El expresidente de la Generalitat, Artur Mas, ha dado un toque de atención a su sucesor en el cargo, Carles Puigdemont, y el bloqueo que mantiene a la investidura de Pedro Sánchez. El político que inició el procés y que le designó a dedo presidente del Govern le pide ahora que sea “más exigente que intransigente” en la negociación que debe iniciar con el PSOE.
Ha tildado de “temeridad” ir a unas nuevas elecciones, especialmente porque Junts ha perdido 137.000 votos respecto a los resultados de 2019. Aunque ha intentado matizar esta expresión al manifestar que “no hay que temer la repetición electoral”, pero con un objetivo claro, el de no “perder fuerza en la negociación” que asegura que se debe dar entre ambas formaciones. Y, por ahora, solo se han producido contactos discretos para medir la temperatura de las relaciones tras las municipales.
Puigdemont mantiene el bloqueo
La última palabra de lo que debe decidir Junts la tiene Puigdemont, y, por ahora, mantiene la negativa frontal a avanzar con el PSOE. Mas intenta descargar a la formación a la que apoya --mantiene su militancia en el PDeCAT-- al asegurar que la “responsabilidad última” de la negociación recae en los socialistas, ni en Junts ni en ERC.
Mas ha reconocido que tiene pendiente una “reunión en persona” con su sucesor en la presidencia de la Generalitat. Sí que ha intercambiado mensajes con el político que él puso al frente del gobierno catalán tras recibir una negativa de la CUP para reeditar el cargo en 2016, pero sin abordar cuestiones esenciales sobre el futuro político del país.
“Cuando tenemos que hablar de algo serio, yo cojo un avión y me voy a verle”, ha explicado en una entrevista en Catalunya Ràdio. Se escuda en el espionaje del caso Pegasus como el principal motivo de limitar las conversaciones telefónicas con Puigdemont.
La ficticia unidad del independentismo
En cuanto a la unidad del independentismo que ha reclamado el prófugo de Waterloo y que ha activado ERC, Mas ha recordado que existía una “estrategia conjunta de los partidos soberanistas, excepto de la CUP” en 2016 y 2017, los momentos álgidos del procés.
El expresidente de la Generalitat ha pasado de puntillas por los pactos alcanzados entre los neoconvergentes y los republicanos tras las municipales, ya que se lleva por delante los mensajes que de forma pública proclaman sus líderes. El último ejemplo de ello es la Diputación de Barcelona, donde ERC ha entrado en el gobierno provincial en el primer pleno después de las elecciones generales, hecho que se ha interpretado como una alianza previa entre los republicanos y el PSC que no se ha materializado hasta después de los comicios.
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