos para llegar a un acuerdo y más para una repetición electoral en la que, posiblemente, tenga más que perder ERC que el partido socialista.
De hecho, este miércoles Marta Rovira ha pedido a Junts un "acuerdo estratégico" para evitar lo que, a su juicio, serían consecuencias desastrosas: una repetición electoral y un nuevo momento duro para el independentismo.
Por su parte, Junts es un actor político con más aversión al riesgo, ya que no le importa tener cierto desgaste en Madrid, siempre y cuando acuda a unas elecciones autonómicas con la cara lavada y viendo reforzada su posición como el voto útil del bloque independentista.
Un poder menguante
El panorama actual demuestra que Esquerra Republicana es un gigante con pies de barro. Tiene el poder de la Generalitat, pero ha sufrido un gran desgaste al no saber capitalizar su gestión. Ello sin olvidar que su influencia municipal es menguante --ha perdido ayuntamientos relevantes como Tarragona— y, hoy por hoy, el poder que ha logrado en algunas instituciones --como las diputaciones-- se lo ha brindado el PSC como posible guiño para futuros pactos en Cataluña.
En cuanto a la relación con Junts, sigue siendo muy turbulenta. Si bien se han hecho algunos acercamientos, sigue muy tocada y no han reconstruido puentes. Algo que difícilmente llegará, teniendo en cuenta que ya se ha cruzado el ecuador del mandato, por lo que la siguiente cita electoral serán unas autonómicas en la que ambos partidos querrán capitalizar el voto indepe.
Lo que ha quedado claro tras el 23J es que el independentismo está en crisis. Pero sobre todo lo está Esquerra Republicana, que si bien en la pasada legislatura obtuvo los indultos y la reforma del delito de la sedición y la malversación, no ha logrado reactivar a una base independentista cada vez más deprimida debido a que la independencia no es ni un horizonte cercano, ni posible.